Dokumentuaren akzioak
Aniversario feliz
Kritika, Aukeran
De manera algo inconexa y con un descanso de por medio, se fueron sucediendo las distintas escenas de danza, que, en el caso de la compañía Aukeran disfrutaron de una buena puesta en escena con un impecable trabajo de iluminación y una gran riqueza en el vestuario. La respuesta del público fue, como siempre, entusiasta y contundente. En su afán por aplaudir hasta la más mínima secuencia danzada interrumpieron el final de algún que otro número sin consecuencias para el desarrollo de la representación. La actuación de los bailarines invitados fue de gran calidad. Iker Murillo junto a Vitale Sanfronkine presentaron dos bellas piezas exquistamente interpretadas y armoniosamente coreografiadas por ellos mismos. Su gran dominio escénico junto a su pureza de movimiento quedó patente en ambas representaciones. Ion Aguirretxe dejó ver sus dotes de bailarín clásico y su alto nivel técnico en dos breves coreografías en las que, sin embargo, acusó una cierta inmadurez escénica. Edu Muruamendiaraz, a la cabeza de su compañía, nos volvió a mostrar su manera de entender la danza tradicional así como el hecho escénico en general. Nos ofrece una danza sin mensaje que recurre a los efectos de luz y vestuario a falta de un verdadero desarrollo en el lenguaje coreográfico que se repite de la misma manera y bajo el mismo enfoque a lo largo de los años. Esta danza centrada en la pura ejecución busca la exaltación del propio bailarín y los deja en mal lugar cuando incurren en gestualidades ajenas al propio lenguaje tradicional. El coreógrafo bergarés llegó al extremo de llamar al público a participar en el festivo final con los consabidos aplausos al son de la música manteniendo una actitud victoriosa en el escenario. Precisamente ahí es donde su danza parece adquirir todo su sentido y logra su mayor auge, en este carácter festivo y participativo que tanto gusta al público, recurriendo, eso sí, a tácticas facilonas y poco creativas.
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