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Amatriain: «Bailo porque bailando no tengo miedo a que se rían de mí»

Alicia Amatriain, Premio Kammertänzerin, La donostiarra acaba de recibir la mayor distinción alemana a una bailarina y está nominada al equivalente germano a los Tony

Su excepcional maleabilidad corporal la ha convertido en la superheroína de cómic 'Elastorina', procedente del País Vasco y cuyo don es una elasticidad infinita, en una publicación de su compañía, el Stuttgart Ballet. Sin embargo, en las distancias cortas y sin súper poderes por medio, Alicia Amatriain (San Sebastián, 1980) es una mujer parca en palabras, a la que se le conoce con mayor facilidad sobre un escenario, porque se entrega en cuerpo y alma bailando.
Egilea
Iratxe De Arantzibia
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
Stuttgart
Mota
Elkarrizketa
Data
2015/10/13
Lotura
Diario Vasco

Pletórica con el nombramiento como 'Kammertänzerin' -Bailarina de Cámara- del estado de Baden-Wurtemberg y expectante ante la nominación al der Faust -equivalente alemán a los premios Tony-, Amatriain paladea las mieles del éxito profesional del que disfruta tras años de silencioso esfuerzo, paso a paso. Es su momento.

- ¿En qué momento profesional se encuentra?

- Desde que volví, tras la lesión de mi hombro, cada año, me he sentido más fuerte física y mentalmente. A partir de cumplir treinta años, me he sentido muchísimo más segura y se han disipado todas las dudas en mí misma. Aquello comenzó con el rol de Kitri de 'Don Quijote'. Me planté, me dije a mí misma que podía y así abrí otros caminos. Lo que piensen los de fuera no lo sé, pero creo que estoy en mi mejor momento, porque me siento muy a gusto bailando.

- ¿Qué supone ser nombrada 'Kammertänzerin'?

- Es un honor recibirlo, porque no se lo dan a cualquiera, aunque no cambia nada: el trabajo es el mismo, mi posición en la compañía es la misma y yo soy la misma. Es un título especial como si hubieras pasado de ser Primer Bailarín a Estrella o 'Étoile' como se diría en Francia. Con el tiempo, puede que ser 'Kammertänzerin' cambie las cosas o me abra nuevas posibilidades, pero hasta ahora, no es nada más que un título.

- Derramó unas lágrimas durante el acto por las palabras de Birgit Keil, quien le dio la primera beca de estudios de su fundación.

- Fue una total sorpresa que Birgit Keil hiciera mi semblanza. Ella me conoce desde que yo tenía 14 años y se puso a contar historias, recuerdos y anécdotas que sólo conocemos mis compañeros de aquella época, ella y yo. Mi agradecimiento a Birgit por mi primera beca y Alemania no sería suficiente. Sus palabras fueron muy bonitas y emocionantes, lo que provocó las lágrimas mías, de mis aitas y de algunas personas que me acompañaron en el acto.

- Sus padres también se emocionaron cuando recibió el título de 'Kammertänzerin'.

- Ellos son los que han hecho que pueda ser quién soy. Me dejaron irme de casa cuando era una niña, han escuchado mis lágrimas, cuando lo he pasado mal, que ha sido en muchas ocasiones. Y también han estado en mis momentos felices. Me han ayudado en todo, tanto emocional como económicamente. A ellos se lo debo todo.

- Además, está de enhorabuena porque ha sido nominada por segunda vez consecutiva a los premios der Faust, el equivalente alemán a los Tony.

- La verdad es que estoy muy contenta y sorprendida. Cuando recibí la carta con la nominación fue una agradable sorpresa y más por 'The soldier's tale', una pieza en la que el coreógrafo Demis Volpi me dejó mucha libertad para crear el personaje de demonio que yo interpreto. La única pauta que me dio es que él veía al demonio neutral: ni masculino ni femenino y como si fuese un animal. Fue una de las creaciones interesantes de la pasada temporada y ganar el der Faust por ella sería un honor, ya que se premia la creatividad, la novedad y la fuerza de llevar a escena algo diferente.

- ¿Qué es lo que le mueve a bailar a Alicia Amatriain?

- Yo bailo porque bailando no tengo miedo a que se rían de mí. Es como el miedo de una niña cuando va al colegio por primera vez y teme al 'bullying'. Ensayando, en clase, en el escenario, no tengo ese problema, porque no tengo miedo de nada. Es como estar en el sofá de mi casa, viendo una película con palomitas. Yo me divierto e intento divertir a la gente.

