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«Necesitamos disciplina, pero también nos gustan las locuras»
Itziar Mendizabal, bailarina
- ¿La reciente nominación como primera bailarina de la Compañía de Víctor Ullate la ha acogido como una respuesta a su excelente trayectoria o por el contrario le ha sorprendido?
- Un poco de sorpresa sí que ha sido para mí, ya que pensaba que de producirse ocurriría más adelante. Estos últimos meses he estado trabajando duro y después de ver cómo me he desenvuelto en los ensayos han decidido darme las funciones de Vertiginous free of exactitud y La Vagauda. Tengo que reconocer que es un ballet muy difícil por eso no estoy muy segura. Es muy duro y además requiere mucho trabajo para hacerlo bien.
- ¿Se puede decir que se encuentra frente a su reto más importante de su carrera profesional?
- Sí, sin ninguna duda. Lo veo como una gran oportunidad para demostrarme a mí misma de lo que soy capaz de hacer y de si puedo sacarlo adelante. Casi sin quererlo se asume mucha responsabilidad, ya que estos temas han sido bailados por primerísimos bailarines. Tengo que reconocer que estoy un pelín nerviosa a pesar de que los ensayos van muy bien. Se trata de un ballet muy arriesgado, muy difícil técnicamente y muy puro. Para mí va a suponer un antes y un después en mi carrera, por eso tengo muchas ganas de hacerlo, pero a la vez me da un poco de miedo. Va a suponer un salto en mi carrera, ya sin debutar por el mero hecho del nombramiento. Además es muy difícil ver tus propios progresos, es algo que suele ser muy lento.
- ¿Esto le coloca muy cerca del techo que se ha marcado en esta profesión?
- Intento no marcarme nunca ningún tipo de meta, sino ir siempre a más, sin ponerme ningún límite. El salir elegida primera bailarina es una forma de sentir que voy mejorando, pero también es cierto que todavía puedo ir a más. Antes que ser una bailarina conocida o llegar a tener un nombre prefiero comprobar que estoy mejorando y por ahora estoy pasando por un buen momento. Es imprevisible lo que a partir de aquí puede ocurrir. Es algo que no lo piensas. Claro que me gustaría probar a bailar en otras compañías de danza a nivel internacional, pero eso, si algún día tiene que llegar, ya llegará.
- ¿Tiene alguna preferencia por algún ballet en especial?
- Me encantaría bailar Giselle de Marius Pepita. Es uno de los clásicos más puros que siempre me ha gustado. De pequeña tuve la oportunidad de bailarlo como cuerpo de baile y ahora me gustaría como solista.
- Su apuesta por el ballet lo hizo muy joven al decidirse ir a Madrid con tan solo 14 años. ¿Piensa que la decisión fue un poco arriesgada?
- Eso me forzó a pasar de inmediato de ser una niña a una mujer. Me he perdido muchas cosas de la infancia y me cargué muy pronto de muchas preocupaciones. Por eso ahora los bailarines nos desahogamos haciendo algunas locuras, después de tanta disciplina recibida. Cuando vamos a los bares solemos montrar nuestros numeritos ridiculizando la música. Es una manera de romper con nuestras normas.
- ¿Qué le diría a una chica de 14 años que como uste desea embarcarse ahora en esta aventura?
- Pues no lo tengo muy claro. Primero le diría que esperara un poco. Ahora que lo pienso no sé si yo le dejaría hacer lo mismo en un futuro a una hija mía. Hay que ser muy fuerte para vivirlo. Por eso, sobre todo hay que tenerlo muy claro y estar muy segura y luego hay que ir a por ello. También es imprescindible contar con gente que te apoye, que esté ahí en los momentos malos.
- ¿Han sido muchos los momentos de bajón que ha vivido?
- He pasado por todo tipo de momentos, buenos y malos. Hay momentos que te ves floja y te cuesta trabajar y otros que no bailas mucho y te vas hundiendo. Te dan ganas de tirar la toalla. La peor fase es cuando estás a caballo entre la escuela y la compañía. Igual tienen temporadas en las que bailas mucho y otras nada y te crean dudas, inseguridad y el propio cansancio te puede. En estos momentos mi mayor apoyo es la familia y los amigos.
- ¿Su círculo de amistad se reduce exclusivamente a este mundo?
- No, no sólo son los del baile. Todavía guardo amistad con las amigas con las que empecé a bailar con catorce años y que por una razón u otra lo han ido dejando. Me suele gustar mucho juntarme con ellas para desconectar de mi mundo y para que me cuenten sus cosas de estudiante.
-¿Resulta difícil compaginar esta disciplina con una pareja?
- Hay bailarines que tienen parejas que no son de este mundo, pero es muy difícil. Llevas un ritmo de vida diferente y es fácil asimilarlo. Además, tampoco dispones de mucho tiempo para conocer gente. Muchas veces la gente da prioridad al baile frente a la pareja.
- ¿Qué tipo de relación le une al maestro Víctor Ullate? ¿Es sólo profesional?
- Es muy buena. Desde que llegué a su escuela con catorce años conecté muy bien. Siempre ha sido muy exigente conmigo y me ha hecho mucho llorar. Nuestra relación es muy especial.
- ¿Para cuándo su retorno a los escenarios donostiarras?
- Este 2003 no está programada ninguna actuación. El caso es que a mí me encantaría. Es muy emocionante bailar en casa. En junio tuve la oportunidad de bailar en el Victoria Eugenia, y las sensaciones que se viven son muy diferentes ya que tienes a tus padres y amigos viéndote.
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