Seis de julio. La espera ha merecido la pena, por fin ha llegado San Fermín. El blanco y rojo coloreaba, como cada año, unas fiestas sin igual.
De repente, el reloj marcó las 12.00 horas. Las personas, apretadas en una plaza tan pequeña, miraban al ayuntamiento sacando su pañuelo al aire entre sus manos. Allí estaban, una vez más, casi convertido en una rutina anual, los Dantzaris de Pamplona, pero esta vez, de una forma muy diferente.
En representación de un colectivo más amplio, puesto que hasta 10.000 dantzaris han pasado por esta formación, se encontraban en el balcón el director de Duguna, Aritz Ibáñez Lusarreta; el presidente de la sociedad, Ángel Arana Seguín; y la dantzari Itxaso Martínez de la Pera Barrachina para lanzar el Chupinazo.
Los y las dantzaris disfrutaron de un gran aperitivo después del gran momento, a eso de la 13.30 horas. La comida, en una mesa larga en la calle, incitaba a todos ellos a calmar el estómago. Porque la dantza no es solo un baile, es algo más. Todos y todas lo saben, lo sienten y lo viven. Esta mañana, más que nunca, era el día de Duguna: era San Fermín.
Al acercarse la hora, los y las jóvenes llegaron a la sede. Unos cuantos habían vivido el Chupinazo desde ahí. Sin embargo, aún quedaban algunos por llegar. Por momentos, hubo tanta gente dentro que era casi imposible poder pedir algo para beber.
Este año, los y las dantzaris, a diferencia de lo habitual, no bailaron debido a que ellos mismos tiraron el Chupinazo. Fue un San Fermín especial. Los pamploneses quisieron que fueran la entidad responsable del lanzamiento, otorgándoles casi el 40% de los votos.
“El grupo hace 75 años y es un orgullo para todos nosotros lanzar el cohete y que la gente nos tenga en cuenta”
Nora Torio, joven miembro del grupo, explicó: “ensayamos todos los martes y jueves a las 19.30 horas. Para ello, quedamos en Arrasadía. Al principio, hacemos un calentamiento para estirar y, más tarde, ya practicamos”.
Jon Benito, otro de los afiliados, lleva desde los nueve años en Duguna. “Empecé en Duguna Txiki y, a los 17 años, pasé a formar parte el grupo de los mayores. Lanzar el cohete es un honor. Duguna cumple 75 años y es un orgullo para todos nosotros que la gente nos tenga en cuenta”, dijo el pamplonés.
Al mediodía, la sede de Duguna estaba repleta de personas. La impresión de ver a los dantzaris unidos era la de algo más que un simple grupo de dantas; era una familia.
Los asistentes del local no solo eran personas mayores. La mayoría de ellos eran jóvenes. “Al fin y al cabo, el trabajo que hemos hecho nosotros y los demás para mantener el grupo activo, que no es una cosa fácil teniendo en cuenta que la gente no tiene tanta cultura de las dantzas, demuestra que hemos logrado algo que para muchos no sería normal”, comentó Ortzi irrigaren.
Porque no es únicamente un deporte, un baile o una reunión; es una forma de vida.
Eider Caballero señaló que “lo que más disfruto de ser parte de Duguna son los ensayos porque aprendemos muchísimo. También, como viajas a distintos sitios, conoces muchísima gente y es muy guay. Esta experiencia es increíble”.
Fuera de la sede, junto a un olor sanferminero, se respiraba un ambiente mágico.
Otra de las componentes, Berezi Berrio, de 18 años, puntualizó el hecho de que “ cuando salimos en San Fermín, es increíble sentirnos parte de una fiesta tan grande. Además, lo haces bailando, algo que nos encanta a todos los que estamos aquí”.