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«Para bailar bien hace falta, sobre todo, cabeza»

Pirmin Aldabaldetreku, ex bailarin

Egilea
Mitxel Ezquiaga
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Elkarrizketa
Data
2005/12/03

- A otros, con su biografía, ya les estarían haciendo homenajes. Pero usted ha vuelto a Zarautz a la chita callando...

- Mi vida ha sido una película, sí, pero nunca me preocupó lo que dicen los demás. Quería regresar a Zarautz porque aquí está mi familia. Y no quiero homenajes, aunque sí transmitir a los demás mis conocimientos.

- Sale en las enciclopedias británicas de ballet pero aquí es un desconocido.

- Mi gran lástima es no haber actuado nunca aquí. Fuí 'niño de la guerra'. Llegué a Londres con siete años y sin mis padres. Podía haberme hundido pero la danza salvó mi vida. Logré ser primer bailarín del mítico The Royal Ballet en Londres hasta que me lesioné. Durante décadas he dirigido mi academia en Oporto.

- Vamos al principio: la guerra.

- Mi padre era destacado miembro del PNV y tuvo que exiliarse en París con mi madre. Mis hermanas y yo fuimos de los 4.000 niños evacuados a Inglaterra. Estaba previsto que nos reuniéramos todos en México, pero estalló la Guerra Mundial. Con diez años era 'veterano de dos guerras'.

- ¿Parece una novela de Dickens!

- Mi padre murió en México y mi madre regresó a Zarautz con los tres hijos que habían nacido en el exilio. Y entre tanto yo ya había empezado mi carrera de bailarín en Londres.

- ¿Cómo un chaval que llega en barco termina en la mejor compañía?

- Una gran ola de solidaridad nos acogió en Inglaterra. Yo estaba en un colegio y a los 14 años vi una actuación de ballet y supe con seguridad que era eso lo que quería hacer. Logré una audición con Ninette de Valois, directora entonces del Royal Ballet, y me aceptaron en su escuela. Luego formé parte de la compañía, donde fuí bailarín principal durante años.

- ¿Y no venía nunca al País Vasco?

- Hasta 1958 fuí un tránsfuga, porque no había hecho la mili. Venía a Hendaya y ahí me reunía con mi madre y mis hermanos. Luego ya empecé a venir, pero siempre de vacaciones rápidas... hasta hace un año.

- Hablemos de sus años de esplendor en Londres, como gran figura.

- ¿Fueron años espléndidos, desde que tenía 17 hasta los 30 años! Hicimos grandes giras por América, Europa, Africa del Sur... Era un trabajo duro, esclavo, porque tu cuerpo es tu herramienta. Pero fuí feliz.

- ¿Cuál fue su gran papel?

- Según la crítica La fete etrange. Dejé tal recuerdo que hace sólo un mes la compañía me invitó a Londres para que enseñara al bailarín que va hacer ahora el papel en un nuevo montaje. Decían que se notaba que yo no era inglés: ponía más temperamento. Mi nombre artístico era Pirmin Trecu. Para los ingleses no era fácil pronunciar Aldabaldetreku.

- Pero se lesionó, como los futbolistas.

- A los 30 años tuve una lesión de rodilla. Pero siempre he sido positivo: me puse en marcha. Fuí a Oporto a montar una academia de danza. Ahí pasé cuarenta años y he formado a bailarines que han triunfado en Portugal. Pero la ciudad de mi vida fue Londres.

- ¿La zapatilla de Margot Fonteyne?

- Vino a Oporto a actuar y le pedí permiso para llamar a mi escuela con su nombre. Aceptó. Luego le pide la zapatilla con la que acababa de bailar Giselle. Y me la regaló. Es mi tesoro.

- ¿Cuál es la grandeza de la danza?

- Para el artista es un trabajo más sacrificado, pero para el espectador, cuando conecta con la magia del escenario, la comunicación es total.

- ¿Qué hace falta para ser bailarín?

- Un buen físico, pero sobre todo buena cabeza. No conozco a ningún buen bailarín que sea tonto: para bailar cuenta más la cabeza que las piernas.

- ¿Y ahora qué?

- Vine a Zarautz a recuperar mis raíces. Pero me gustaría transmitir mis conocimientos a los jóvenes. Sé que la danza es la hermana pobre de la cultura pero quiero ayudar. En Inglaterra digo que soy Pirmin Trecu y se abren puertas. Aquí no me conocen.

- A veces parece que sí hay una eclosión del ballet. Vea a Lucía Lacarra.

- Esa una excelente bailarina, pero son casos aislados. Falta que el Gobierno Vasco apueste en serio.

- ¿Qué ha aprendido de la vida?

- Tolerancia. Y no hundirte en las desgracias: siempre salir adelante.

- Vascos, ¿tiene remedio lo nuestro?

- Espero que sí, pero mi conocimiento de política es igual a cero.


Nací en 1930 en San Pelayo, en Zarautz. Tengo 75 años
Soy soltero: nunca tuve tiempo de casarme.
Salí de Zarautz en la guerra civil y me crié en Inglaterra.
Fuí primer bailarín del Royal Ballet of London y durante cuarenta años dirigí mi academia en Oporto.
He regresado a Zarautz hace un año. Es todo un personaje que ha vuelto a Zarautz envuelto en la discreción. Su vida es reflejo de la historia de este país, desde aquella evacuación en los años de la guerra. Tiene aspecto de dandy, piensa en inglés y su álbum de fotos habla de glamurosos triunfos en la Londres de los 50.

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