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“Hay un miedo a la libertad que trasciende de la música”
Sabin Bikandi etnomusicólogo o, como prefiere, humilde tamborilero
Escribo etnomusicología y me miran raro, la verdad...
-¡No me extraña! Es una aproximación antropológica a la música de todos los tiempos y culturas, no solo desde un punto de vista occidental. Lanzar una mirada más amplia.
Hay quien denuncia que hay clases incluso entre los instrumentos...
-Algo de razón tiene. Es algo social, cultural e incluso con una visión política. Así, asocian el txistu con el batzoki, la txalaparta con los rojos... En una orquesta sinfónica hay instrumentos que iban a la cola.
¿Cuál de sus investigaciones es la que más le ha sorprendido?
-Fue un descubrimiento y una sorpresa los conocimientos musicales de un maestro de dantzas. Lo que saben de música y coreografía. Aún hoy me maravilla.
¿Se puede bailar en silencio?
-En casa de Serafín Amezua encontré un viejo instrumento y me puse a tocarlo. Y uno de sus hijos, Floren. me escuchó sentado con los ojos cerrados. Al acabar me dijo: hasta tocado igual que aita... ¡y no he fallado un paso! Había bailado sin moverse.
¿Cuál es la mayor transformación que ha visto en la música?
-Cuando yo empecé los estudios superiores de música apenas había 261 estudiantes en todo el Estado y a esa categoría de estudios se le llamaba virtuosismo. Treinta años después no tiene nada que ver, hay más gente y más preparada.
¿Qué prima más en la música: la técnica o el alma?
-Solo la técnica te deja frío y solo el alma, sin la ciencia, tampoco te llena.. La palabra que mejor define la buena música es el oficio, una palabra que vamos perdiendo, por desgracia. Echo de menos eso en el sistema educativo.
¿La música?
-No, el valor de los oficios. Los niños aprenden con los ejemplos de los mayores y las raíces de la música la tienen que buscar antes en su entorno que en la escuela. Y recuerde que no hay que infantilizar la música: es algo intrínseco en los rituales del adulto.
¿Qué encadena a la música?
-Lo mismo que a tantas otras cosas: el miedo a la libertad. Cuando le pido a algún alumno que toque algo siempre preguntan lo mismo: qué. Hay miedo a elegir. Pero en la vida tienes que tomar riesgos.
¿Qué le falta al aprendizaje musical?
-Ves, por ejemplo, que los cocineros tienen grandes enseñanzas normalizadas y en la música hay demasiado autodidacta.
Sabin Bikandi, tocando el txintxun y el txistu. (Foto: Oskar Martínez)
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