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«Como director busco respeto, no cariño»
El coreógrafo valenciano, recientemente distinguido con el Premio Nacional de Danza, estrena en el Euskalduna 'Txalaparta', con música de Kepa Junkera y Oreka TX
Sepultado por los proyectos -«primicia: en 2005, dirijo un ópera en EE UU»-, Duato exprime su tiempo al máximo, porque «estoy al frente de una entidad que pagan todos los españoles y yo tengo que ofrecerles lo mejor». Para cumplir ese propósito, confianza en sí mismo no le falta. Por eso, ya de niño la rebeldía le hervía la sangre, cuando sus arrebatos y travesuras desbordaban la paciencia de sus profesores. Expulsado del colegio del Pilar, acabó el bachillerato en una academia mientras afilaba sus primeras armas interpretativas en un grupo de teatro y corría, a la menor oportunidad, a zambullirse en la música que le esperaba en el Conservatorio. Ante esas inclinaciones, su entorno doméstico no podía evitar replegarse con espanto: «Entre industriales de la seda y catedráticos universitarios, era una oveja negra irremediable».
En las últimas tres generaciones -«después de mi bisabuelo, el pintor Vicente Novella»-, el clan había logrado mantener bajo cero los rescoldos artísticos, para preservar el buen nombre de la estirpe. Pero si se perdió una actriz, porque su abuela no recibió la licencia familiar, él ni se planteó pedirle permiso a nadie. En su adolescencia cortó, de un solo tajo, el cordón umbilical que ataba en corto un cuerpo destinado a hacer historia; en 1975, sobre los escenarios madrileños, protagonizó junto a Victoria Vera el primer desnudo frontal del 'destape'.
-Aquello causaría furor.
-Y tanto. Fue en '¿Por qué corres, Ulises?', de Antonio Gala, y recuerdo que recibimos más aplausos que Alberto Closas y Mari Carrillo. Al día siguiente del debú, Closas me sugirió que me pusiera un bañador. En fin, cumplí con los quince días de funciones y me fui.
-A Londres, para recibir clases de mimo.
-Sí, imagínese el 'shock'. Allí seguía en auge el 'hippismo', la gente por ahí tocando la guitarra Yo vivía de 'okupa', trabajaba en supermercados para pagarme los estudios y, en ese contexto, descubrí el ballet. Se me abre la mente, y decido no volver. Estuve quince años en el extranjero. Londres, Bruselas, Nueva York, Estocolmo y Amsterdam fueron mi hogar hasta 1989, cuando me llaman para hacerme cargo de la Compañía Nacional.
-Como coreógrafo, en 2001 le rindió un homenaje a su hermana, fallecida de sida a causa de las drogas. ¿Por qué le molestó que se conociera el sentido de 'White Darkness'?
-No se trata de la única creación que le he dedicado. Del resto no se ha sabido, porque no me lo han preguntado. Pero no es que me disguste su divulgación, sino que me preocupa que se pueda interpretar como una manera sensiblera de promocionarme. Nada más que eso.
-En 1996, decide colgar las zapatillas. No obstante, sigue presentándose ante el público. No lo hará en Bilbao, pero sí en su próxima gira por Asia. ¿Le acucia el hambre de aplausos?
-En parte. Lo hago por esa añoranza, pero también es bueno que mis bailarines me vean ahí arriba. Piense que algunos podían ser mis hijos, y la diferencia de edad juega en mi contra. Los jóvenes, a veces, no obedecen a sus maestros al verlos mayores. Como director, ante todo quiero que me respeten, no me interesa que me quiera nadie. Si me tienen cariño, que sea a través del respeto.
-También ha tenido tiempo para las pasarelas, el cine y las series de televisión, además de para posar desnudo en un periódico.
-Porque me lo han pedido. Conste que posé desnudo gratis; de hecho, me negué cuando me lo propusieron a cambio de dinero. Aceptar hubiera sido un gesto de 'vedette'. Y si me he avenido a estas actividades, ha sido para actuar de 'cebo' en favor de mi equipo. Primero llamas la atención de las niñas, luego de sus novios, padres..., y acaban viniendo todos.
-Tras una trayectoria tan dilatada, ¿de qué se arrepiente?
-(Pausa larga). Hay que saber guardarse el orgullo y escuchar a la gente con experiencia. En las escuelas de danza, yo era demasiado contestatario.
TRAYECTORIA
En Madrid, a los 17 años interviene en espectáculos musicales como 'Hair', y participa en '¿Por qué corres, Ulises?', de A. Gala. Tras un periodo formativo en Londres, trabaja en el Ballet del Siglo XX de Bèjart , la compañía de Ailey, el Cullberg Ballet y el Nederlands Dans Theater. Ahora, es director de la Compañía Nacional de Danza.
«Es en la soledad cuando más duro es aceptar que eres gay»
I. U./BILBAO
En octubre de 1999, Nacho Duato hizo pública su homosexualidad en la revista gay 'Zero'. Inmune a los criterios ajenos, reconoce que nunca tuvo «ningún problema» en confesar sus orientación sexual a la familia y los amigos.
-Su afincamiento en el extranjero, a partir de los setenta, debió de suponer una bocanada de aire fresco en su vida personal.
-Pues no. Era igual de difícil que aquí.
-Pero si la tolerancia social en Gran Bretaña, Bélgica, EE UU, Suecia y Holanda estaba a años luz de la de España.
-Claro, por supuesto. Sobre todo en Amsterdam, donde estuve casi una década. Pero yo no me refería al ambiente, sino a uno mismo. Siempre resulta muy complicado aceptarlo y comprender tu situación.
-¿Aun ahora, cuando está de moda tener amistades gays?
-Sí. Lo más arduo no es que cambie formalmente la actitud del país, que por suerte ya no es la que era. Para mí, los obstáculos más dolorosos se encuentran en la soledad y la meditación. Es en esos instantes, cuando más insoportable resulta formar parte de una minoría. Porque la marginación la sufres a diario. No basta con poner a disposición de los homosexuales un gueto particular, como el barrio madrileño de Chueca, o dedicarles un 'día de orgullo'. La integración debe ir mucho más lejos.
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