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«En el Kursaal viví noches mágicas»
El Ballet Flamenco de Sara Baras acerca mañana, y durante tres noches, su particular visión de 'Carmen'
- La historia teatral y cinematográfica ha mostrado diferentes y variopintas versiones de 'Carmen'. ¿Cómo es la de Sara Baras?
- Es una Carmen muy personal, alejada de las propuestas
clásicas y pensada desde otro punto de vista. Es una Carmen de hoy,
elegante, con actitud de mujer y con los sentimientos a flor de piel.
La hemos creado desde la libertad.
- ¿Con qué aspectos de esta Carmen se identifica?
- La Carmen que representamos es una mujer libre, capaz
de decidir el camino que quiere seguir en la vida, elige su destino.
Está concebida desde el corazón de una mujer y eso, se nota. Es un
personaje actual, todos nos podemos identificar con ella.
- La seductora y ácida Carmen es víctima de la
violencia machista, que tras disputarse el amor de dos hombres, se ve
envuelta en un dramático final, desgraciadamente, muy de actualidad en
la sociedad de hoy. ¿Su personaje es un canto a la libertad de la
mujer?
- Defender la libertad de las mujeres es algo que siempre he tenido en cuenta. En Juana la Loca y Mariana Pineda -dos de las obras anteriores que representó con éxito la gaditana- ya apostábamos y defendíamos a la mujer y, quizás, con esta Carmen
lo hagamos aún más. Hoy, cansados de ver tantas cosas feas, hay quien
viene y me dice «Sara, esto me sirve», y eso es muy gratificante. Las
personas deben de ser libres para elegir su camino, independientemente
de su condición.
- Nombraba a 'Juana la Loca' y a 'Mariana
Pineda', ahora se acerca a la Carmen de Mérimée, ¿qué le atrae de estos
personajes tan clásicos?
- Tengo la suerte de tener una compañía privada, por lo
que puedo elegir. Siempre apuesto por personajes que me atrapan, que
anteponen los sentimientos a cualquier cosa. Con esta obra no ha sido
diferente. Toda bailaora sueña con hacer una Carmen. Me enamoré de la
de Saura y me cautivó la de Antonio Gades. Ahora estoy envuelta en la
dirección, pero valiente soy desde que comencé mi carrera. Eso de
quedarme estancada no va conmigo, no paro de aprender, me gusta el
riesgo, y por eso, cada vez me meto en más cosas.
- Dirige, monta la coreografía, diseña la iluminación, la escenografía, el vestuario..., su implicación es total.
- Sí. En mi primera reunión con Francisco Nieva
-conocido escenógrafo y director teatral- mostré mi inquietud por
presentar una nueva Carmen. Mi visión del personaje
distaba tanto de la versión clásica que me animó a que me encargara de
su dirección. He visto todo tan claro, la luz, el vestuario, la
música..., que aquí estoy, inmersa en esta aventura.
-Pero no está sola...
-No. Me acompañan dos grandes bailarines, Luis Ortega en
el papel de Don José y José Serrano como Escamillo. La música también
juega un papel fundamental, en la que colaboran Paco de Lucía o Javier
Rubial, y en la que contamos con ocho músicos flamencos en directo.
- Imagino que Carmen es un personaje muy agradecido para interpretar, no obstante, también será complejo. ¿Cómo lo ha trabajado?
- Con mucha ilusión. El arranque fue duro. Cuando
estábamos con el montaje mi padre cayó enfermo. Estuve sensibilizada
con la situación que vivía. Los ensayos fueron tremendos, con jornadas
maratonianas que empezaban a las 9 de la mañana y terminaban a altas
horas de la madrugada. El calor de la compañía, con la que ya llevo más
de diez años, lo hizo todo más llevadero.
- En este su tercer espectáculo argumental
retoma el baile por alegrías después de diez años sin presentarlo en
escena. Descríbanoslo.
- Aunque la verdadera Carmen se
entiende sevillana o cordobesa, la nuestra es gaditana. Tenía que
hacerla muy pegada a mi baile, a mi personalidad, por lo que el solo
que baila la protagonista tenía que hacerse por alegrías. Era algo que
la gente me demandaba mucho. Es un baile bonito, que se acentúa en el
riesgo del paseo, con letras sencillas y que sin duda, me recuerda a
otros tiempos.
- ¿Dónde se encuentra más cómoda Sara Baras, en
sus obras más experimentales como 'Sabores' -que pudimos ver en el
Kursaal- o en éstas que tienen un marcado hilo argumental?
- Ahora mismo tengo tres espectáculos en gira (Carmen, Sabores y Baras-Carreras).
La mezcla es explosiva, por lo que nunca me aburro. Cuando hago de Sara
Baras echo en falta a Carmen, y al revés. Cuando estoy inmersa en una
representación fuerte de un personaje necesito desconectar para
encontrarme conmigo misma. Todo tiene su momento.
- Ahora regresa a San Sebastián a un Kursaal que le espera con ganas.
- Las noches que actué en el Kursaal fueron mágicas. El
público es uno de mis favoritos. Siempre los tildan de fríos, pero
nunca han dejado de mostrarme su calor. Con esta Carmen
es diferente, estoy nerviosa y quiero presentarla allí. Todos los
teatros tienen algo que los hace especiales, pero quizás, el auditorio
del Kursaal, con ese público que se siente tan cerca, lo hace
interesante.
- La llaman la 'Dama del flamenco', ¿le pesa esa responsabilidad?
- Si de algo me siento orgullosa es de mi condición de
trabajadora. Por mucho que un espectáculo esté bien trabajado hay que
subirse cada día al escenario y demostrar que los elogios no son fruto
de una noche. Los piropos se agradecen, aunque también me sonrojan.
- Es de las pocas mujeres que se ha hecho con un nombre en un mundo marcado por los hombres. ¿Sigue siendo el flamenco machista?
- En mi caso he tenido suerte. Llegué en un momento en
el que se pedían mujeres. No niego que el flamenco fuera machista, pero
también diré que nunca me sentí una extraña. Los bailarines somos gente
joven, con años de trabajo que nos avalan, vivimos la vida de hoy, no
la que se hacía antiguamente. Nunca he tenido que suspender una gala
porque tuviera que preparar una cena o porque tuviera que cuidar de los
niños. Hasta en esto he tenido suerte.
- El flamenco vive un momento de esplendor en el extranjero, ¿a qué se debe este boom?
- Es increíble ver la afición que hay en todos los
países. Pero no podemos dejar de dar las gracias a Antonio Gades, Paco
de Lucía, Camarón o Carmen Amaya, grandes precursores de este arte, que
lo han mostrado por todo el mundo.
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