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«Agradezco los halagos pero los olvido al instante»
La prestigiosa bailarina guipuzcoana Lucía Lacarra encabezará este sábado en el Euskalduna el elenco de la 5ª gala 'Los vascos y la danza'
La participación de Lacarra es en definitiva la guinda
del pastel en la gala de este año. Casi dos décadas de trayectoria
profesional y numerosos reconocimientos respaldan su calidad como
bailarina. Entre sus logros destacan el premio Nijinsky -considerado el
Oscar de la danza-; una invitación especial para bailar con la Ópera de
París, una de las compañías de elite en el mundo de la danza clásica, y
su participación en el Concierto de Año Nuevo de Viena en 2007, que la
convirtió en la primera bailarina española en conseguir esta distinción.
Tal es el éxito que ha alcanzado que resulta difícil imaginar sus
inicios. «Estaba convencida de que quería bailar desde los tres años,
pero tuve que esperar hasta los nueve a que abrieran una academia en
Zumaia. A los 13 me fui a vivir a una casa de acogida en San Sebastían
donde seguí preparándome; y a los 14 me mudé totalmente sola a Madrid
para estudiar en la academia de Víctor Ullate», recuerda con emoción. Y
es que para ella esa independencia precoz no fue más que un efecto
secundario. «Es complicado tener que irte tan joven y dejar a tu
familia. A los catorce años ya tenía la madurez de una chica de 24. Pero
estaba convencida de lo que quería hacer y dispuesta a afrontar todos
los sacrificios».
Dejar España
Y no sólo debió abandonar su pueblo y su familia.
Motivada por descubrir nuevos estilos y repertorios, terminó por salir
de España. «En nuestro país todavía no existe esa gran compañía con
repertorios mixtos y variados que atraería a todos los que están fuera.
Es una pena, porque hay bailarines maravillosos que están triunfando en
todo el mundo y a muchos de ellos les gustaría bailar en su casa»,
lamenta.
La bailarina está en racha desde hace años y triunfa allá
donde se presenta. Además del trabajo duro, ¿cuál es la clave de su
éxito? Ella lo sabe de sobra: «Mantener la cabeza fría, los pies en el
suelo y empezar desde cero cada día». «Yo siempre agradezco los halagos,
pero los olvido al instante. Soy mi más estricta crítica y no permito
que los elogios me afecten o me relajen».
Pero las alegrías no sólo le llegan en lo profesional.
Este verano se casa con el bailarín albanés Marlon Dino, que también es
su pareja en la compañía alemana. Con él compartirá escenario en el
Euskalduna, rodeada de familia y amigos. «Por eso será un espectáculo
sumamente emotivo y especial», asegura.
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