El día ha ido ganando terreno a la noche desde el pasado 20 de diciembre y, aunque imperceptible al ojo humano, la naturaleza ha comenzado a despertar de su letargo invernal. A partir del 2 de febrero, empezará a brotar la hierba y saldrá el oso de la caverna. Uno de los animales totémicos para representar el mal, presente en muchas culturas de toda Europa, desde Cerdeña a Rumanía, también en Álava, por aquello de que surge del inframundo, de las tinieblas… y no es casual que aquí por el cristianismo sea el día de las candelas, el retorno de la luz, o que al otro lado del charco, los granjeros de Estados Unidos y Canadá celebren el día de la marmota.

La vieja de arriano, en los carnavales de Kuartango.

La vieja de arriano, en los carnavales de Kuartango. Redacción DNA

Su método folclórico para predecir el fin del invierno que, por estos lares, encuentran una de sus máximas y más antiguas representaciones en los carnavales rurales. Concepto en el que, como nos hace ver el famoso investigador ayalés de todo lo que tenga que ver con costumbres ancestrales y etnografía, Félix Muguruza, entroncan infinidad de festividades plagadas de transgresión, excesos y libre albedrío que nos acompañarán hasta el miércoles de ceniza –este año el 5 de marzo– que arranca la Cuaresma y, por tanto, ese tiempo de introspección y privación de placeres que, hasta el Jueves Santo (17 de abril), se supone hay que dedicar a preparar la Pascua de Resurrección.

“Resumir o explicar todo esto de forma simple se hace muy complicado, porque hablamos de ritos y costumbres que han ido adaptándose al devenir de los tiempos y lugares. Lejos de toda duda está que son muy pero que muy antiguos"

Félix Muguruza - Investigador

“Resumir o explicar todo esto de forma simple se hace muy complicado, porque hablamos de ritos y costumbres que han ido adaptándose al devenir de los tiempos y lugares. Lejos de toda duda está que son muy pero que muy antiguos. Solo hay que acordarse de la diosa celta Carna, de cuyo nombre muchos historiadores coinciden ya en que deriva lo de Carnaval o Carnestolendas”, aclara Muguruza. 

Es decir, cultos paganos anteriores al cristianismo para celebrar el parto del nuevo año, el renacer de la naturaleza tras las penurias del largo invierno, “que la Iglesia reconvirtió en nuestras fiestas de San Antón y San Blas, con el cerdo como protagonista –un animal impuro para otras religiones, pero aquí tan arraigado en la alimentación que desistieron de tocar– o Santa Águeda (patrona de la fertilidad), porque también los coros de esa jornada y sus makilas golpeando el suelo tienen que ver con esto: despertar la tierra para que vuelva a florecer y dar sustento, y alejar la oscuridad y todos los malos espíritus y demonios tras el frío invierno. En definitiva, el final de un ciclo y el comienzo de otro, para el que hay que limpiar o eliminar lo viejo, y purificarse”, apunta.

Los personajes

A ello se dedicarán, de hecho, los joaldunak de las localidades navarras de Ituren y Zubieta, estos próximos lunes 27 y martes 28, con sus coloridos atuendos y sonoros cencerros; pero también toda la extensa galería de personajes que, en Álava, conforman los cada vez más famosos carnavales rurales, que empezarán en Kuartango el sábado 8 de febrero con sus porreros, las máscaras y los ceniceros, el malvado oso y la vieja de Arriano dando vino caliente en torno a la omnipresente hoguera.

A estos les seguirá, el 22 de febrero, el Hombre de Paja de Ilarduia, Egino y Andoin en Asparrena que, cada año, es condenado y ejecutado en la hoguera, tras un periplo de pueblo en pueblo, a lomos de un burro primero, y subido a un carro después, acompañado de una ruidosa y enmascarada comitiva en la que nunca faltan la vieja, la pareja de novios, el cura o los monaguillos.

Carnaval rural de Egino.

Carnaval rural de Egino. Redacción DNA

Ya en marzo, el día 2 llegará a Zalduondo el ajusticiamiento de Markitos que, vestido con traje, boina y un collar hecho de cascaras de huevo pintadas, simboliza todos los males del pueblo: desde los fallecimientos o los problemas vecinales hasta la bajada del precio de la patata o el cereal. Jamás se ha librado del fuego, y este 2025 ya van 50 años.

Como los anteriores, el maligno de Zalduondo también tiene su correspondiente comitiva en forma de porreros, el viejo y la vieja, el cenicero, el barredero… y lo mismo le ocurre al Toribio con los katxis o katxirulos en Kanpezu, aunque no se le condena al fuego purificador, sino que acaba ahogado en las aguas del río Ega.

Ocurrirá el 4 de marzo y tampoco se librará, cuatro días después, en la pequeña localidad de Salcedo, ya en la muga con Burgos, el Porretero. Un personaje al que pillan robando una gallina y, tras perseguirle, lo apresan y lo atan a un árbol. Al anochecer, le desatan, le suben en un carro, y se recorre el pueblo con antorchas con el acompañamiento de música y carracas para retornar otra vez a la plaza, donde se le sentencia y se le echa al tejado para que se lo coman los buitres o los cuervos.

