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«Integrarse aquí es fácil porque los vascos son muy acogedores»
Profesora de danza folclórica paraguaya
Ayer se conmemoró el Día Internacional del Trabajador
Migrante y su familia; una jornada que se celebra desde hace ya once
años y que pretende recordar a todo el mundo que hay casi 300 millones
de personas viviendo lejos de su tierra y sus afectos por muy diversas
razones. El País Vasco -receptor emergente de extranjeros en los últimos
años- no ha permanecido ajeno a esta fecha.
En Getxo, por ejemplo, el Ayuntamiento organizó varias
actividades culturales, sociales y académicas, entre las que destacaron
la exposición fotográfica 'Fronteras invisibles' y la ponencia del
sociólogo Xabier Aierdi sobre inmigración y convivencia. En Vitoria, los
actos fueron organizados por la Federación Coordinadora de Inmigrantes y
Refugiados de Álava (KIRA) y se desarrollaron durante todo el fin de
semana.
María José Macedo forma parte de este colectivo y de la
Asociación de Paraguayos en Vitoria (APAVI). Originaria de San Pedro,
una provincia del norte de Paraguay, es profesora de danza folclórica.
Aquí, en Euskadi, actúa junto a un grupo de diez niñas cada vez que se
realiza algún homenaje o celebración relacionada con los extranjeros o
con la danza como arte escénico.
«Empecé a estudiar baile paraguayo y ballet clásico
cuando tenía cinco años -relata-. Al venirme para aquí, otros paraguayos
que llevaban más tiempo en Euskadi me empezaron a pedir que actuara en
las reuniones sociales. Les gustó tanto que, poco después, me
preguntaron si podía dar clases a sus hijas. Así nació 'Jasy', nuestro
grupo», cuenta orgullosa. Y no es para menos, porque María José ha
logrado coreografiar a una decena de chicas de entre 3 y 12 años.
«Dedicación y paciencia», dice entre risas, es su fórmula secreta.
Estudiante de Bellas Artes en la UPV, esta joven
paraguaya destaca que «la gente de aquí valora mucho el folclore de
otras tierras». Sostiene que los vascos se interesan mucho por el baile
en sí y por los trajes, que traen directamente de Paraguay «y son
verdaderas joyas de la artesanía». Cada vez que termina una actuación,
«los espectadores que no son paraguayos suelen decir: 'No sabíamos que
era tan bonito'. Incluso cuando bailamos en Plaza España para celebrar
el Día Internacional de la Danza, las profesoras del Conservatorio de
Vitoria nos felicitan. Estamos contentas», agrega.
Emigrar en la adolescencia
A María José le apasiona el arte y se nota. Basta
preguntarle por los trajes y los ritmos para que el entusiasmo baile en
su voz. Podría hablar durante horas. Sin embargo, su experiencia como
profesora es tan valiosa como otra, ligada a los grandes cambios y a la
vivencia personal lejos de casa. Ella, como tantos miles de personas, ha
migrado alguna vez. Y, al igual que muchas otras, no tomó la decisión
de hacerlo.
«Yo vine hace seis años, cuando tenía quince -explica-.
Mis padres optaron por salir de Paraguay y eligieron Vitoria porque
teníamos familia aquí. Su decisión fue una mezcla de varias cosas, pero
una de sus prioridades era que mi hermana y yo estudiáramos fuera, que
tuviéramos acceso a una mejor educación».
Para ella, el momento de partir fue «duro», sobre todo
porque allí quedaron sus amigas, la principal referencia de cualquier
adolescente. Hoy, en cambio, está feliz y agradecida. «Al principio es
difícil, pero acabas acostumbrándote. Por un lado, existe la tecnología y
uno puede estar en contacto con la gente que quiere, aunque esté lejos.
Por otro, hay que considerar que existen muchas semejanzas culturales.
Emigrar aquí no es lo mismo que hacerlo a Alemania, donde hay grandes
diferencias y idioma representa una barrera. A mí me sorprendió
descubrir la maravillosa diversidad que hay en España, las distintas
tradiciones... Mi hermana, por ejemplo, habla guaraní y euskera. Y yo
creo que integrarse aquí es muy fácil porque los vascos son muy
acogedores».
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