Aunque parece que fue ayer, ya han pasado 35 años desde que la comparsa de Funes diera sus primeros pasos, un camino, cuentan, que no ha estado exento de dificultades con las que han ido lidiando para seguir al pie del cañón gozando con lo que hacen y, sobre todo, haciendo disfrutar a pequeños y mayores con sus salidas.
Después de adquirir a sus dos gigantes, Sancho IV y Blanca de Navarra, apuntan, se dieron cuenta de que para poder moverse y organizar eventos con todas las garantías tenían que consolidarse como asociación. Así que dicho y hecho, Luis Zapata, como presidente, y Patxi Celorrio como vicepresidente aunque al poco tiempo asumió el mando, se agruparon formalmente el 8 de agosto de 1988 junto con un grupo de vecinos que ayudaron a consolidar el proyecto y a quienes los actuales componentes, 8 adultos y 6 txikis, agradecen “traer la bonita tradición de los gigantes, y posteriormente los cabezudos, a nuestro pueblo”.
La comparsa, explican, “ha cambiado a lo largo de los años, tal y como lo hacen las personas”. Sin ir más lejos, al principio salían con la charanga y poco a poco introdujeron la gaita, instrumento que les acompaña ahora en la mayor parte de sus salidas. “Siempre ha habido altibajos en cuanto gente pero, como decimos, esto va por temporadas. Además, cuando entra gente nueva a la comparsa, siempre trae aire fresco, nuevas ideas y forma de ver las cosas”.
Los integrantes de la agrupación, aseguran, se sumaron a este proyecto por diversos motivos; algunos de ellos por preservar las tradiciones locales, otros porque tienen hijos o hijas pequeñas y quieren que los vean bailar pero, sobre todo, “por la satisfacción que produce ver a grandes y pequeños disfrutar”.
Aunque a veces, sobre todo cuando eres joven, cuesta levantarse pronto por la mañana para salir, insisten, “cuando lo haces con ganas y de forma desinteresada, todo se hace con gusto”.
Su temporada se concentra en los meses estivales, pero cada vez tienen más actos fuera de esta época. “Normalmente empezamos a ensayar en mayo o junio y mantenemos los ensayos hasta antes de fiestas, en agosto. Después del verano y de las concentraciones descansamos un poco, pero siempre pensando en la temporada siguiente”. Además todos los años intentan sacar bailes nuevos o cambiar alguno de los que ya tienen dentro de su repertorio.
Funes por bandera
En Funes son muchas las veces que salen a la calle; durante el chupinazo de fiestas, el día grande o los días del Niño y de los Mayores, jornadas “llenas de emoción”, cuentan, y después también están en Juventudes, San Isidro, el fin de semana del Brócoli, etc, sin olvidar que han llevado el nombre de Funes a una infinidad de lugares como, por ejemplo, Pamplona, San Sebastián, Barberá del Vallés, Tudela, Olite, Noáin, Barañáin, Orkoien, Sangüesa, Olazagutía, Irurzun, Arnedo, Calatayud, Larraga, Marcilla, Peralta, Falces, San Adrián, Azagra, Caparroso, Carcastillo, Santacara, Corella, Cárcar o Artajona, entre otros.
Este año, y para conmemorar una efeméride tan redonda, celebraron una gigantada en fiestas patronales aunque antes, el 9 de agosto, día grande, bailaron en la iglesia un vals, algo que llevaban demandando mucho tiempo. Sin embargo, la fiesta de gala tuvo lugar el 13 de agosto; 20 figuras de 9 comparsas se dieron cita en la localidad ribera y llenaron las calles de alegría, bailes, humor, buen ambiente y diversión.
Allí estuvieron las agrupaciones de Funes, Marcilla, Noáin, San Adrián, Santacara, Peralta, Orkoien, Rada y Corella. A media mañana salieron en pasacalles y pararon hasta en tres ocasiones para deleitar con sus valses a los allí presentes. Para terminar por todo lo alto, en torno a las 14.00 horas, bailaron todos al unísono en la pista la Polonesa. “El día fue espectacular”, recuerdan.
El futuro no está escrito
A pesar de tener los pies sobre la tierra miran con ilusión al futuro; “actualmente contamos con un buen grupo de chavales porteando a nuestros cabezudos, y pronto se les quedarán pequeños; ahí está el futuro de la comparsa. Es un salto grande y nuestra idea es, a corto o medio plazo, que ese paso sea más liviano y podamos incorporar alguna figura intermedia. El objetivo es que esta tradición no se pierda y que, si llevamos 35 años, que al menos estemos otros 35. Aunque el futuro es incierto esperamos que esta tradición perdure en el tiempo”.
Por último, desde la comparsa agradecen el apoyo del Ayuntamiento así como la ayuda de “toda la gente que hace que esto sea posible: los y las funesinas que montan las espectaculares mesas de las concentraciones, así como los negocios del pueblo que nos apoyan y han apoyado”.