"Me hace gracia esa gente que se queja porque te tiran ceniza, basura y hasta sangre… es que eso es el carnaval, molestar, transgredir, incordiar… un tiempo de liberación y locura colectiva"

Félix Muguruza - Investigador

“Es curioso, hasta 1937 que los prohibió el franquismo, porque las máscaras daban patente de corso para cometer todo tipo de tropelías –y ¡ojo! siempre de mano de varones, aunque en nuestros tiempos sea impensable– no iba nadie a verlos, porque simple y llanamente eran algo bastante rudo, grotesco, molesto, que solo lo disfrutaban quienes iban ocultos bajo los ropajes. Me hace gracia esa gente que se queja porque te tiran ceniza, basura y hasta sangre… es que eso es el carnaval, molestar, transgredir, incordiar… un tiempo de liberación y locura colectiva que, no olvidemos, esta simbolizando a todos los males que uno pueda imaginar, y que terminan cada año ajusticiados por veredicto popular”, subraya Muguruza que, como buen amante de lo antiguo, teme que en ese esfuerzo que están haciendo muchos pueblos de la provincia por hacer resurgir sus ancestrales festejos carnavalescos, estos pierdan su verdadera esencia.

Espectáculo turístico

“Cada vez va más gente a verlos y eso está llevando a buscar el espectáculo, el lado más folklórico y bonito para agradar, justo lo contrario de su función primigenia: aquellos días de transgresión absoluta, con mucho ruido y aún más comida y excesos, antes de que llegue la cuaresma y volvamos a ser todos buenos tras quitarnos la máscara”, incide el ayalés, que no esconde que él mismo se encontraba en aquella comisión de los años 80 en la que Laudio, impulsado por la moda de tener personaje de Carnaval, tiró de mitología euskaldun y “se inventó lo de la Bruja de Letziaga, cuando teníamos, no se si más fácil pero si con mayor rigor histórico, la oportunidad de recuperar a los máscaras que existieron en el siglo XIX”.  

Último carnaval rural de Agurain.

Último carnaval rural de Agurain. Redacción DNA

De hecho, también en el Valle de Ayala, Amurrio está haciendo esfuerzos por que cale entre la población, frente a la modernidad imperante de los desfiles y concursos de disfraces, la figura del Kakarro. Su particular hombre del saco, que en base a investigaciones del grupo folklórico vasco Ziripot, eran jóvenes que cubrían su rostro con un pañuelo y la cabeza con un sombrero de paja y vestían ropas viejas cubiertas por tela de saco, y que portaban una puxika (vejiga de cerdo seca e inflada), con la que se dedicaban a asustar al personal. Y que sí, cada martes de Carnaval, también termina siendo pasto de las llamas.

Otro ejemplo, asimismo, se encuentra en Artziniega, que anda dándole vueltas a cómo convertir en su personaje de Carnaval a aquel gallo, normalmente negro, que acompañaba a los niños de casa en casa por Carnestolendas, cantando y recogiendo viandas para hacer una merienda, según varias canciones de tiempos remotos que han permanecido en la memoria colectiva.

“Otro símbolo del renacer del año nuevo, que luego se mataba y cocinaba, para afrontar el nuevo ciclo, y que también guarda mucha similitud con las cuestaciones de Santa Águeda”, aporta Muguruza.

La punta de un iceberg

Y es que aunque los de Asparrena, Kanpezo, Kuartango, Salcedo y Zalduondo sean los más famosos, son solo una muestra de los 126 carnavales rurales que se tienen registrados en el territorio y que en 2015 fueron la primera manifestación cultural inmaterial catalogada por el Gobierno Vasco. De todo ello da buena cuenta la exposición permanente que alberga el museo etnográfico de Zalduondo. 

Una década más suma la asociación AHIK (Arabako Herri Inauteriak), pues fue fundada en 2008, con la misión de unir fuerzas, coordinar esfuerzos y revitalizar los Carnavales Rurales que se celebran en Álava.

Grupo de porreros en el carnaval rural de Kuartango.

Grupo de porreros en el carnaval rural de Kuartango. Redaccion DNA

Actualmente, está formada por representantes de las citadas cinco zonas de Álava donde estas tradiciones se mantienen vivas, aunque está abierta a la incorporación de nuevas localidades que deseen recuperar o impulsar sus propios carnavales rurales. 

Con todo, hasta el pasado noviembre no se había celebrado un encuentro común que aglutinara a todos estos carnavales. Ocurrió también en Zalduondo, en un evento de nombre Maskaraba que supuso una oportunidad histórica para poner en valor la riqueza cultural de nuestras localidades, pues también hizo hueco al Katximorro de Laguardia, más ligado a danzas vascas, y al Katxi de Oion, personificado desde 2005 por Juan José Andollo que, este mismo martes y miércoles, ha vuelto a escenificar el famoso revolcón de las fiestas de San Vicente y San Anastasio, en base a una tradición que se remonta a 1676.

Término propio en euskera

Más antiguo aún, de entre 1564 y 1567, es el manuscrito en Euskera de Joan Pérez de Lazarraga –también custodiado en el museo de Zalduondo– y sobre el que nos obliga a mirar con lupa Muguruza, más allá de que estemos ante una joya literaria, descubierta en 2004, que ha revolucionado la filología vasca y que tiene mucho que aclarar en torno a qué tipo de euskera se hablaba en Álava en el siglo XVI.

“El manuscrito del apodado el poeta y con bastantes sospechas de ser amigo del mismísimo Cervantes, dice textual… 'alegere baxe sekula triste, nik diot egun dala aratixte', que traducido a castellano significa alegre pero jamás triste, porque digo yo que hoy es Aratuste. Es decir, estamos ante la primera mención escrita a los carnavales en Euskal Herria y, para más enjundia, referida a los alaveses, porque lo escribió un noble de Agurain. Así que a ver si empezamos a usar este término eusquérico para referirnos a nuestros carnavales: Aratuste, con más pedigrí alavés imposible”, apostilla Muguruza.