dFeria arrancará este fin de semana en el Victoria Eugenia con Danse Macabre, una propuesta circense. Su director, Norka Chiapuso, repasa con NOTICIAS DE GIPUZKOA los pilares de un encuentro cada vez más internacional y también comenta las dificultades a las que se enfrenta un sector que se atisba “débil”.
¿Cómo surgió la posibilidad de acoger el Atelier for young festival managers en Donostia?
En 2005 dFeria comenzó a invitar a programadores latinoamericanos. En el 2017 contratamos a una persona que nos hacía de intermediaria con el sector de las artes escénicas en Europa y el resto del mundo. Para esta misma labor e incidir en el posicionamiento internacional de la feria contratamos a otro intermediario que es el que nos facilitó acoger el Atelier for young festival managers. De hecho, él colaboró en sus inicios con The Festival Academy, que es la organizadora de este encuentro.
Les pareció una propuesta interesante, entonces.
Sí, porque es un grupo de jóvenes muy diverso y, al final, ellos van a ser los programadores del futuro. Era. además, una iniciativa muy contrastada, llevan doce años con ello, pero cada año hacen dos o, incluso, tres ediciones. Las conversaciones se iniciaron antes de 2024 y ya en la feria del año pasado nos visitó una de las responsables del encuentro y se quedó encantada.
¿A qué se dedican durante estos días?
The Festival Academy hace una convocatoria para todo el mundo y, en esta ocasión además, han tenido un apoyo del programa Erasmus, por lo que han podido aumentar las plazas hasta 47. Estos contarán con la mentoría de dos gestoras de reconocido prestigio, Vigdís Jakobsdóttir, directora de teatro, educadora y exdirector artístico del Reykjavík Arts Festival (Islandia), y Thobile Maphanga, coreógrafa, escritora y curadora de JOMBA! Contemporary Dance Experience (Sudáfrica). Ellas han conformado parte del programa que nosotros completamos mostrando a los jóvenes la realidad vasca. Hemos intentado que nuestra aportación fuese también lúdica. Es una iniciativa interesante, porque también se busca que los jóvenes se conozcan entre ellos y generen lazos para que luego puedan colaborar.
Como comenta, hace años que iniciaron el camino de la internacionalización invitado a programadores de países europeos concretos en cada edición. ¿Comienzan a ver los frutos de este trabajo?
Los equipos de la feria se van implementando a medida que se acercan las fechas y, una vez terminada, cada uno vuelve a su lugar y nos quedamos el núcleo duro. Y en esa realidad hacemos el seguimiento que hemos podido. Por eso, a partir de esta edición vamos a confeccionar un pequeño equipo para recoger mejor los datos. La inversión de dFeria se multiplica en contrataciones. Antes de la pandemia, se multiplicaba por siete, ahora cuesta más. Pero estamos seguros que hay mucha información que no recogemos porque viene mucha gente, hay que hacerle seguimiento, algunos no responden a las encuestas...
¿Pero están contentos?
En 2005 apostamos, como he comentado, por abrir una ventana a Latinoamérica. Eso luego genera frutos, intercambios y la creación vasca acaba compitiendo con gente muy potente. En el 2017 comenzamos a abrirnos a otros territorios y acogimos a 15-20 programadores extranjeros no latinoamericanos. Ahora estamos 140, incluyendo a los 60 que han venido con The Festival Academy. Con el tiempo hemos traducido la página web al inglés, hemos contratado traductores, hemos sobretitulado los espectáculos... Hemos ido probando muchas cosas y lo que no ha funcionado, lo hemos quitado haciendo autocrítica. Creo que en estos 30 años hemos ido mejorando y dFeria vive ahora un momento bonito.
dFeria ha elegido la ‘Explotación’ como tema de su 31ª edición, ¿por qué?
Es explotación en el sentido negativo de la palabra. Hace unos meses, hubo un episodio en Madrid en el que varias actrices denunciaron por acoso a un autor de teatro. Pensamos que podía ser un tema que había que tratar. No sólo en ese aspecto, también en el sentido de la autoexplotación, la explotación laboral...
Muchas compañías en el ámbito vasco son independientes y, me imagino, que habrá mucho de autoexplotación.
Lo hay, es habitual. Hay que tener en cuenta que, incluso, las compañías independientes que se autoexplotan tienen también trabajadores... Se generan unas contradicciones complejas. Hay que tener en cuenta que el mercado está debilitado y hay mucha oferta. Puede que el mercado nunca haya sido muy boyante, pero hace 30 años había muchas menos compañías de las que hay ahora.
Imagino que habrá más compañías para el mismo espacio.
Quizás haya hasta menos espacio. Yo empecé a trabajar en 1987, todavía no en artes escénicas, pero en aquella época había más dinero que ahora para gastar. Todo ha ido a menos.
dFeria arrancará este fin de semana con ‘Danse Macabre’, una propuesta circense de la mano de Martin Zimmermann.
