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«Me gustaría bailar en el Victoria Eugenia, antes de retirarme, por tranquilidad del alma»
Iratxe Beorlegui, primera solista de la Compañía Nacional de Danza de México
Los ensayos del rol protagonista de Katharina de La
fierecilla domada han mantenido en el aire su estancia en Donostia,
hasta el último segundo. Y es que Iratxe Beorlegui, Primera Solista de
la Compañía Nacional de Danza (CND) de México, tenía el corazón partido
entre su obligación con la formación azteca y su deseo de recibir el
Premio Trayectoria Artística de Gipuzkoa. Finalmente, sí pudo ser y la
intérprete donostiarra recogerá hoy, a las 12,00 horas, en el Teatro
Principal, el galardón que distingue su carrera profesional. Atrás
quedan sus años de formación en la Academia Anaiak y en el
Conservatorio donostiarra, junto a Peter Brown. Con apenas catorce
años, debutó como profesional en el desaparecido Ballet de Euskadi
(1989-1996) y de ahí, en una pirueta del destino, terminó en la CND del
país azteca, donde ha ascendido desde cuerpo de baile hasta el rango de
Primera Solista, en sus doce años de aventura mexicana.
- Recoge hoy el Premio de Gipuzkoa por su trayectoria artística, ¿qué sensaciones le produce?
- Es muy raro, porque yo no he bailado profesionalmente
en Donostia. Me siento sorprendida y me doy cuenta de que están
prestando más atención a los bailarines guipuzcoanos, porque yo ya
llevo doce años en México, más los cinco en el Ballet de Euskadi.
También me siento contenta, porque se valora toda mi trayectoria
profesional de manera que merece ser distinguida con un premio.
- A fecha de hoy, nunca ha bailado
profesionalmente en Donostia. Puede que nos sorprenda este domingo en
la Gala del Día Internacional de la Danza, ¿le gustaría?
- Me gustaría bailar en el Victoria Eugenia, al menos,
una función, antes de retirarme, por tranquilidad del alma. Sería como
devolver todo lo que Donostia me ofreció en enseñanza. Me encantaría
ofrecer una buena función, para que el público donostiarra pueda ver
todo lo que aprendí y en lo que me he convertido como bailarina.
- Empezó en la Academia Anaiak, pero el grueso
de su formación lo recibió en el Conservatorio de la mano de Peter
Brown, ¿cuál fue la mejor enseñanza que obtuvo del maestro inglés?
- Peter Brown me enseñó que el ballet podía ser un medio
de vida, ya que en Anaiak era muy pequeña, y, para mí, era como un
juego. Cuando comprendí que podía ser bailarina profesional, las
clases, las correcciones y todo se convirtió en algo más serio. A los
doce años, Peter escogió un grupo de chicas y nos ofreció impartirnos
clase por la mañana, con lo que debíamos seguir con la enseñanza
académica a distancia.
- A los catorce años, debutó como bailarina en el Ballet de Euskadi (1989-1996), ¿qué le aportó esa etapa?
- Aprendí a trabajar profesionalmente, a depurar
muchísimo la técnica, a preparar el cuerpo con intensidad. Para mí, fue
como un master. Éramos gente muy joven que bailábamos muchísimo. El
Ballet de Euskadi era una gran compañía, en la que Rafael Martí y
Ángeles Sautiño nos prepararon increíblemente bien. Dio la casualidad
de que actuábamos en el Festival de Biarritz y coincidimos con la
Compañía Nacional de Danza de México y así surgió la audición para ir
allí.
- ¿Cómo ha sido su periplo en la Compañía Nacional de Danza de México?
- Comencé como cuerpo de baile en obras como Giselle, El
Lago de los Cisne» o Cascanueces. Enseguida, me dieron la oportunidad
de hacer el paso a dos del Cisne Negro, porque vieron mis cualidades de
giro y técnica. Fue mi gran prueba de fuego, la pasé y fui ascendiendo,
poco a poco. Trabajé muchísimo para no estancarme como cuerpo de baile,
porque siempre quise hacer papeles principales.
- Ya ha conseguido ascender a Primera Solista, sólo le queda un reto: llegar a Primera Bailarina.
- Me gustaría, pero no lo estoy buscando. Siento que
llegar a Primera Solista ha sido un gran reto. Realmente, hago papeles
principales en las obras que representamos. Por lo único que me
gustaría que me subieran es porque sería un reconocimiento. No me
quiero aferrar a conseguir ese título: si viene, increíble; si no
viene, sería igual de feliz.
- Lleva doce años en México, ¿qué le debe al país azteca?
- Toda mi vida profesional y personal. Aquí he crecido
como persona y como bailarina. He bailado roles que nunca hubiese
soñado bailar. México significa muchos sueños cumplidos, como bailar el
papel de Kitri de Don Quijote en el Palacio de Bellas Artes de la
capital mexicana o las temporadas al aire libre en Chapultepec, con El
Lago de los Cisnes en la Isleta del Lago o La Bella Durmiente, en el
Palacio. México me ha dado mucha felicidad.
- Hay bailarinas de muchos tipos, ¿Ud. cómo se define?
- Me considero una bailarina fuerte y una de mis
cualidades son los giros y los fouettés. Soy una bailarina más bien
técnica; de hecho, los pasos a dos que más se me dificultan son los
sencillos. Lo fácil se me dificulta y lo difícil se me facilita (ríe).
- Casi dos décadas como profesional, ¿qué ha sacrificado por dedicarse a la danza ?
- Me dediqué a la danza y dejé cosas, porque quería
bailar, por lo tanto, no sacrifiqué nada, salvo el hecho de crecer como
persona lejos de mi familia, a los que veo una vez al año. Dentro de lo
que cabe, he sido una niña normal.
- Además de bailarina, trabaja como modelo publicitaria y ha sido jurado del 'Operación Triunfo' mexicano.
- Me encanta bailar, pero, a veces, necesito hacer otras
cosas para sacarme el ballet de la cabeza. Hice mi primer anuncio en la
época de Bilbao. Ya en México, un director de casting me dijo que tenía
una cara fotogénica y me llamaron de una agencia de modelos. Lo de La
Academia --versión mexicana de Operación Triunfo- vino, porque trabajé
de bailarina y, tres meses después, me llamó Giorgio Aresu para ser
jurado. Fue divertido e interesante, como experiencia.
GALA DE PREMIOS IRATXE BEORLEGUI
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