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Amaiur El símbolo de la libertad de Navarra

La villa rememorará el quinto centenario de la conquista con una pastoral en la que participará el grupo de danza donostiarra Aukeran

EN unos días se cumplirán 500 años de aquella que se considera la postrera batalla que se libró en defensa de la soberanía de un reino que fue y no es, y no por su libre decisión sino sojuzgado por la fuerza irracional de las armas y la conjura de los poderes fácticos, como ahora se dice. Al noroeste de Navarra, como firme y permanente vigía, se levantaba la fortaleza de Amaiur de la que resurgen ahora sus restos ennegrecidos, incómodos testigos sepultados para, con su forzado silencio, acallar el grito de denuncia y protesta de un pueblo que se resiste a morir, que conserva memoria y una historia que contar, y que quiere contarla.
Egilea
Lander Santamería
Komunikabidea
Noticias de Gipuzkoa
Tokia
Amaiur
Mota
Albistea
Data
2012/07/16
Lotura
Noticias de Gipuzkoa

La Villa de Amaiur, incardinada desde 1969 en el Valle de Baztan por la fuerza de otro poder más sutil que el arcabuz y el cañón pero igual de omnipotente y omnipresente, el capita, es una localidad que vive tranquila y todo lo feliz que se pueda en este tiempo también atribulado. A la sombra del fenomenal Gorramendi (1.071 m), el belvedere que domina el valle y hace alarde cromatismo (cada día, un color distinto), los 255 vecinos ven pasar el tiempo entre balidos de ovejas y corderos, rojizas vacas que caminan indiferentes y sin prisa alguna y un lejano runrún de tractores y segadoras en acopio de pasto para el invierno.

Este, como ya advirtiera el escritor Pío Baroja y luego su sobrino, Julio Caro Baroja, es pueblo "de los de una sola calle" que se abre desde el antiguo solar de los Jaso y Azpilikueta que llaman Palazioa (el palacio) y más propiamente desde la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora hasta, camino arriba, la ermita del Pilar, al pie mismo de la colina del infausto recuerdo.

La villa presenta un aspecto "de los de postal", limpia y acicalada, con su molino (el agua de la regata fluye junto a él como siempre) reconvertido en alojamiento rural y escaparate del talo, una de las delicias pastoriles, con queso, chistorra y hasta chocolate como lo quiere la chavalería, más apetecidas por el gentío igual que si fuera a la búsqueda del tiempo perdido. Lo que se rechazaba hace unos años por rural y humilde (el talo), de pronto vuelve como si fuera la mayor (y mejor) golosina creada por los maestros Arzak o Berasategi.

Siguen la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen y el serorategi(antigua casa de la serora), el vistoso arco de medio punto que luce el escudo de la villa, la campana que llama a estar siempre alerta, con la leyenda Estas son las armas de esta noble y leal Villa de Maya, una calle pulcramente asfaltada, la plaza y la Herriko Etxea que fue la casa-ayuntamiento y ahora Amaiurko Gaztelu Elkartea, una sociedad muy activa y común a la práctica totalidad de las familias.

Todo ello corre delimitado a un lado y otro por casonas de buena factura en las que destacan piedra y madera propias de la arquitectura civil vasca, y aquí y allá su armarria (escudo) de nobleza al frente. Del arco de entrada, volviendo unos pasos atrás, hay copia exacta en el barrio-museo del Poble Espanyol de Barcelona creado para la Exposición Internacional de 1929, y también a ambos lados prados y huertos ("casa sin huerta, casa muerta") en las que se cultivan verduras y hortalizas.

QUE 500 AÑOS NO ES NADA

¿Conmemoración?

"Por nuestra parte no creemos que haya que celebrar ni conmemorar ninguna conquista militar ni eliminación alguna de legitimidad vigente, sea esta del siglo XVI o del siglo XX", explican los amaiurtarras ahora que se cumplen quinientos años desde que se libró aquí la considerada última batalla en defensa de la soberanía de Navarra, pero, ¿y recordar? Recordar sí, por supuesto, que en Amaiur se mantiene la luz perpetua encendida y plasmada en una de las cuatro caras del obelisco: A los hombres que en el castillo de Maya pelearon en pro de la independencia de Navarra.

El monumento de Amaiur se erige en la cima de Gaztelua (el castillo) como el pueblo conoce de por vida al lugar donde estaba la fortaleza que en absoluta minoría soportó el acoso de las fuerzas de Castilla y Aragón a las órdenes y los intereses de Fernando el Católico.

En Amaiur, este sábado, 21 de julio, se recordará la conquista, en una especie de pastoral, creada por Pier Paul Berzaitz, y en la que participará el grupo de danza donostiarra Aukeran. En esta representación andan ahora mismo involucradas unas 200 personas de todos los rincones de Euskal Herria, tantos como de los que hay constancia en la defensa del castillo.

Los amaiurtarras enseñan en los preliminares los acontecimientos vividos en relación con la batalla y el monolito que la recuerda en los últimos cien años. En 1910-1920, se dieron los primeros pasos para rescatar la memoria de los últimos defensores de la independencia de Navarra, por parte de Juan Iturralde y Suit, Arturo Campion, Julio Altadill y otros. Y el 22 de julio de 1920 se puso la primera piedra del monumento.

En 1922, se inauguró construido en mármol blanco de Almandoz, con los escudos de las provincias hermanas, el escudo de Amaiur y los de las seis merindades de Navarra, y el 27 de julio de 1931 se registró su voladura con dinamita cuando se debatía el Estatuto de Estella, que habría sido unitario para Navarra, Bizkaia, Gipuzkoa y Álava. En 1982, tuvo lugar su reinauguración reconstruido por amaiurtarras y baztandarras, con el Ayuntamiento de Baztán, las cuatro diputaciones, Gobierno Vasco y miembros del Biltzar de Alcaldes de Laburdi para, desde entonces, volver a ser lugar emblemático y de peregrinaje para quienes mantienen su fidelidad a la legitimidad histórica de Navarra.

En 2006, se iniciaron los trabajos arqueológicos que lleva a cabo la Sociedad de Ciencia Aranzadi, con ayuda de vecinos de Amaiur y de otros lugares de Euskal Herria con campos de trabajo que han continuado hasta ahora y gracias a los que se puede conocer y ver in situ, una parte representativa de lo que fue la planta del castillo y con ello parte de su historia. En viva demostración de que para la memoria y la legitimidad, 500 años no es nada.

Un momento del ensayo de la pastoral en la que participan 200 vecinos de Amaiur

(Ondikol)

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