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«Quien baila para ser famoso se equivoca»
«Es un trabajo que adoro, pero tampoco salvamos vidas», advierte la zumaitarra, que hoy actúa en el teatro Arriaga
-Dicen que el de la danza es un mundo con grandes egos.
-Algunas
personas se traen unos humos para los que no hay ningún sentido. Lo que
hacemos es muy bello, es una profesión que adoro, pero no salvamos
vidas.
-¿Y cómo lo lleva?
-Es un mundo difícil. No es
fácil encontrar gente en la que puedes confiar plenamente. Mientras
todo te va bien y tengas éxito, todos quieren estar contigo, pero a mí
me interesa la gente que me quiere por lo que soy y no por lo que hago.
Porque soy Lucía y eso no lo consigues en la danza.
-Trabajar junto a su marido será una ayuda.
-Es
una ventaja enorme. Siempre viajamos juntos aunque sólo vaya a bailar
uno. Es genial tener una persona con quien poder compartir estas
experiencias. Ser dos hace que todo sea más ameno, es como una pequeña
aventura cada vez. Puede que te encuentres en la mitad de Rusia y no
entiendas una palabra, pero al ser dos te puedes reír de cualquier
cosa. Más que dos personas somos una pareja.
-A su familia la ve poco.
-Cuando
dejas tu casa a los 13 años, como yo, valoras mucho más el sentido de
la familia y saber que hay gente con la que puedes contar siempre. En
el trabajo puedes estar muy contentos contigo, pero si caes enfermo te
sustituyen. Siempre he echado de menos tener cerca a mi madre.
-Quizá los humos sean un mecanismo de defensa ante la soledad.
-No
sé si es un mecanismo de defensa, pero es la gente que menos trabaja la
que se da más humos. Nunca lo he entendido. Yo no elegí esta profesión
para ser conocida y ser una estrella de la danza. Lo único que pretendo
es hacer mi trabajo lo mejor posible y si eso hace que me convierta en
una estrella, mejor, pero no es lo que buscaba. Sin embargo, hay gente
que hace este trabajo para que le traten como a una estrella y se
equivocan. Si te preocupas de la fama no lo haces por el trabajo. Los
que más se creen, son los que menos lo demuestran.
La fama
-¿Por ejemplo?
-No soy quien para juzgar.
-¿Hay piques por ser la mejor? Con Tamara Rojo por ejemplo.
-Desde
mi punto de vista no. Nunca me ha preocupado quién es más conocida. Soy
la primera en admirar sus cualidades y si ella tiene un pique conmigo
es su problema.
-Pero, ¿lo tiene?
-No lo sé. No nos vemos
los suficiente y si lo tiene tampoco me importaría, no me afecta. No
pienso que se pueda comparar una bailarina con otra.
-¿La da rabia que se la conozca más por el concierto de Año Nuevo que por su brillantísima carrera?
-Todo
lo contrario. Fue algo muy especial. Muy pocos tienen esa oportunidad.
Como mucho se puede actuar para 3.000 espectadores en un gran teatro,
el concierto es seguido por decenas de millones de personas en todo el
mundo.
-¿Le daba miedo cometer un error ante tanta gente y en directo?
-Ensayamos
más de cincuenta veces cada secuencia, pero era mucho más excitente que
grabarlo, no había posibilidad de error, era una aventura. Aunque una
vez que comienza la música te olvidas de todo.
Una vida normal
-¿Cómo es su vida fuera de la danza?
-Hay
personas que se quedan enganchadas, yo llevó una vida normal. Si
quieres poner emociones verdaderas en el escenario tienes que vivirlas
y no hay mejor escuela que la vida. Mi marido y yo nos sentimos
afortunados por lo que hacemos y cuando terminamos nos vamos al cine.
-Vida normal, pero limitada.
-Tiene
su sacrificios. Por mucho que nieve en Múnich, donde vivo, no tengo
derecho a ir a patinar o a esquiar, pero me parece lógico.
-¿Compensa?
-Por supuesto. Si no, no lo haría.
-¿Económicamente también?
-No
se hace está profesión por el dinero. No esta compensado como en otras
profesiones que trabajan mucho menos y ganan mucho más.
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