Es un hombre de circo contemporáneo muy reconocido. Es un circo suizo que ha estado en todos los festivales del mundo y ha ganado todos los premios posibles. Trabaja esa parte visual de lo absurdo, lo increíble. En este caso habla de la muerte y de la decadencia, con una escenografía muy original. Es una compañía que siempre aporta un plus de imaginación e ingenio.
¿Durante los últimos años el circo está cogiendo más peso en la programación de dFeria?
Muchas veces parece que no hay porque no se programa. Es un tipo de arte al que le cuesta atraer al público. Al igual que pasa con los títeres, se le suele relacionar con la infancia. Todo lo contrario. En dFeria, este año, hemos programado cuatro propuestas de circo y, si podemos, intentaremos mantener esa pulsión.
De hecho, también clausuran con otra propuesta de circo, ‘Sustrai’, de Zirkuss.
Es una alegría. Ha habido intentos de hacer producciones grandes de circo y, finalmente, se han atrevido con una propuesta en sala que está muy bien
Y en la programación del resto del año, ¿programan circo?
Aunque, a veces, no vendamos todas las entradas que nos gustaría, es algo en lo que hay que insistir, porque es algo que irá creciendo. De hecho, en abril traeremos el espectáculo Todo lo posible, de la compañía Circo Nueveuno.
Al espectador también habrá que educarle...
Si no conoce, no va a ir. El boca a boca suele ayudar mucho. Al principio hay que aguantar.
¿Las necesidades de producción son mayores en este tipo de espectáculos?
Hay de todo, pero no tienen por qué ser necesariamente complicados. Muchas necesidades se cubren con las propias estructuras que tienen los teatros. Se complica, como en el caso de Zinnermmann, cuando hay que incluir estructuras que giran o se suspenden. Juega con rectángulos y dentro se ubican los intérpretes.
En cuanto a la creación vasca, ¿de qué salud gozan las artes escénicas vascas?
El teatro y la danza cuentan con una evolución dispar. Históricamente, la danza ha sido más incipiente o más débil pero ha ido in crescendo y ha conseguido crear compañías muy sólidas más allá de Kukai, como Lasala de Judith Argomániz, Asier Zabaleta con Ertza, Igor Calonge, Amaia Elizaran... En teatro hay un nivel de calidad competitivo, con compañías como Kulunka que hacen obras muy internacionalizables. Pero el relevo de las grandes compañías guipuzcoanas van a ser más costoso.
¿Por qué?
El foco se ha desviado de Gipuzkoa hacia Bizkaia. Antzerti, que nació en los 80 y de donde surgieron los grandes nombres guipuzcoanos, ya cerró. Después, en 2015 se abrió Dantzerti en Bilbao, también surgieron cosas como Pabellón 6... Las decisiones que se toman influyen en la realidad.
¿Qué opina de la decisión de la compañía Vaivén de dejar los escenarios?
Es una pena. Vaivén ha hecho muchas cosas importantes como El último tren a Treblinka, Nasdrovia Chejov, Lotsarik gabe, Las capas de las cebollas... Tienen premios MAX, dos Donostia Antzerki Saria... Me quedo con eso.
¿La decisión de Vaivén es sintomática de algo?
Es sintomático de que es un sector difícil y cada producción es una lucha. En el caso de Vaivén, además, llevan muchos años y, a veces, es natural decir: “Hasta aquí hemos llegado”. Si compras un coche y la licencia para un taxi, la amortizas en equis tiempo. Una producción de teatro o de danza, que casi es como comprarte un taxi, tienes un año para amortizarla. Eso, si te compran, si no lo hacen, te lo comes con patatas. Es muy duro.
Un estudio de la Fundación AISGE de 2024 reveló que el 69% de los artistas vascos tiene ingresos por debajo del umbral de la pobreza. Para trabajar de ello habrá que tener mucha vocación...
Vocación y un punto de locura.
Volviendo a dFeria, cuenta en su programación con Hika Teatro y la versión en castellano de ‘Zorretan’, que recientemente se llevó el Donostia Antzerki Saria y que tiene varias nominaciones a los MAX.
Es un estreno. El jurado del Donostia Antzerki Saria estuvo dudando entre esta y otra y, finalmente, se decantaron por Zorretan por cómo trata el tema de los cuidados y las relaciones materno-filiales y por su final. No creo que este premio les ayude a que se les programe más fuera, en cambio, las nominaciones de los MAX sí que se lo permitirán.
En danza, conectarán Donostia con Burgos y Nueva York.
Se suele celebrar en Burgos un certamen que se llama Burgos-New York Dantz, que tiene como objetivo programar a jóvenes coreógrafos con piezas con diez minutos como máximo. En la última edición participó la donostiarra Tamara Arruti con Bio Me, su primer trabajo coreográfico. Cuando supimos que pese a no ganar había quedado muy arriba en el certamen, decidimos programarla.