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«Vuelvo con las ganas de ofrecer lo que yo no tuve en mis comienzos»
Andoni Aresti, exbailarín y profesor de danza
Poco a poco la danza empieza a tener un lugar relevante en Euskal Herria. Andoni Aresti abrirá en septiembre una escuela de danza en Leioa, con el fin de aportar su granito de arena. En este espacio, que pronto será su academia, habló sobre su próximo proyecto así como sobre sus impresiones acerca de la danza.
¿Cómo fueron sus comienzos en el mundo de la danza?
Empecé a hacer danza de euskal folklore. Mi aita tenía un grupo de danzas y así comencé en este mundo. Entonces, un profesor de ballet me vio bailar y les dijo a mis aitas que tenía posibilidades. De esta manera, empecé en el mundo del ballet clásico. Al principio no me entusiasmaba demasiado. En esos momentos estaba haciendo teatro, estaba muy metido en esa historia y cuando acabé COU hice las pruebas de arte dramático en Madrid y me cogieron. Fue allí el despertar de todo. A partir de ahí comenzó mi carrera como bailarín.
Ha estado 24 años trabajando fuera, ¿es imposible labrarse una carrera de danza en Euskal Herria?
Cuando yo empecé no teníamos nada. Ahora, lo que queremos los que hemos estado fuera es, entre todos, crear una infraestructura y que se cree cantera. Sobre todo para que los chavales puedan empezar con una buena base. Hay mucho material y mucho para hacer. Bilbao está despertando, es una ciudad con mucha proyección. Todos los que volvemos lo hacemos con esas ganas de dar lo que nosotros no tuvimos.
¿Qué es lo más duro de esta profesión?
Lo más duro que tiene la profesión es su propia disciplina. Es una disciplina muy rigurosa que no te permite descansar, tu cuerpo siempre tiene que estar en forma. Los actores, por ejemplo, hacen un espectáculo, llegan al estreno y hasta el siguiente espectáculo no vuelven al teatro. El bailarín, al día siguiente está otra vez en la sala de baile para muscular y estirar su cuerpo.
¿Y lo mejor?
Para mí ha sido mi fuente de vida, el motor de estímulos. Bailar es una terapia, es poder decir a través del cuerpo lo que no eres capaz de decir con las palabras. Desarrollas vocabularios, conoces diferentes culturas. También sirve para aceptarte tal y como eres. Es un mundo precioso.
¿Cuál ha sido el momento más importante de su carrera?
Cuando empezaron a hacer creaciones pensadas en mí. Es impresionante que un coreógrafo se inspire en tu persona y cree un ballet con muchísimos bailarines. También hay dos personajes, Salieri y Rotten, que son los dos personajes que más me han ayudado. Además, con el último recibí el premio de la crítica en Austria al mejor artista del año y me dio muchísima satisfacción, fue muy bonito.
En cuanto a la creación de la academia de danza, ¿cómo surgió la idea de llevar a cabo un proyecto así?
Fue el encuentro con el espacio. Siempre he tenido en mente que algún día volvería a Leioa, mi pueblo. La idea surgió a través de una conversación telefónica con mi hermano. Yo estaba en Roma rodando, y después de un día agotador, él me animó a que montara algo por mi propia cuenta. Al principio, la idea no me convencía mucho, pero a pesar de todo le dije que si encontraba algún local que me lo comentara. Al día siguiente, me dijo que cogiera el avión para poder ver el local que había visto. Yo, como cada cierto tiempo necesito reinventarme, lo hice. Cuando vi el lugar surgió el amor a primera vista.
¿Qué tipo de disciplinas va a impartir en la escuela?
Va a tener dos líneas. Una para formar a gente profesional en el ámbito de la danza clásica y la otra va a ser un espacio para todo aquel que le guste bailar danza moderna o contemporánea. La primera es para niños o gente que tenga experiencia en la danza clásica. La segunda opción es para gente que no haya bailado en su vida. También quiero crear un laboratorio de euskal folklore para unir y mezclar los vocabularios aprendidos de otras coreografías, con percusión y otras técnicas. De todos modos, voy a esperar un poco a la demanda. En septiembre se abren los plazos de matrícula y dependiendo de lo que quiera la gente, comenzarán los diferentes cursos, el primero en octubre. A parte de formación de bailarines, quiero que sea un espacio abierto al movimiento.
Una vez al mes, el profesor y exbailarín italiano Alessandro Bizzi irá a impartir clases en la escuela, al mismo tiempo que usted irá a Roma para hacer lo mismo, ¿qué es lo que quiere conseguir con este intercambio?
Alessandro y yo llevamos la misma línea de trabajo, pero somos muy diferentes. Él es un bailarín lírico y yo de carácter. Hemos trabajo mucho juntos y nos ha ido de maravilla. La última semana de cada mes vamos a hacer intercambio de vida. Esto hará crecer a los alumnos y también es importante que haya un punto de conexión entre las dos ciudades. Tener contacto con una ciudad como Roma es muy importante.
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