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«La danza egipcia busca en el interior para proyectar al exterior»
Ainhoa Izagirre, bailarina, coreógrafa y profesora
- ¿En qué consiste El Khayali, su debut como coreógrafa de danza egipcia ?
- Es el resultado del trabajo realizado durante muchos
años en danza y diferentes técnicas corporales. Sobre todo, el trabajo
realizado en los últimos años con Marie Al-Fajr y la técnica Hilal.
Partiendo de la tradición de la danza egipcia y pasando por sus
diferentes estilos, llevo al público a mi Imaginario (El Khayali), a mi
lucha, búsqueda, soledad, pasión emoción, unión... mediante la
interpretación y transmisión personal de lo que, a través del oído y
pasando por el corazón, ha llegado a mis entrañas. El espectáculo, que
dura unos cincuenta minutos, consta de tres partes. En la primera se
refleja el miedo, el dolor, la búsqueda de algo más allá. Una
proyección ayuda a la transición entre escenas y, finalmente, el camino
hacia la jovialidad y la alegría, hasta llegar a la plenitud.
- ¿Cómo cree que le acogerá el público donostiarra?
- La verdad, no lo sé, pero estaré tan encantada si
comparto El Khayali con veinte personas como si lo hago con cincuenta o
con el aforo completo.
- Muchos confundimos danza egipcia con danza del vientre, ¿cuáles son las diferencias?
- La danza egipcia que practico se basa en la técnica de
Suraya Hilal. Parte de la raíz, respeta la tradición, sin poner el
acento en las gasas y lentejuelas de la danza del vientre. Busca en el
interior para proyectar hacia el exterior. Se trata de un trabajo
interno más de desbloqueo, de tonificar el cuerpo, porque no es tan
fácil mover las caderas. Se desarrolla tanto a nivel energético como a
nivel físico.
- Dentro de la danza egipcia habrá distintos estilos...
- Existen tres estilos. El Shaabi agrupa los bailes más
tradicionales o folclóricos, como la danza del bastón o del combate. El
Baladi es la parte más urbana, creada a partir del choque cultural por
las migraciones del pueblo a la ciudad. El Sharaqi son las danzas
cortesanas.
- Descarta el uso de gasas y lentejuelas. ¿Qué indumentaria emplea?
- Una adaptación de la galabeya, la túnica tradicional
egipcia. Llevamos todo el cuerpo cubierto -incluida la cabeza-, porque
el sentido es que se vea el movimiento armonioso. No tiene significado
religioso, pero llevamos un recogido o un pañuelo en la cabeza, para
conseguir una unidad con todo el cuerpo en cuanto al movimiento.
- Es poco convencional que una irundarra que
empezó en euskal dantza desarrolle su carrera profesional como
bailarina, coreógrafa y profesora de danza egipcia.
- Recibía clases de danza release con María Martínez y
ella era la única que impartía clases de danza oriental en Euskadi. Un
buen día, probé, me gustó y seguí compaginando el contemporáneo y la
danza oriental. Cuando María se trasladó a Italia, continué mi
formación en Madrid y Barcelona hasta que di con Suraya Hilal.
- Ha mencionado en varias ocasiones a Suraya Hilal y su técnica. ¿Cuál es la importancia de su aportación a la danza egipcia?
- Suraya Hilal y Marie Al-Fajr tienen gran importancia
en mi formación y carrera profesional. Hilal es una bailarina y
coreógrafa egipcia que tenía bagaje contemporáneo y creó su propia
técnica, partiendo de la raíz de la danza egipcia. A través de Al-Fajr
entré en contacto con un grupo europeo y estuve un par de años
bailando. Ahora soy bailarina de la Compagnie Al-Fajr y de la
Plataforma Tanz-Raum. El año pasado nos invitaron a bailar en la Ópera
de El Cairo y de Alejandría, pero no pudimos ir porque nos faltaba
presupuesto.
- El año pasado estrenó su opera prima como
coreógrafa y presentó un extracto de su siguiente obra en una gala en
Hondarribia. ¿Cómo fue la experiencia?
- Cuando estrené en el Amaia, fue una experiencia
irrepetible, porque estaba todo lleno. Fue muy emotivo. Al principio,
la gente se descoloca cuando escucha que hago danza egipcia, pero al
ver el espectáculo descubre otra forma de expresión. La gala Mugatik at
dantzan en Hondarribia estuvo muy bien, aunque un polideportivo no era
el sitio más adecuado. Lo curioso de la gala es que reunió a bailarines
de tres disciplinas muy distintas: Itziar Mendizabal, interpretando
clásico y neoclásico; Sandra Cuesta y Eneko Alcaraz, con contemporáneo
y artes visuales, y yo, haciendo danza egipcia.
- Pasa parte del día en torno a la danza egipcia. ¿Ha visitado Egipto?
- Claro. Es un país que te engancha. Tiene un ritmo
completamente diferente y muestra unos contrastes brutales: las orillas
del Nilo verdes frente al resto árido; el esplendor de las Pirámides y
la pobreza; las mujeres con galabeya y con tacones...También eso forma
parte de su atractivo. Es una pena ver cómo se está perdiendo la
tradición en torno a la música y a la danza, por el impacto de la
occidentalización. El trabajo de la Plataforma Tanz-Raum, precisamente,
busca salvaguardar la cultura egipcia y, por supuesto, su danza.
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