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Amargo virtual

Crítica, Rafael Amargo

Egilea
Idoia Lecumberri
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Kritika
Data
2005/08/06

Impactante inicio de esta 66 edición de la Quincena Musical donostiarra con la original y artística simbiosis de Rafael Amargo y Carlos Padrissa (La Fura dels Baus) para su personalísima visión del Clásico Quijote. El teatro repleto aplaudió la puesta en escena de D.Q....pasajero en tránsito que prácticamente se estrena en nuestros queridos cubos (donde cada día nos sentimos más a gusto -y así se lo he comunicado al Sr Moneo- que presente en el espectáculo ha visto vibrar su belleza arquitectónica con el pulso y los latidos de un entregado público y que agradece la exquisita programación de José Antonio Echenique).



La apuesta para inaugurar esta edición conllevaba un riesgo real por la radicalidad del trabajo de la Fura en sus montajes siempre sorprendentes y modernos y el resultado, nos llenaba de interrogantes: ¿Cómo va a funcionar el maridaje entre imagen y danza? El espectáculo funcionó, gustó mucho a pesar de la longitud kilométrica de la obra. Y en síntesis, la imagen pudo sobre la danza.



Amargo y Padrissa han intentado buscar un equilibrio entre las dos artes, pero tienen que darse cuenta de que cuando unas imágenes tan sugerentes se proyectan sobre esa triple pantalla que enmarca y reduce el escenario del Cubo Grande a un curioso tablao, las partes bailadas pierden interés. Así hubo muchísimos momentos en el montaje en que nuestra mirada se perdía, se diluía en la proyección: la imagen se volvía más contundente y poderosa que las escenas danzadas.



La sosegada y familiar voz de Fernando Fernán Gómez que hace de Miguel de Cervantes, fue narrando los siete capítulos más destacados del Quijote. El texto sirve de nexo de unión de la obra y le da coherencia a la historia.



El equipo artístico que acompaña y arropa a Amargo es estupendo. Nos llamó poderosamente la atención el trepidante ritmo del cajón de Antonio Maya, la guitarra de Camarón de Pitita y las voces de María la Coneja, Enrique Pantoja, Tony Maya, Maite Maya, María Carmona.



El cuerpo de baile genial, entre quienes destacaron Rubén Olmo como El caballero de los Espejos y a Florentino García como Basilio: elegantes en la ejecución y evolución de sus solos y duos, son los dos bailarines con un porte y figura inigualables. Tanto uno como otro danzan con carácter, dominio, desdén y arrogancia que son virtudes propias del flamenco.



Uno de ellos bailó en el dueto final (dentro de un escenario blanco impoluto) con Amargo, un gozoso pas de deux, donde la danza por primera vez se convierte en protagonista absoluta: la danza por la danza, la austeridad escénica, una belleza de tipo zen que deja respirar al espectador de tal borrachera virtual.



El rap, el breakdance, el hip-hop, el rock, la danza clásica española (escuela bolera), el flamenco... el ballet tienen cabida en este Quijote desmedido, barroco y original. El ritmo escénico fue muy desigual, pues al ser la historia tan larga, el interés decayó en algunos pasajes.



En conjunto, este espectáculo de danza digital dejó el listón alto y un magnífico sabor de boca. Un espectáculo muy de Quincena Musical: lucido y con gran derroche de energia humana y artística.



¿¿¿Very donostiarra!!!

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