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Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka «Sin disciplina sería como un torero con estoque de madera» «Es una bailarina muy técnica y muy bonita»

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«Sin disciplina sería como un torero con estoque de madera» «Es una bailarina muy técnica y muy bonita»

Tamara Rojo se queja del «desconocimiento» de la danza clásica que existe en España

Egilea
Leticia Álvarez
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Gijón
Mota
Elkarrizketa
Data
2005/06/30

-Al fin la danza, ¿cree que el reconocimiento debería haber llegado antes?



-No quiero mirar hacia atrás. Para mí es un reconocimiento enorme... Mucho más de lo que me esperaba. Es especial porque este premio tiene un gran prestigio y espero que signifique el renacimiento de la danza en España.



-Siempre reivindica más atención a la danza clásica en su país, ¿será difícil lograrlo?



-El problema es que en España hay un total desconocimiento, nunca ocurre nada con respecto a la danza: no hay una gran actuación, un gran montaje... No hay noticia alguna de este mundo.



-Sin embargo, sí se presta atención a la danza contemporánea. ¿Es el clásico algo desfasado?



-No, en absoluto, el problema es que los bailarines de danza contemporánea tienen el monopolio y están muy protegidos. Si eres bueno puedes hacer de todo, pero no te permiten entrar en su círculo.



Dueña de la escena



-¿Qué significa compartir este galardón con Plisétskaya?



-Un honor. Ella es una gran figura, para ella se han creado cosas... Me imagino que estará en algún lugar del mundo colgada del teléfono como yo.



-Frente al academicismo y la férrea disciplina de las escuelas de clásico, aparecen nuevas tendencias que opinan que para enseñar danza hay que ser más flexible. ¿Qué opina?



-Que es una equivocación. O eres un maestro de tu oficio o no te dediques a él. Sin disciplina serías como un torero con estoques de madera... Te matarían. Si quieres salir al escenario y ser dueño de la escena tus armas son las técnicas. Que sean amable contigo cuando eres pequeño es hacerte un flaco favor.



-¿Con Tamara no lo fueron?



-Conmigo fueron muy exigentes.



-¿Qué hubiera dicho si entra en su primera clase de ballet y le garantizan que algún día sería Premio Príncipe de Asturias?



-Nunca había visto un ballet en mí vida, así que qué iba a decir. Tenía cinco años y lo único que sé es que me gustó aquel ambiente de recogimiento y autocontrol tan distinto al del colegio. No sé por qué pero entonces me pareció encantador.



Tocar el cielo



-En otra vida, de no haber sido bailarina ¿hubiera sido cisne?



-Hubiera sido artista, seguro. Música o algo parecido. Hay una parte de mí que me dice que me expreso así. A veces me dicen que soy más Tamara en el escenario.



-Y en la discoteca, ¿se le escapa ponerse en puntas a pesar de escuchar la canción del verano?



-Que va. Me encanta ir a la discoteca y bailar fuera de control sin pensar en si mis piernas están estiradas o no.



-¿Cuál fue el mejor consejo que le dieron?



-Vete. Vete fuera de España.



-Ahora es primera bailarina del Royal Covent Garden de Londres. ¿Alguna vez ha tocado el cielo cuando baila?



-La verdad es que hay momentos realmente espirituales. No sé si es tocar el cielo. Es algo espiritual.



-¿Qué altura alcanza cuando vuela?



-Nunca lo he medido. Tampoco la longitud de mi zancada. Saltar por saltar es deporte y nosotros creamos, es un efecto visual.



-Algún día será maestra, ¿cómo será?



-Exigente y generosa. Nunca se deben hacer comparaciones con lo que tú has sido. Hay que dejarles su espacio y aportarles tu experiencia... Son las estrellas del futuro.



TAMARA ROJO

Nació en Montreal (Canadá) en 1974, pero a los cuatro meses se trasladó a españa con su familia.



A los diez años ingresa en la escuela de Víctor Ullate.



En 1997, ficha como primera bailarina para English National Ballet de Londres.



En 2000, ingresa en el Royal Ballet del Covent Garden. SEGÚN VÍCTOR ULLATE



«Cuando me he enterado de que Tamara Rojo había recibido este premio he sentido un gran orgullo porque ella ha sido alumna de mi escuela desde que tenía nueve o diez años y un maestro hace de sus alumnos lo que él quiere, los moldea, en cierta medida. A Tamara la considero prácticamente un hija. La conozco bien y he trabajado mucho con ella. La recuerdo en muchas ocasiones, pero quizá especialmente bailando 'Volar hacia la luz', que hice en memoria de mi madre. Saber que he contribuido de alguna manera a que logre un reconocimiento así me llena de orgullo y de satisfacción. ¿Menudo elenco me ha salido! Aún no he podido felicitarla pero tengo ganas de hacerlo, aunque estoy seguro de que conseguirá muchos premios más porque ella es una artista con mucho talento y mucha fuerza de voluntad. Es una bailarina muy técnica y muy bonita... Es como una muñeca. Y realmente es una pena que en España no haya una compañía a la que ella y tantos otros artistas que tenemos puedan venir a bailar asiduamente».

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