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«No será el público quien me dicte cuándo tengo que dejar los escenarios»
El bailarín bilbaíno imparte un curso en el marco de los cuartos Encuentros de Arte y Cultura de la UPV
En media hora desgrana anhelos y recuerdos de tantos años 'encerrado' en un estudio de baile, algo casi tan difícil como tratar de enseñar en una semana lo que le ha costado aprender dos décadas.
-Lleva casi 20 años dedicado a la danza. ¿Qué se puede aprender en seis días?
-Para la técnica hace falta mucho tiempo. Yo llevo 20 años y sigo aprendiendo. En estos cursos trato de transmitir la idea de lo que debiera ser la danza. Les digo que requiere esfuerzo y disciplina, pero que el ballet es un compendio de todas las artes y que no entiendo un bailarín que no disfrute de la cultura o la escultura.
-En un viaje a Rusia contactó con personas cercanas a Grigoróvich y les dijo que quería interpretar a Iván el Terrible. ¿Para llegar alto en el ballet hace falta también ambición?
-Más que la ambición yo diría que no hay que ser conformista con lo que la vida te va dando, que en mi caso ha sido mucho, sino que hay que estar anhelando mucho más.
-Ensayó el personaje en tres semanas. ¿Sigue dando lo mejor de sí mismo en situaciones límite?
-El personaje lo había preparado en 15 años porque esta profesión es una carrera de fondo, aunque yo la he hecho en pequeñas carreras de 100 metros y ésa fue una de ellas. He construido una casa de la manera más atípica y he tenido la suerte de que no se me ha venido abajo, y además a la gente le ha gustado pero es un riesgo enorme. Por una persona que sale haciéndolo como yo, he visto a 99 que se han pegado el gran batacazo.
-¿Está preparado para el fracaso?
-Cuando llevas 20 años dejándote la piel todo es muy relativo. Todo lo que para la gente fue un gran éxito, para mí fue un trabajo más, y te lo digo de verdad. Cuando te ha costado tanto llegar vives un momento único de adrenalina, es algo que no se puede explicar, pero cuando acaba enseguida dices: pasamos a lo siguiente. Con el fracaso ocurre igual. No existe cuando te entregas del todo como yo lo hago. Igual no estás a la altura pero no lo llamaría fracaso.
-Con Ivan el Terrible aseguró haber cumplido un sueño ¿Cuántos ha cumplido desde entonces?
-Seguir día a día ya es un sueño porque el ballet lo debe de hacer gente que cree en los sueños y que sigue teniendo ese punto de Peter Pan. Si no, ya me dirás qué hace un señor subido a un escenario en mallas interpretando 'La bella durmiente'.
-¿Y cuántos le quedan por cumplir?
-¿Muchísimos! Entre ellos abrir una escuela.
-Dice que no quiere perpetuarse en los escenarios. ¿Se ha dado plazos?
-Eso es como si me preguntas cuándo me voy a morir porque yo moriré siendo bailarín. Y ser bailarín es algo muy egoísta porque se hace porque se siente esa necesidad, no porque haya un público que lo esté demandando. El día que deje de tener esa necesidad o crea que no estoy a la altura dejaré de bailar, pero no va a ser el público el que me lo vaya a dictar.
-Acaba de estrenar paternidad. ¿Cómo le ha cambiado la vida?
-No ha sido un cambio, más bien una evolución. Ahora tengo unas responsabilidades que antes no tenía. Son pasos, que indudablemente te van cambiando, pero no es algo radical.
«No debo nada a nadie, no me dieron ni una beca para bailar»
Y. V./BILBAO
No es amigo de darse plazos, pero Igor Yebra se ha marcado el reto de que para septiembre de 2006 la idea de crear una escuela de danza en Bilbao sea
algo más que un proyecto.
-Los niños quieren ser actores y cantantes, pero ¿cuántos quieren ser bailarines?
-Niños no lo sé, pero niñas muchísimas, es una cuestión de tradición. Pero hay que hacer algo porque si las próximas generaciones van a tener que pasar por los mismos baches que la mía la evolución del ballet clásico va a ser mínima. No me gustaría que un niño que quiera bailar tenga que dejar Bilbao a los 14 años, como me sucedió a mí. Yo no le debo nada a nadie institucionalmente ni políticamente hablando porque no he recibido ni siquiera una beca para bailar.
-¿A qué ha tenido que renunciar?
-Desde los 14 hasta los 24 años me pasé 12 horas al día en el estudio de baile pero no me lo planteé como una renuncia a estar en la discoteca o con mis amigos porque hacía lo que quería. Claro que exige sacrificio, pero ¿quién no paga precios?
EL ARTISTA
Igor Yebra (Bilbao 1973) lleva desde los 13 años dedicado a la danza. Conocido en los escenarios de todo el mundo, fue el primer bailarín no ruso en interpretar a 'Iván el Terrible' en el teatro del Kremlin. En los próximos meses tienen previsto actuar en Riga, Roma, Japón y Burdeos.
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