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«Me gustaría hacer como los tres tenores pero en flamenco: Canales, Cortés y yo»
Rafael Amargo presentó en Donostia su ‘Tiempo Muerto’, un espectáculo sin artificio, «sólo con cante y tacón»
Tiempo Muerto es el sexto montaje
de Rafael Amargo y desde que en 1997 creara La garra y el ángel su
carrera ha ido evolucionando del flamenco más puro hasta los grandes
espectáculos como Poeta en Nueva York o Enramblao. Producciones en las
que se ha rodeado de otras disciplinas como el breakdance, el
contemporáneo, el teatro aéreo, el cine...
«Ahora
busco al Rafael más primitivo, al que salió de Granada con 16 años a
buscarse la vida. Conozco cada vez mejor el mundo del arte y no hace
falta tanto; ni montajes audiovisuales ni grandes decorados. A veces
menos es más. Me despojo de todo para que sólo queden la danza y la
música y para que el público no se despiste. Por eso he vuelto a la
esencia de mi concepto artístico y creativo del flamenco», confiesa el
coreógrafo y bailaor.
Y con el escenario
vacío, Rafael Amargo ha querido reforzar la parte más musical del
espectáculo y ha contado para ello con la composición musical de Juan
Parrilla, destacado intérprete y compositor flamenco. «He cambiado de
músicos y he cambiado de códigos. Creo que he encontrado la pureza del
flamenco. Antes era como un joven ambicioso loco, un caballo desbocado
y ahora estoy más sereno».
El espectáculo que
ayer presentó en San Sebastián repasa todos los palos del flamenco y
rinde un homenaje a Lola Flores, «la persona de la que más aprendí. Yo
le miraba y aprendía y en Tiempo Muerto le dedico una zambra». Antonio
Gades y Mario Maya fueron también los puntos de referencia de Amargo,
fueron sus ídolos y de ellos aprendió «el arte».
«Aquí me quieren»
«Torero
frustrado», optimista y «con mucha alegría en el cuerpo», Amargo ha
querido que el público donostiarra fuera el primero en contemplar su
nueva obra. Tal y como afirma son muchos los lazos que le unen con esta
ciudad. «Aquí conocí al gran amor de mi vida. Ocurrió durante un
Festival de Cine, y por eso San Sebastián me huele a romance. Además la
gente me quiere mucho, siempre que he venido, y ya van muchas veces, la
respuesta del público ha sido grandísima, más que en mi tierra. Y
también viví aquí seis meses, mientras trabajaba en el ballet de José
Luis Moreno. Entonces tenía 16 años... éramos una manada de locos que
nos comíamos el mundo».
Amargo asegura que ha
madurado, «estoy en un tiempo muerto, tengo 31 años y vivo otro ciclo
de mi existencia», y reconoce que «es más interesante mi faceta de
creador que de bailarín, pero sé que la gente quiere verme bailar por
lo que me quedan todavía muchos zapatazos».
Dentro
de unos meses se cumplen diez años de la compañía de Rafael Amargo.
«Somos 40 personas las que formamos el ballet y seguro que nos
vestiremos de gala para la ocasión», confiesa Amargo que mira al futuro
«con muchas ganas» y con una ilusión; «hacer los tres tenores de la
danza flamenca: Antonio Canales, Joaquín Corté y yo. Sería algo
maravilloso».
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