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«Mi fascinación por el flamenco me llevó a descubrir mi verdadero origen»
Maha Akhtar. Escritora, Periodista y Bailaora
Maha Akhtar (Beirut, 1963) tiene una personalidad
magnética. En tan sólo unos minutos de conversación, el interlocutor
más osado queda atrapado por su hechizante belleza oriental, su efusiva
manera de hablar, gesticular. Una espontaneidad que resulta,
sorprendentemente, muy latina. Pero esto tiene truco, porque por sus
venas no corre sólo sangre asiática. También tiene origen malagueño. Es
la nieta de Anita Delgado, la bailaora de origen humilde que fascinó a
la España de principios de siglo XX cuando contrajo matrimonio con un
riquísimo maharajá de India y viajó a Oriente para vivir como una
princesa entre suntuosos palacios, cacerías de tigres, harenes de 'Las
Mil y una Noches' y voluptuosas bacanales.
Pero Akhtar no ha sabido quién era su abuela hasta hace
sólo cinco años, cuando descubrió sus verdaderos orígenes. La noticia
ha trastocado su vida. Para superar tremenda impresión se ha volcado a
escribir un libro autobiográfico. En 'La nieta de la Maharaní'
(editorial Roca) la autora relata, a través de tres generaciones, la
historia de cuatro mujeres de vidas apasionantes: la de su abuela
paterna, Anita Delgado; la de su madre, Zahra; la de su abuela materna,
Laila; y finalmente la suya. Escrita con un ritmo trepidante, en esta
cautivadora narración se entretejen secretos inconfesables, amores
frustrados, existencias trágicas marcadas por la despiadada represión
de la mujer en el mundo musulmán.
Maha Akhtar es escritora y periodista. Colabora con el
periódico 'The Times' en India y la revista 'Departures' y durante 15
años fue mano derecha de Dan Rather, icono del periodismo
estadounidense y presentador de CBS News. Como su abuela, también es
bailaora profesional y ha compartido escenario con Manuela Carrasco,
Rafael Amargo y Juan Polvillo.
-Le apasionaba el flamenco y España sin que
hubiera una razón lógica para ello, y de repente descubre que es la
nieta de una famosa bailaora malagueña. Vaya sorpresa. ¿no?
-Sí, enorme. Yo ya había empezado a bailar flamenco diez
años antes de conocer mis verdaderos orígenes. Me encantaba España,
aquí me sentía como en casa sin saber muy bien el porqué. Luego lo
entendí todo. Mi amor por el flamenco lo llevaba en el ADN. De alguna
manera, he cerrado un círculo que había empezado un siglo atrás, cuando
mi abuela Anita Delgado viajó a India desde España.
-¿Mera casualidad o el destino?
-Ha habido demasiadas casualidades en mi vida, no puede
ser que todo sea una simple coincidencia. Creo en el destino. Siento
que la historia ya está escrita, que yo soy tan sólo un personaje
dentro de ella.
-¿Qué se siente cuando uno, de repente, descubre que no es la persona que siempre ha creído ser?
-En un primer momento sentí mucha rabia, luego entendí
la postura de mi madre. Se había quedado embarazada en un viaje a
Londres, siendo muy joven, donde mantuvo un romance furtivo con Ajit
Singh, el único hijo de Anita Delgado y el maharajá de Kapurthala. En
los años sesenta ser madre soltera en el mundo musulmán era una
tragedia. La casaron con un hombre al que nunca amó, mi padrastro, que
nunca me aceptó como hija, y que me envió a un internado inglés con
ocho años.
«Ahora lo entiendo todo»
-¿Qué precio tiene guardar un secreto de estas dimensiones?
-Un precio altísimo. Mi madre sufrió mucho, también las
personas que lo compartían, como mi tía. Yo padecí lo indecible. No
comprendía muchas de las cosas que me pasaban, el rechazo hacía mí del
que yo creía mi padre, la tristeza de mi madre. Ahora lo entiendo todo.
-Su verdadero pasado lo descubrió por culpa de un mundano trámite burocrático.
-Sí, curiosamente gracias a mi fascinación por el
flamenco descubrí mi origen. Para comprarme una casa en Sevilla
necesitaba renovar mi pasaporte británico, y para ello hacía falta una
partida de nacimiento. Pero en el hospital donde yo creía haber nacido
en Australia, me dijeron que no había rastro de mi paso por allí. Tuve
que viajar hasta Beirut para hablar con mi madre, aquejada de un cáncer
terminal. Ella me confesó: 'Tú naciste en esta misma cama en la que yo
voy a morir'.
-¿Consiguió renovarse el pasaporte?
-No lo conseguí. Pero por suerte sí que logré comprarme la casa en Sevilla. La adoro.
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