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«El Victoria Eugenia es y será siempre mi teatro, así que es un reencuentro muy esperado»

Itziar Mendizabal, bailarina solista del Ballet de Leipzig

Egilea
Iratxe de Arantzibia
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Elkarrizketa
Data
2008/02/08
Nunca ha bailado como profesional en el Teatro Victoria Eugenia desde que debutó hace ya una década. Pero en sus recuerdos infantiles, Itziar Mendizabal atesora con especial cariño el festival de fin de curso con Elvira Ubierna, celebrado en este recinto cuando tenía ocho años. Con apenas cuatro primaveras, la hondarribitarra comenzó su formación con esta profesora en su localidad natal, completando dichos estudios en la escuela madrileña de Víctor Ullate. El gran maestro zaragozano le brindó la oportunidad de comenzar su trayectoria profesional en su compañía (1998-2002). A partir de ahí, inició su carrera internacional que, tras una etapa como demi-solista en el Ballet de Zurich (2002-2006), alcanza su máximo reconocimiento en el Ballet de Leipzig, compañía de la que forma parte desde hace dos años como solista, aunque está a punto de ser promovida a la categoría de bailarina principal. Pero eso será la próxima temporada, ahora Itziar Mendizabal se encuentra emocionada y satisfecha ante la primera actuación del Ballet de Leipzig en Donostia, en la que formará parte del elenco de Suite for two pianos y Beethoven: Sinfonía número 7, dos de las tres piezas que ofrecerá la compañía germana en sus representaciones del sábado y domingo.
- Actúa el fin de semana en el Teatro Victoria Eugenia, con su compañía el Ballet de Leipzig. ¿Qué piezas va a bailar ?
- Voy a bailar Suite for two pianos y Beethoven: Sinfonía número 7, dos piezas de Uwe Scholz. Tanto Suite como Beethoven son representaciones que crean una fusión entre el bailarín y la orquesta, con la gran precisión musical con la que están creadas todas las obras de Uwe Scholz. Las dos son piezas en las que la técnica clásica se lleva al límite. Son muy físicas, pero con mucho juego entre las mujeres que se muestran muy femeninas y los hombres, muy varoniles. Pierrot Lunaire -pieza en la que Itziar Mendizabal no interviene-, es muy teatral, en la que cada gesto tiene su sentido. Su escenificación no puede dejar indiferente a nadie: o te encanta o no te gusta.
- Primera vez que baila como profesional en el Victoria Eugenia, ¿va a ser especial actuar en casa?
- En el Victoria Eugenia hice mi primer espectáculo de ballet con la escuela de Elvira cuando tenía unos 8 años y, desde entonces, no he vuelto a pisar su escenario. Pero siempre ha sido y será 'mi teatro', y es un reencuentro que he esperado desde que soy profesional. Va a ser muy especial y, como cada vez que se baila en casa, estaré llena de nervios y de emociones fuertes, estoy segura.
- Empezó a bailar con 4 años, ¿qué es lo que le atrajo de la danza a esa corta edad?
- En mi casa nunca hubo tradición por el ballet, aunque tengo que reconocer que mi aita bailaba euskal dantza de joven y a mi madre siempre le gustó bailar, aunque nunca recibió clases de nada. Creo que yo casi bailaba antes de caminar. Desde chiquitina, me quedaba hipnotizada cuando había algo relacionado con la danza en televisión y, con 4 añitos, le dije a mi ama que quería hacer ballet. No sé de dónde vino mi pasión por la danza, creo que ya estaba dentro de mí.
- Con 14 años, deja Hondarribia, y se va con un gran maestro de la danza a completar su formación. ¿Cuál es la enseñanza más importante que le transmitió Víctor Ullate?
- Fui a Madrid con los aitas y tomé clase en más de una escuela antes de decidirme, pero lo tuve clarísimo, ¡fue una corazonada! Víctor me ha enseñado miles de cosas, mencionar piruetas, saltos..., me parece innecesario. Aprendí a crecer y a aceptar mis responsabilidades, me enseñó que nadie puede hacer las cosas por ti y que si realmente quieres, puedes. Es un magnifico maestro y te empuja a tus límites. Nunca es suficiente y eso hace que trabajes muy duro. Él reconoce el talento e intenta sacártelo al máximo.
- ¿Recuerda su debut como bailarina profesional en el Ballet de Víctor Ullate, en 1998?
- La pieza con la que debuté fue el Baile las Dríadas de Don Quijote en Cádiz. Era todavía una 'bambi', flaquita y blandita y pasé muchos nervios hasta que puse los pies en el escenario, a partir de ahí, disfruté como una enana cada segundo.
- Tras una etapa en el Ballet de Zurich (2002-2006), se trasladó a Leipzig. ¿Qué le atrajo de esta compañía, tan marcada por el legado del coreógrafo Uwe Scholz?
- Cuando estaba en Zurich tuve la oportunidad de bailar Oktet de Uwe Scholz y me maravilló este ballet, por lo que decidí probar suerte en Leipzig y fui a audicionar. Desde el primer momento hubo una gran conexión con el director y, en poco tiempo, me ofreció un contrato de solista. No me lo pensé dos veces. Por desgracia, muchos artistas son reconocidos después de su muerte y ese es el caso de Scholz. Su trabajo siempre fue conocido en Alemania, pero ahora, es más valorado y solicitado en el mundo. Creo que era un coreógrafo magnífico con una musicalidad inigualable, ya que creaba los ballets sobre partituras. Me encantan sus piezas y creo que se deben dar a conocer porque tiene auténticas joyas.
- Es hondarribitarra y ejerce como tal, como demostró en la actuación en su localidad natal el pasado verano.
- Sé que para los hondarribitarras tener una bailarina de su ciudad ha sido una sorpresa y, poco a poco, han empezado a interesarse por la danza. Creo que para muchos, el pasado verano fue la primera vez que vieron en vivo una actuación de danza clásica y ha cambiado un poco la imagen cursilona que tenían del ballet. Fue la primera vez que bailé en casa y no puedo explicar con palabras lo que fue aquello. ¡Un sueño!
- Este año, además, Madrid, donde vivió siete años, le invita expresamente a participar en la gala del Día Internacional de la Danza, el próximo 29 de abril.
- El que me llamaran para bailar en la Gala del Día Internacional de la Danza en Madrid fue un gran honor y me hizo muy feliz ya que Madrid fue mi casa durante 7 años. Allí pasé mi juventud y estoy muy agradecida por la invitación. Será un reencuentro muy especial.
«El Victoria Eugenia es y será siempre mi teatro, así que es un reencuentro muy esperado»
 

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