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«La cultura no debe mezclarse con el mundo de la política»
Juan Luis Uzurruzaga, Subdirector del grupo de danzas Eskola
¿Qué ha supuesto este galardón?
-Es muy importante, ya que es uno de lo más prestigiosos de Europa en el mundo de la danza. Los premios son refrendos que te animan a seguir y fomentan dentro del grupo un espíritu de superación. Aunque no recibes nada en metálico, simbólicamente significan mucho.
-De un tiempo a esta parte el adjetivo 'folclórico' ha perdido el cariz peyorativo que antes tenía. ¿A qué cree que se debe?
-En mi opinion la ifluencia de la televisión tuvo gran parte de culpa en los años sesenta y setenta. Dentro de Europa este fenómeno no ha pasado. Es más, si te llaman folclórico, hay que entenderlo como un halago.
-¿Cuesta mucho dinero mantener en marcha un grupo de danzas?
-Mucho, ya que las ayudas y subvenciones públicas brillan por su ausencia. Con las actuaciones que realizamos sufragamos todos los gastos, desde el material hasta el vestuario.
-¿Están bien pagadas?
-La mayoría de los eventos en que participamos se realizan en Euskadi, que en relación con otros lugares, es donde menos se cobra. Incluso en la provincia tenemos más caché que en SanSebastián.
-La gente que decide apuntarse a un grupo de danzas. ¿Lo hace por amor al arte?
-En el Eskola Dantza Taldea, sí. Primeramente la gente se apunta por que les gusta bailar, ya que en caso contrario no puedes aguantar el esfuerzo que supone ensayar. Y luego hay un segundo componente muy importante, como es el sentir la danza tradicional vasca como algo propio.
-¿Es sacrificada?
-Si. Son muchas horas las que hay que meter para poder estar en forma. Además es un tiempo que se lo tienes que quitar a la familia o a los amigos. Aunque, como dice el refrán, sarna con gusto no pica.
-¿Qué función desempeña el baile en vuestras vidas?
-Sin pecar de exagerado, yo diría que principal. La danza te llena tanto física como psíquicamente. Hay gente del grupo que por diversos motivos ha tenido que dejarlo y no pueden ver las actuaciones por las ganas que les vuelven a entrar. Es un amor para toda la vida.
-En un mundo cada vez más materialista. ¿Cómo es la respuesta de la gente joven?
-Muy positiva. Vienen de las ikastolas muy animados por el baile, ya que han aprendido las makildantzas o las agurras. Aunque una vez dentro del grupo se dan cuenta de que la danza exige mucho esfuerzo.
-¿Cómo os acogen fuera?
-Maravillosamente bien. Nosotros representamos una cultura que, al ser tan rica, enseguida la gente sabe apreciarlo en lugares tan distintos como Madrid, Bacelona o Salou.
-Lo autóctono, ¿es compatible con una cultura universal?
-Por supuesto. Es más, enriquece la cultura general. Por ejemplo, los pasos del baile vaco fueron introducidos en los ballet de París. Si el folclore fuera profesional, podría llegar a cotas similares a las del ballet.
-¿Es necesario tener una cierta afinidad política para pertenecer a un grupo de folclore?
-Hacemos única y exclusivamente cultura. No tiene nada de político. Se dice que el deporte no puede mezclarse con la política, yo creo que es la cultura la que no debe mezclarse con el mundo de la política.
Este donostiarra de 36 años lleva la danza en los genes. Y no es para menos, ya que las tres cuartas partes de su vida ha estado ligado al Grupo de Danzas Eskola. Aunque parezca sorprendente, también jugó al rugby en el equipo del Bera Bera. «Es un deporte que, al igual que en la danza, lo importante es trabajar para y por el equipo», argumenta. Ve el futuro del folclore vasco con optimismo, aunque cree que es necesario renovarse sin perder la tradición.
AL MARGEN
-Según recientes estudios, España es el segundo país más ruidoso del mundo. ¿Es esto compatible con el aprecio por la música?
-Por lo que yo conozco, en Euskadi se le concede gran valor a la música. Es más, casi todos los chavales saben tocar un instrumento musical.
-¿Qué piensa cuando oye que vivimos en un mundo global?
-A mí todos esos conceptos grandilocuentes no me dicen nada. No es lo mismo una persona que ha nacido en la montaña que otra que haya crecido en el valle; uno que es rico de otro que es pobre. Estos condicionantes determinan de alguna manera tu modo de estar en el mundo.
-¿Es Euskadi un país muy danzarín?
-Sí, muchísimo. Aquí, en cuanto se oye la música, la gente empieza a moverse, a saltar.
-Ultimamente se han puesto de moda las terapias basadas en el baile. ¿Es tan beneficioso?
-A mí, desde luego, me mantiene casi vivo. Mi vida gira en torno a todo lo que engloba a este mundo.
-¿Qué carencias encuentra dentro del repertorio de danzas vascas?
-Tenemos muy pocos bailes específicos para chicas y muchas veces se aburren bailando temas del folclore tradicional viejo. Hay que crear nuevas cosas tanto para los hombres como para las mujeres. El folclore tiene que evolucionar y adecuarse a las nuevas exigencias técnicas sin perder sus señas de identidad.
-¿Cuáles serían las líneas diretrices de futuro?
-Los tiempos cambian. La Eskola se fundó en 1940 como coro de la basílica de Santa María de San Sebastián, aunque posteriormente se separó el grupo de danzas del Coro. Antes se prestaba menos atención a la puesta en escena y se buscaba más la respuesta emocional del público. Ahora es muy importante la escenificación y la espectacularidad. Hace cincuenta años el dantzari bailaba casi exclusivamente el día de las fiestas patronales del pueblo. Ahora la mentalidad es distinta.
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