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«La danza es ahora más exigente y virtuosista, y también más competitiva»
Josu Mujika Lacha, presidente de la asociacion de profesinales de danza de Gipuzkoa
- Hace unos meses que ha sido nombrado presidente de la Asociación de Profesionales de Danza de Gipuzkoa, ¿cómo se siente?
- Bien. Soy consciente que es un cargo con responsabilidad donde hay mucho trabajo para hacer, pero ganas no faltan.
- Usted es bailarín, coreógrafo, profesor de danza y actor. ¿En qué faceta se siente más cómodo?
- En la de bailarín. El escenario es una droga. Además, eso de sentir el cuerpo con toda su potencia, poder bailar y coger a otra persona es lo mejor.
- ¿No sabe que tanto trajín no es bueno para la salud?
- Quizás estaría bien parar un poco, pero la propia actividad me da energía.
- Usted ha desarrollado gran parte de su actividad entre Bélgica e Italia. ¿A que se debe esa estrecha vinculación con estos dos países?
- Con Bélgica porque realicé los estudios de danza en la escuela Mudra de Maurice Béjart y con Italia porque estando en Bélgica entre en una compañía que tuvo la oportunidad de instalarse en este país.
- Parece que los bailarines siempre tienen que marcharse fuera para triunfar.
- En mi época no había otra salida. Recuerdo que la Compañía Naciónal de Danza, que dirigía Victor Ullate, empezaba entonces. De todas maneras, me parecía una opción muy interesante salir y conocer lo que había fuera de España. Hay que tener en cuenta que estabamos saliendo del franquismo y que la juventud tenía mucha inquietud de ver y experimentar otros países.
- ¿Qué ha tenido que sacrificar en su carrera?
Muchos momentos con la familia y amigos. Pero lo más duro fue cuando decidí volver al País Vasco y tuve que empezar de cero.
- ¿Cómo era el Josu de 20 años que decidió ser bailarín tras cursar magisterio y psicología?
- Una persona llena de entusiasmo, de energía, con muchas ganas de vivir, conocer y experimentar.
- Con ganas de comerse el mundo.
- Desde luego, de lo contrario no hubiera salido adelante.
- ¿Y su familia le apoyó desde el primer momento?
- Mi madre sí, pero mi padre se quedó de piedra. El hombre tras darle muchas vueltas me preguntó si iba a poder vivir de ello.
- ¿Y qué le contestó?
- Que creía que sí. Lo único que me dijo fue que cuando tuviera mucha hambre que no dudara en volver a casa.
- Desde que empezó a bailar, ¿qué ha cambiado en la danza?
- Lo más notable es el mestizaje. La utilización de la técnica del teatro, de la danza, e incluso de elementos que nada tienen que ver con la danza, como la pintura, para dar con un producto final. Además, hay más exigencia y virtuosismo.
- ¿Y la competitividad?
- También ha crecido. El hecho de que hoy en día vivamos en una sociedad donde tengamos acceso a internet, a canales de televisión de arte, hace que las personas que están metidas en este mundo tengan un exhaustivo conocimiento de lo que se está haciendo en cualquier lugar del mundo.
- ¿Se puede vivir de la danza en Gipuzkoa?
- Como intérprete es muy difícil. Habría que salir a Madrid o Barcelona como mínimo. De todas formas, está complicado en todo el mundo porque la gente cada vez está más preparada y tienen un nivel altísimo. En cambio, como docente sí se puede vivir.
- Goenkale, El túnel, El rey de la granja ¿cómo surge lo de ser actor?
- Fue a raíz de un cursillo que hice en el sindicato de actores. Allí conocí a gente que estaba trabajando en Goenkale y una cosa llevó a la otra.
- ¿Y la coreografía?
- Cuando estas siempre bailando te entra el gusanillo de querer crear cosas o hacerlas de otra manera. Primero pruebas una cosita con tus compañeros de la compañía y luego te vas enfrentando a cosas más complejas.
- ¿Nunca ha pensado en crear su propia compañía de danza?
- Sí, pero hay tantas dificultades para lograrlo que al final desistes.
- ¿Es una espina?
- No. Pero sí el no saber cantar o dominar la música para poder expresarme a través de estos dos disciplinas.
BIOGRAFÍA
Nació en Elgoibar (1958).
Licenciado en magisterio y con estudios en psicología, es bailarín, coreógrafo, profesor de danza y actor.
Debutó en 1980 con la Escuela Mudra de Bruselas.
Galardonado con el Premio a la Danza en Cascina (Italia) en el año 90.
Se confiesa adicto a la música.
Está casado y es padre de un niño de mes y medio.
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