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A la altura de San Pedro
El joven Asier Uskola interpreta con seguridad el baile de la 'Kaxarranka', una de las costumbres más antiguas de Lekeitio
Ante un expectante público, Uskola tardó varios minutos
en posicionarse en el arcón sobre el que llegó a la ermita del
protector. Los ocho hombres que lo sujetaban realizaron varias maniobras
para evitar cualquier imprevisto ante la constante amenaza de lluvia
que podía complicar aún más la difícil interpretación. Sin embargo, tras
los primeros sones del txistu, Uskola demostró que no tenía dificultad
para mantener el equilibrio mientras cumplía con el repertorio que
incluyó un 'zortziko', 'fandango' y un 'arin-arin'. Todo lo contrario.
Lejos de perder su concentración, fue capaz de responder con una amplia
sonrisa a los 'irrintzis' y 'vítores' lanzados desde el público.
«Es increíble. Además de elegante, demuestra una enorme
capacidad para no perder los nervios», reiteraban dos lekeitiarras
fieles a la tradición. Vestido con frac, camisa y pantalón blancos,
pañuelo rojo al cuello y un clavel en la solapa, cumplió con el rito de
bailar con una chistera en la mano derecha y banderín rojo con las
insignias de San Pedro en la zurda.
Su actuación fue premiada con una sonora salva de
aplausos, incluidos los de un grupo de entusiastas americanos
interesados en conocer todos los detalles de la típica costumbre vasca. A
continuación, los portadores del baúl donde antaño se guardaban los
papeles de los marineros y que supera los cien kilos de peso lo
trasladaron a las inmediaciones de la Cofradía de Pescadores, al
Ayuntamiento y a la plaza de la localidad donde volvió a repetir el
ritual.
Por una buena costera
Los lekeitiarras habían comenzado a rememorar las
antiguas tradiciones arrantzales a primera hora de la mañana. Las 'Dei
eittekuak' o 'Llamadoras' se pasearon por la parte vieja mientras
gritaban 'Gora, Jaungoikuen izenean' (Despierta, en el nombre del
Señor). De esa manera, las mujeres simulaban la manera en la que antaño
se despertaba a los marineros para salir a faenar si las condiciones
meteorológicas eran favorables.
Tras la misa mayor, la procesión, en la que participó la
nueva Corporación, trasladó la figura de San Pedro hasta la altura de
la ermita donde tiene lugar la 'Kilin-kala' o 'Guiño del santo al agua'.
Los que portaban la imagen realizaron dos guiños, inclinando la figura
hacia un lado como si estuviera a punto de caer al agua ante las
exclamaciones de asombro del público.
Con este gesto buscan la protección del santo para una
buena costera del bonito. Aunque existen varias teorías sobre el origen
de la ceremonia, que en alguna ocasión ha terminado con la figura
precipitándose al mar, los vecinos la relacionan con la ayuda a los
marineros. La jornada se completó con un aurresku interpretado sólo por
mujeres.
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