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«El cuerpo recoge lo que nos sucede, aunque la cabeza a veces lo olvide»
Blanca Arrieta, Coreógrafa y bailarina
La Sala Rekalde de Bilbo ha acogido el estreno de la nueva obra de la bailarina y coreógrafa gasteiztarra Blanca Arrieta. Memoria se muestra ante el público como un trabajo de investigación sobre el cuerpo y sus posibilidades de movimiento. La recién estrenada obra se va a interpretar en lugares «más cercanos al público y distintos a la habitual caja negra que es el teatro tradicional, lugares como salas de exposiciones o museos», explica Arrieta. Memoria será representada en Gasteiz el 17 de junio, en el centro Montehermoso, y en Donosti, el 1 de julio, en el Kursaal.
El cuerpo y los efectos del paso del tiempo sobre él son la base de «Memoria».
Sí. La verdad es que muchas veces nosotros olvidamos las cosas que nos pasan a lo largo de nuestra vida, pero el cuerpo lo recoge todo. Todo está escrito e impreso en el cuerpo, y éste muchas veces lo recoge mejor que nuestra propia cabeza.
¿Qué es lo que se plantea en la obra?
Se trata de un trabajo de investigación basado en llevar el cuerpo a los extremos. Durante la pieza, los bailarines aplastan el cuerpo, dejan que se mueva a mucha velocidad o mjy lentamente, o lo acarician... La investigación se dirige a descubrir cuándo empiezan a salir los sentimientos, en qué momento aflora la memoria del cuerpo, según las distintas situaciones a las que se exponen los bailarines.
En esta ocasión se actúa fuera del escenario en un ambiente más cercano al público, ¿por qué razón?
Me interesaba que se hiciera más cercano al público para que éste pudiera observar el cuerpo con más detalle. Hay un momento en el espectáculo en el que los bailarines interactúan un poco con el público, pero, en realidad, lo que se pretende es que la gente observe el cuerpo, los músculos, las arruguillas... (ríe).
Tres son las partes de las que consta esta obra de una hora de duración, ¿qué se trabaja en cada una de ellas?
Primero va un solo en el que salgo yo, junto a una proyección de vídeo. Después va un dúo, en el que actúan Robert Jackson e Igor Calonge. Se trata de movimientos al unísono en los que los bailarines intentan llevar la cabeza a posiciones muy extremas. Aquí se intenta trabajar la cabeza, que es donde tenemos todos los recuerdos. En la tercera y última parte se trabaja con un cuarteto, compuesto por Agurtzane Arrien, Helena Golab, Fernando Hurtado y Robert Jackson. Se trata de la relación entre los cuerpos, y cada uno de éstos tiene la obsesión de contar algo. Todos tienen un pequeño momento en el que se definen. Juegan con la relación entre los cuerpos y también el espacio.
La música de compositores como Vivaldi o Bach se combina con la de Marian Gerrikabeitia. El espectáculo toma reminiscencias de cuadros de Dalí. ¿Cuál es la razón por la que se dan cita diferentes disciplinas?
La música clásica tiene un punto nostálgico, a pesar de que ahora se trabaje mucho con la música electroacústica. Nos hemos interesado tanto por traer el pasado como por la música de hoy en día, en la que se utiliza la tecnología. Igualmente lo hemos hecho con el vídeo. Respecto a los cuadros de Dalí, no están presentes visualmente en la obra, pero me han interesado a la hora de desarrollar la investigación, porque él trabajaba con el tiempo, con el espacio y con materiales duros y blandos, tal y como puede resultar un cuerpo humano. Yo he querido buscar estos extremos en el espectáculo.
«Memoria» se ha gestado entre Dublín y Bilbo, ¿influye el lugar dónde se llevan a cabo los proyectos?
Sin duda. La mitad del año lo paso en Dublín y de allí absorbo muchas cosas, el ritmo de vida, las cosas culturales, la forma de pensar y de ser, y todo ello me enriquece mucho. La otra mitad del año la paso en Bilbo, que es una ciudad que está empezando a crecer en cuanto a cultura se refiere. Pero, sin duda, el hecho de salir fuera, conocer y trabajar con otros bailarines me enriquece y me ayuda a ver las cosas de una manera diferente.
Sus anteriores trabajos, como «Zero» y «3.600», también denotan su interés por el cuerpo y su movimiento.
Sí, realmente es lo que me obsesiona, es decir, utilizar el movimiento de forma que podamos llegar a ver más a la persona sin tener la necesidad de ornamentar el trabajo físico de la danza con otras cosas. Ya que la ornamentación a veces completa, pero otras veces no nos deja ver mucho el cuerpo. Lo que intento es que la danza se vea en estado puro, como movimiento, llevar el cuerpo al extremo del movimiento y relacionarlo con otros cuerpos. En este espectáculo, innovamos, porque, además de esto, existe una relación con el espacio.
Ha comentado que le interesa la investigación del cuerpo, ¿tiene intención de continuar por esa línea de trabajo en sus próximos proyectos?
No tiene por qué ser así. Hay muchas cosas para investigar y que probar respecto a la danza, porque ésta va evolucionando. Aunque supongo que el estilo seguirá siendo el mismo.
¿En qué punto se encuentra en su trayectoria?
La verdad es que estoy en un momento bastante bonito, porque tengo gente muy competente alrededor. Creo que he encontrado una base sólida en la que quiero seguir compaginando la labor de coreógrafa con la de bailarina.
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