Los vascos, ese pueblo que habita y baila a los pies de los Pirineos, como lo definió Voltaire en 1756, volvió a poner de manifiesto la alegría que le caracteriza. El motivo fue una nueva edición del Bizkaiko Dantzari Eguna, que ayer domingo tuvo lugar en Urduliz con la participación de 69 grupos de danzas que reunieron a más de 3.500 dantzaris y en torno a 4.500 personas de público. Según la organización, a cargo de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra, el día festivo contó con la colaboración del grupo local Iratxo Gorria, además de la Diputación Foral de Bizkaia, BBK y el Ayuntamiento de Urduliz.

Un evento cultural y artístico muy consolidado que recuerda los bailes vascos más tradicionales a través de romerías y pasacalles, y que ayer se acercó más que nunca al pueblo, a su verdadera esencia, al celebrarse en la calle principal de Urduliz, la avenida Aita Gotzon, en lugar de en un recinto deportivo, como en otras ediciones. “Cada vez tenemos más problemas para hacerlo en un recinto cerrado, por razones de seguridad. Quizás en un campo de fútbol es un espectáculo más vistoso, pero es verdad que aquí en la calle estamos mucho más cerca de la gente y del pueblo”, valoró José María Oyarzabal, presidente de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra.

En este sentido, el dirigente agradeció también la gran acogida brindada por el pueblo de Urduliz, que se volcó con casi el centenar de voluntarios y voluntarias para hacer posible esta gran fiesta que agrupó a miles de dantzaris, txikis y adultos, en torno a la diversión y al baile. “Estamos encantados con el recibimiento que hemos tenido y con la colaboración prestada”, apuntó. Del mismo modo, Oyarzabal se mostró orgulloso del presente y futuro que tienen los grupos de danzas vascas. “La ilusión por bailar se ha visto hoy aquí en Urduliz. Hay una gran cantidad de niños y niñas y el futuro está garantizado con todos ellos”, indicó.

Ambiente

Sobre esta línea, durante toda la jornada se registró un gran ambiente en Urduliz. Personas procedentes de todos los rincones de Euskadi se desplazaron hasta Urduliz para disfrutar de una espectacular fiesta. A pesar de que la lluvia amagó con empañar el desfile, finalmente no fue así y los dantzaris pudieron recorrer la arteria principal de la localidad sin problemas y ante la aclamación del público. Después comenzó la actuación. A cada grupo se le asignó un puesto a lo largo de la calle Aita Gotzon, convirtiendo el vial urduliztarra en una espiral multicolor que se extendió desde la plaza de los jubilados hasta el colegio Elortza en un recorrido de 600 metros.

Pese a algún problema con el sonido en algún tramo, el ánimo no decayó y los grupos pusieron todo de su parte para ofrecer una jornada brillante.