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«En todos los bailes existe una relación con el vino»
Estrellas del Bolshói, Kremlin y Mariinski demostraron ayer su técnica en Bilbao. «Es una representación de la danza rusa»
La compañía 'Stars of Russian Ballet' consiguió
reunir en una función a las principales figuras de las afamadas
compañías Bolshói, Kremlin y Mariinski. En total 17 bailarines que
reúnen 27 medallas de oro y 53 premios internacionales. 'Wine and
Ballet' (Vino y ballet) es el espectáculo que representaron y la excusa
perfecta para venir a Euskadi y La Rioja. «Es una muestra de la escuela
rusa y un símbolo del hermanamiento del vino con la danza», añadió
Birkadze.
En obras como 'Raimonda', donde se festeja una boda,
'Adagietto', 'Spartacus', 'The Crane' y 'Don Quijote' se produce un
maridaje entre el arte del baile y la cultura del vino. «En todos los
títulos clásicos se puede apreciar esta unión. Por eso, hemos escogido
los fragmentos donde se hace visible, además de para que los bailarines
se luzcan».
«No se puede ser diva»
El
ballet clásico y el vino compartieron escenario a través de grandes
estrellas. «La danza es un reflejo de mi mundo interior», confesó
Nadezhda Gracheva, primera bailarina del Bolshói y reconocida como una
de las mejores del mundo. Un éxito que no le abruma porque «si te
sientes una estrella y dejas de trabajar puedes caer muy profundo. No
se puede ser diva». De la misma opinión es Dmitri Gudanov, que trabaja
en la misma compañía como bailarín principal. Algo que ha conseguido
con mucho esfuerzo. «Con nueve años empecé a bailar y se me olvidó la
niñez».
Tatiana Chernobrovkina, considerada la mejor bailarina
del mundo, y Aidar Ajmetov, para muchos 'el nuevo Nureyev' no faltaron
en la gala, donde se demostró que en Rusia existe cultura y talento
para la danza. «Intentamos conservar nuestras raíces y por eso nos
centramos en el ballet clásico y no tanto en el moderno. Es muy triste
que los bailarines españoles tengan que abandonar su país, pero no es
porque no halla cultura sino porque no se conserva. España no está
intentando entrar en el interior de su historia. En un teatro no pueden
faltar los clásicos», concluyó Gracheva.
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