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«Me daba vergüenza que mis amigos me vieran bailar; no tenía vocación»
Israel Galván | Bailaor
Cuando Israel Galván habla, los nervios le pueden, y es que lo hace
«como una metralleta», en palabras del director de su espectáculo Pedro
González Romero. «Sin embargo, bailando es un fenómeno». Razón no le
falta. Arena, que llega mañana al Kursaal, viene avalado por un Premio
Nacional de Danza y magníficas críticas.
- Cuentan en
su biografía que ha vivido el ambiente de tablaos, fiestas y academias
de baile desde que tenía cinco años con sus padres, los bailaores
sevillanos José Galván y Eugenia de los Reyes. ¿No tuvo más remedio que
dedicarse a esto?
- Yo por mí no hubiera sido bailaor, pero mis
padres siempre han estado detrás. A mí eso de bailar me daba mucho
apuro. Yo no tenía vocación y me daba vergüenza que mis amigos me
vieran. A mí me gustaba el fútbol y lo que quería era ser normal, como
los demás, y eso de bailar y ensayar todo el día no me atraía nada.
Empecé a bailar porque en la academia de mis padres había muchas niñas
y para mí era un juego ir a verlas.
- En ese ambiente, ¿usted tuvo una formación académica o se considera un autodidacta?
-
Yo creo que soy más autodidacta, pero cuando por fin decidí dedicarme a
bailar, estuve con Mario Maya y me di cuenta de que yo había recibido
una cierta formación de mis padres. Con Mario Maya acepté una
disciplina y más tarde me hice autodidacta, pero después de haber
asumido sus enseñanzas.
- ¿Actualmente el baile es su vida?
-
Sí, pero me molesta ver tantos calendarios y fechas ocupadas. Me
incomoda trabajar tanto, aunque la verdad es que de vez en cuando
disfruto bailando. El baile es una de las cosas que más arrastran. Te
obliga a estar en plena formación diaria.
- Durante el día, ¿cuántas horas dedica a bailar?
-
Depende del momento. Cuando estoy ocupado montando un nuevo espectáculo
dedico todo el día, desde la mañana hasta la noche, a prepararlo,
incluso me faltan horas. Si no tengo en ese momento un espectáculo
entre manos, dedico unas dos horas de forma individual.
- ¿Se puede entender el flamenco sin beberlo desde niño?
-
Yo lo he vivido desde chico. He crecido en el mundillo de las fiestas,
los camerinos y los artistas. Ahora eso me da libertad para salirme de
lo que la gente está acostumbrada a ver y hacer cosas nuevas. Si no lo
hubiera vivido, supongo que no sería tan descarado a la hora de
plantear mi propio concepto del flamenco.
- ¿Se considera descarado?
-
No, pero cuando bailo tengo la misma desfachatez que cuando era niño.
Yo ya no quiero dar sorpresas ni hacer cosas forzadas, pero si me pongo
en el lugar del espectador, es verdad que me doy ciertas libertades.
Haber vivido todo esto de niño me da como permiso para hacerlo, aunque
no es algo premeditado, me sale solo. Tengo una relación especial con
el flamenco. No lo vivo como cualquier otra persona.
- ¿Cree que el género está viviendo un momento dulce?
-
Sí, yo creo que está pasando por un buen momento. Cada vez que
ofrecemos un espectáculo en el extranjero se llena. De hecho, es una de
las artes a las que se les da más dinero. En España los bailarines de
flamenco lo tenemos mucho más fácil que los de danza.
- ¿Y las
fusiones de flamenco con otras artes que se están haciendo hoy en día?
Y no sólo en baile. El grupo Chambao, por ejemplo, ha obtenido un gran
éxito con su fusión de flamenco y chill out.
- A mí me gustan
algunas iniciativas de fusión, pero no todas. Hay personas que lo que
hacen es unir distintos ritmos al del flamenco. Otros, sin embargo, no
piensan en la fusión, sino que su personalidad les lleva a interpretar
el flamenco a su manera. En este caso yo no hablaría de fusión, sino de
personalidad. Yo no digo que una forma u otra sea mejor o peor. En mi
caso, me considero sólo una persona libre.
- A usted también lo han calificado de revolucionario. ¿Qué opina cuando escucha estos comentarios?
-
Bueno, yo no puedo decir que sea un revolucionario, pero sé que las
cosas que hago se salen un poco de la norma que está más extendida hoy
en día. A mí lo que me alegra es sentirme bien.
- En 'Arena', que baila mañana en el Kursaal, ofrece una visión personal del mundo de los toros. ¿Cómo es el espectáculo?
-
Yo no me imaginaba haciendo un espectáculo sobre la fiesta de los
toros. Aunque es un mundo que he vivido también desde niño porque mi
tío era torero, es la primera vez que me baso en este tema. Hasta
ahora, en otros espectáculos que se han hecho relacionados con este
tema, siempre se ha tratado lo que se ve enseguida, desde fuera: los
capotes, las banderillas... Yo quería hacer algo sobre otro tema que
rodea al mundo del toreo: la muerte y el silencio. Me gustaba la idea
de trabajar sobre la identificación del público con la muerte. Ofrezco
seis coreografías distintas en las que el público es quien juzga si me
debe matar o no. Dentro del baile flamenco siempre está presente la
tragedia y he querido subrayar esta idea.
Reacción «epidérmica»
En palabras del director del espectáculo, Pedro González Romero, el
público tiene una reacción «epidérmica» cuando acude a ver Arena. «Se
provoca una especie de ansiedad en los espectadores. La gente sale de
los teatros sudando, como si no hubiera parado de moverse en su silla.
En los seis bailes que interpreta Israel Galván, él solo en el
escenario, se crea una relación muy intensa con el público. Todas las
sensaciones que tiene la gente cuando presencia una corrida de toros,
como el sudor o el asco, surgen también al ver el espectáculo». En
palabras de González Romero, «el reto de Israel es enfrentarse a cada
una de las seis coreografías, que recrean la muerte de un torero por
parte de un toro, Bailador, Granaíno, Pocapena, Burlero, Playero y
Cantinero. En ellas Israel utiliza todo el cuerpo. Estas coreografías
son una especie de desafío para su cuerpo, le obligan a trabajarlo de
una manera determinada». La fuerza de Arena es tan relevante que
incluso ha inspirado un libro. El bailarín de las soledades es una
reflexión sobre el planteamiento filosófico de muerte que rodea al
espectáculo creado por Israel Galván.
LOS DATOS
Nace: en Sevilla en 1973.
Empieza a bailar: en 1990.
Ha formado parte: de la Compañía Andaluza de Danza dirigida por Mario Maya.
Espectáculos
propios: '¿Mira!/Los zapatos rojos', 'La metamorfosis', 'Galvánicas',
'Las palabras y las cosas', 'Dos hermanos', Arena', 'La edad de oro' y
'Tábula rasa', la mayoría presentados en la Bienal de Flamenco de
Sevilla.
Premios: Premio Nacional de Danza 2005 en Creación por 'Arena'.
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