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«La trikitixa no es nuestra, vino de Italia y la adoptamos como tantas otras cosas»
Rafael Aguirre Franco imparte hoy su lección de ingreso en la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País
No disimula su alegría. Entrar a formar parte de la RSBAP
hace que Aguirre Franco se sienta nervioso pero feliz. «Es con
diferencia la sociedad más antigua del País Vasco; está a punto de
cumplir dos siglos y medio de existencia y siempre ha estado ahí, con
épocas mejores y peores. Ha participado en la vida cultural y social de
este país. Y le ha beneficiado en muchos aspectos como la industria, la
agricultura y la ganadería, es decir, en todo lo que tenía que ver con
el progreso económico». También tuvo su gran influencia en la
gastronomía y Aguirre Franco quiere que se sepa. Por eso reivindica un
homenaje para este entidad que «fue pionera y creó la primera escuela de
cocina vasca. A principios del siglo XX, San Sebastián ya recibía a
veraneantes, un público de altísimo nivel económico y eso propició el
principio de una revolución gastronómica».
Personas especiales
Rafael Aguirre Franco reconoce que sus años en el CAT
«fueron de mucho trabajo pero maravillosos». Pero si algo recuerda es
sobre todo a las personas. ¿Hubo alguien que le marcara especialmente?
No lo duda, Sofía Loren. «Unos te marcan porque son famosos y otros no
son famosos pero te dejan un grabado muy fuerte. Estuve con Sofía Loren
en el Festival de Cine de 1976 y me impactó; amable, sencilla,
guapísima. También me deslumbró por su sabiduría Mario Vargas Llosa, que
estuvo en otro Zinemaldia. Y de gente sencilla, José Salaberria, que me
introdujo en el mundo de la cultura. También tengo relación con el
patrón José Luis Korta».
Tradiciones propias
¿Cuánto de autóctono hay en la cultura vasca? ¿Qué
influjos externos han actuado en nuestra manera de ser? Después de media
vida dedicado al estudio de las manifestaciones culturales y sociales
vascas, analizadas a través de 53 libros publicados, Rafael Aguirre
Franco se siente ya capacitado para hablar y dar algunos datos «que
quizá mucha gente desconoce», asegura. Sin ir más lejos la trikitixa.
«Hace 150 años, de la zona del Piamonte, de Italia, llegaron operarios
expertos para construir la línea ferroviara entre Zumarraga y Alsasua y
se trajeron sus acordeones diatónicas que calaron entre nosotros. Aunque
lo parezca, la trikitixa no es nuestra».
Algo que llama poderosamente la atención de Aguirre
Franco y que es propio de los deportes vascos es la dureza. Pone algunos
ejemplos: «Australia es un país mágico para los aizkolaris. Allí, un
médico o un maestro practica con su hacha y con sus troncos de abedul
después de un día de trabajo. Cortan un tronco o dos. Los aizkolairs de
aquí el triple. O los korrikalaris, antes se hacían carreras imposibles:
de Tolosa a Pamplona ida y vuelta, 140 kilómetros». También recuerda
que durante la construcción de El Escorial, los canteros vascos pasaban
sus ratos de ocio compitiendo con las piedras.
El remo, uno de los grandes amores de Aguirre Franco -es
remero amateur-, sí es autóctono. «En Finlandia es el deporte nacional,
pero en una competición ves a 140 remeros y a 40 mirando. Aquí es al
revés; 140 remeros y 140.000 personas animando. Fíjate en la Bandera de
la Concha», afirma.
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