El germen de Eureka nació hace años en el barrio de Pontika, ¿verdad?

La asociación Eureka Gazte Elkartea sigue funcionando y organizando actividades, tanto el Carnaval como muchas otras actividades que ofrecemos en el pueblo de Errenteria y alrededores. Yo sigo siendo el presidente de la asociación. Yo era, en su día, un niño que acudía al local de jóvenes para hacer los deberes y para participar en las actividades que ofrecían para el barrio. Un día nos preguntaron qué queríamos organizar y yo propuse crear una comparsa de Carnaval. Y les pareció muy buena idea.

La asociación Eureka también organiza las fiestas del barrio de Pontika.

Nosotros somos colaboradores, es la Comisión de Fiestas la que se encarga de organizarlas y nosotros como asociación somos parte de la Comisión. Es verdad que como asociación llevamos una parte importante del peso de las actividades que se organizan. Cuando llegan madalenas también presentamos nuestras propuestas y cuando nos llaman de barrios de los alrededores también.

¿Cuándo comenzó entonces la comparsa de Carnaval Eureka?

El primer año, en el año 2000, salimos sólo por Pontika vestidos de vacas locas. Era un disfraz muy sencillo, con una sábana blanca pintada con manchas negras y un guante de látex. No salimos ni por Errenteria. Ese fue el inicio o el detonante de la comparsa. Al año siguiente hicimos la solicitud para salir en el desfile de Errenteria. Así estuvimos unos años desfilando en Errenteria y nos invitaron a salir en el de Donostia, pero dijimos que todavía no estábamos preparados.

¿Cuándo os visteis preparados para desfilar por la capital?

En el año 2004 fuimos como invitados, y a raíz de ahí empezamos a participar en los siguientes años en el concurso de comparsas. Fue todo un proceso. Este año cumplimos 25 años como comparsa y yo he participado desde su inicio, aunque las riendas de la comparsa de Carnaval no las cojo hasta 2009. Desde 2009 hasta hoy me he encargado de decidir temáticas, organización, gestión...

Los premios no tardaron en llegar. En 2019 lograsteis el 2º Premio de Comparsas y Carrozas y al año siguiente conseguisteis vuestro primer Gran Premio de Carnaval. A partir de ahí no os habéis bajado del palmarés.

Fuimos creciendo poco a poco. La gente recuerda a Eureka por los éxitos de los últimos años, pero los éxitos han llegado a base de esfuerzo y de trabajo desde hace 25 años. Empezamos con 20 personas y fuimos creciendo hasta llegar a más de 200 personas. A nosotros cuando nos dicen que se apuntan a la comparsa porque nos ven como caballo ganador, yo no lo veo así, creo que se apuntan por lo que ofrecemos: hacemos terapia, grupo, familia, es un espacio seguro. El Carnaval es un plan de vida que hacemos de octubre a marzo.

¿Cuándo empezáis a pensar en la temática y en las coreografías de la comparsa?

Aunque la gente se piensa que acaba un Carnaval y empezamos a pensar en el siguiente, nosotros no funcionamos así. Necesito descansar la mente, porque no sólo nos dedicamos al Carnaval, tenemos una amplia variedad de actividades durante todo el curso y el desarrollo creativo está siempre presente. En septiembre, cuando comenzamos con el nuevo curso, es cuando empezamos a pensar en lo que llamamos la nueva fantasía. Todo se empieza a montar a partir de septiembre.

Los temas que eligen las comparsas en Carnaval son cada año más abstractos.

Cada comparsa tiene su propia identidad y personalidad. Nosotros buscamos una temática concreta que nos permita un desarrollo amplio, con varios personajes, porque somos mucha gente. Para vestir a 200 personas, este año seremos 220, no puede ser todo monótono. Queremos ofrecer una extensión visual mucho más entretenida. Nosotros el punto de animación lo tenemos siempre presente, porque queremos disfrutar, pero también queremos que el público lo disfrute. El Carnaval es un espectáculo. Las comparsas buscan las temáticas en función de lo que les motiva y les encaja a la hora de crear.

Una de las señas de identidad de Eureka y de Oliber Nestar es el micrófono con el que animas al público.

Sí, el micrófono es una anécdota muy graciosa. Me lo puse un año porque no funcionaba la música y nos dijeron desde la organización que salíamos sin música o nos retirábamos. Entonces se me ocurrió coger el micro que usaba para los ensayos, para poder coordinar a 200 personas. Me puse el micrófono y cantando iba animando a la comparsa. Visto el éxito, ahora es mi seña de identidad.

¿Cuándo decidiste dedicarte por completo al baile?

Una vez que se acababan los carnavales la gente me decía que era una pena que eso se acabara ahí. Así que empecé a preparar en el local de la asociación coreografías como las de Carnaval durante el curso. Poco a poco me fui formando en el mundo de la danza, aunque realmente soy contable y trabajé incluso en un centro médico. Hoy en día soy bailarín, coreógrafo y me dedico a las artes escénicas. Daba clases en las asociaciones, en polideportivos, centros culturales... de donde me llamaban. Tuve un golpe con el coche y mi pareja y mi entorno me dijeron que tenía que bajar el ritmo. Me animaron a montar mi propio negocio. Así que, aunque con mucho miedo, en 2015 abrí mi estudio.

Entonces te decidiste a montar tu estudio en Pontika.

Había sido mi sueño. Apoyado por mi pareja y respaldado por mis padres, empecé a mirar locales. En principio no quería abrir el estudio en mi barrio, porque nadie es profeta en su tierra. Pero el destino estaba escrito para que montara aquí el estudio, porque este fue el último local que vine a ver y según entré, lo vi claro. Era un espacio totalmente diáfano, sin ninguna columna y preparado para que empezara la obra desde cero. Así que peldaño a peldaño arrancó el sueño. Va a hacer diez años que trabajo con mi sueño y es una forma de vida para mí. Mi lema es bailar la vida.

¿Qué diferencia a tu estudio?

No sé si mi estudio es mejor o peor, no cuestiono eso. Lo que tengo claro es que es un espacio seguro, ofrece algo diferente. Yo quiero que mis alumnos se sientan aquí protegidos. No quiero que ellos pasen lo que yo pasé de pequeño, porque la danza está estigmatizada y estamos muchas veces encasillados. Niños, niñas, mujeres, más altos, más bajos... en cuanto cruzan la puerta se sienten libres. Tanto en niños como en adultos, desde los cinco hasta más de 80 años, trabajamos mucho la autoestima, los miedos, las inseguridades. Este es un espacio para todo el mundo y para la inclusión. Soy un creador de sonrisas.