- ¿Cuál es el momento más importante de su carrera?

- No puedo escoger uno e incluso son muy diferentes entre sí, pero ha habido tantísimos momentos: desde estar en el escenario interpretando el rol de Blanche DuBois en 'Un tranvía llamado deseo', a estar en la Ópera de Stuttgart haciendo de Tatiana en 'Onegin', ese papel tan importante para mí, o conocer a Alicia Alonso, o poder tener a mis padres aquí conmigo en el nombramiento como 'Kammertänzerin'. He vivido momentos felices y muy grandes.

- ¿Qué le debe a Stuttgart?

- Stuttgart es mi casa y como no siempre tengo el placer de estar con los míos, aquí tengo a otras personas que me hacen sentirme en familia y puedo estar feliz. Por eso, siempre he vuelto a Stuttgart y parte de esto está relacionado con el director Reid Anderson y con esa aura especial que tiene esta compañía.

- ¿Cómo es su relación con San Sebastián?

- Nunca se me va a olvidar que San Sebastián es mi casa en mi corazón. He tenido la suerte de poder actuar varias veces durante mi carrera, algo que muchos artistas donostiarras no lo pueden decir. Estoy muy agradecida al público donostiarra, porque las cuatro veces que he actuado en casa, siempre me han recibido con mucho cariño y el aplauso ha sido fenomenal. Además, he tenido la suerte de tener al alcalde Odón Elorza como un amigo, que me ayudó a organizar mi gala allí, pero de eso hace muchos años, demasiados años. Y claro está, tengo unos recuerdos muy bonitos de niña, cuando salí tocando la Tamborrada en Ikasbide. Una de las cosas que más echo de menos es la playa, no el verano y el bikini, sino la playa al atardecer, cuando puedes estar un rato tranquila. Ese infinito que no hay aquí en Stuttgart.

- ¿Se siente conocida y reconocida en casa?

- Cuando la Asociación de Profesionales de Danza de Gipuzkoa me otorgó el Premio Revelación en 2006, fue el principio de algo. Sin embargo, no creo ser reconocida ni en Donostia ni en el País Vasco ni en España. Estar tan reconocida en Alemania y no en mi país, es un poco triste. Es una pena para todos los que estamos fuera.

- Ha actuado en el Kursaal y en el Victoria Eugenia, ¿por cuál se decanta?

- La actuación en el Kursaal en 2006 fue muy bonita y especial por ser mi vez en casa como profesional. Pero debo confesar que el Victoria Eugenia tiene espíritu y su propia aura: fue el primer escenario que pisé siendo una cría cuando estudiaba con Peter Brown. Aunque sea pequeño y puede que las condiciones sean mejores en el Kursaal, no cambiaría el Victoria Eugenia por nada.

- Siempre habla con mucho afecto de sus primeros maestros Peter Brown y Águeda Sarasua.

- Peter y Águeda me dieron el amor a la danza, lo más importante que me pudieron aportar, porque es mi vida. Aguedita con la gotita de agua que bajaba debajo del brazo y Peter con su mal humor, me abrieron el corazón a este mundo y a esta vida.

- Siendo estudiante, coincidió en Stuttgart con dos bailarines guipuzcoanos: Jorge Nozal e Iker Murillo. ¿Por qué cree que hay tantos buenos intérpretes vascos?

- Creo que tiene que ver con la fuerza o la pasión por algo y no sólo en la danza, sino en otras muchas cosas. Un vasco tiene una fuerza especial adentro que no se deja echar atrás por nada, tanto en el trabajo como en la vida. A Jorge y a Iker les he visto pasar por muy malos momentos y no han tirado la toalla nunca hasta convertirse en grandes bailarines.

- El próximo año, Donostia se convierte en Capital Cultural Europea. ¿Le gustaría formar parte de ello?

- Me encantaría estar encima de un escenario donostiarra durante la Capitalidad Cultural Europea. Recuerdo que el año en que fue seleccionada, yo hice mi gala en el Victoria Eugenia. Fue muy especial, porque quería ofrecer lo mejor de lo mejor y creo que eso se pudo ver. Lo más importante es que los bailarines fuesen los mejores y no tuve ningún problema en que fuesen mejor que yo. Tuvimos artistas de gran categoría como Marianela Nuñez, Thiago Soares, Juanjo Arques, Suzanne Kaic, y mis partenaires Marijn Rademaker y Filip Barankiewicz, además del director de la gala, Iván Gil-Ortega y el maestro Renato Arismendi. Espero que algún día se vuelva a repetir de alguna manera.

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