San Fermín en femenino: Maialen Ziaurriz y Xabier Elizalde, simetría de afecto

Ellos son a Pamplona lo que la urbe es a Duguna. Las fórmulas demuestran el afecto de un nombre para una ciudad. Y a la inversa. “Llevamos la dantza a cada rincón"

Su presencia se revive desde el corazón. Ellos son a Pamplona lo que la urbe es a Duguna. Las fórmulas demuestran el afecto de un nombre para una ciudad. Y a la inversa. “Llevamos la dantza a cada rincón y el hecho de poder participar en los eventos de casa, como la procesión, significa tanto para nosotros. Es igual que saber que hemos estrenado bailes para Iruña...”, revela Maialen Ziaurriz Larraz. Con 27 años y casi una década formando parte del corazón del folclore, no puede evitar sonreír y que las palabras le sepan a poco. Y es que la dantza se siente por dentro. A todas horas. Quizá por eso les compense superar el calor asfixiante de los trajes al sol o compaginar sus calendarios para ensayar tres días a la semana durante todo el año.

Por eso y por una lucha que abanderan con ejemplo. Al son de cascabeles y solemnidad, los alrededor de 40 dantzaris (en activo) en Duguna son precisamente eso: dantzaris. Ni hombres ni mujeres. Sin distinción de género. “Bailamos en un ámbito sano, de igualdad, donde hasta los trajes son idénticos para unos y otros”, defiende Maialen.

Sin perder esa espontaneidad que regalan los nervios de quien se expone ante los ojos de aquellos que desean disfrutar, Duguna sabe que computan por tres: el 6 de julio en la plaza de los Fueros, el 7 durante la procesión y el 14 en la octava, el último acto religioso de las fiestas. Precisamente en este juego de símbolos aparece ella. Maialen, protagonista, cede experiencia y valores a la próxima generación. Lo hace en forma de pañuelo rojo, un auténtico símbolo de simetría y afecto para Xabier Elizalde Soto. Él, con 12 años, recoge el testigo. Sonríe. Sueña. Puede que también con salir en la procesión. “Me gusta bailar, aunque a veces es un poco difícil”, se sincera. En ambiente, el aprendiz se instruye. Tiempo para todo, hasta para ver los encierros en la Plaza de Toros.