La compañía de danza donostiarra Kresala ultima estos días uno de los espectáculos más especiales y cuidados por su temática de todos los realizados a lo largo de su larga y extensa trayectoria. La formación estrenará el próximo día 9 en Hernani Hitaz orhoit, una obra “delicada” creada en memoria de “las víctimas invisibilizadas de la barbarie y la sinrazón” que producen los conflictos bélicos y sociales y que busca, además, servir como “catarsis positiva” en favor de la convivencia y los derechos humanos.

“Es una obra que habla de las memorias que han sido invisibilizadas, principalmente la de las mujeres, que son las protagonistas del espectáculo, pero también de la ilusión y de la esperanza que hay detrás por salir adelante”, cuenta Claudia Erentxun, una de la treintena de bailarines que interpretan un espectáculo que ha sido dirigido y coreografiado por Faustino Aranzabal.

Ambientada en las décadas de los años 20 y 30 del pasado siglo, la pieza “viaja físicamente hasta allí” para hablar de cualquier conflicto bélico, incluido el ucraniano, tan en boga. “Es verdad que pensar ahora en la guerra nos hace dirigirnos a Ucrania, pero cada espectador puede llevarlo al lugar que crea. Lo que busca es sacar a la luz lo que no se vio y sigue estando oculto”, revela la joven bailarina, quien apunta que la obra no se limita solamente a hablar de la guerra, sino de toda la violencia que hay detrás, incluidos “la vulneración de los derechos civiles o las violaciones a mujeres”.

Para ahondar en la idea de lo personal, Aranzabal pidió a todos los bailarines un ejercicio mental antes de comenzar los ensayos. “Nos dijo que habláramos con nuestros familiares para conocer su pasado. Cada uno sacó sus propias reflexiones, pero nunca las compartimos entre nosotros. Se trataba de que nos metiéramos en el contexto, pero representásemos cada uno lo que sentíamos”, apunta Erentxun.

No obstante, desde el comienzo, el espectáculo ha tratado de ser “algo más que la guerra y la violencia” y convertirse en un espectáculo “transformador y curativo” que abogase en favor de la convivencia y los derechos humanos. “Pese a todo, habla de la esperanza y de la ilusión por seguir adelante”, indica la intérprete sobre un trabajo que busca también servir como “catarsis positiva” que haga olvidar la brutalidad del ser humano. 

Collage de simbologías

Para plasmar toda esta idea, Hitaz orhoit se compone de una representación coreográfica que va dirigida a la percepción de los sentidos y, por lo tanto, a las propias sensaciones de cada espectador. “Es una obra muy abstracta, en la que no hay narrativa. El mensaje se realiza a través de los movimientos de los bailarines”, señala Erentxun sobre una pieza que cuenta con varios bailes, algunos con uno o dos intérpretes y otros con los 30 bailarines sobre el escenario.

La música, por su parte, surge a través de un trabajo de investigación profundo sobre las letras y los versos más representativos, lo que da como resultado “un collage de simbologías”. “Son sonidos con una gran carga significativa detrás y muy poéticos”, apuntan desde la compañía. Como consecuencia de ello, se da también un crisol de sonidos a partir de piezas de, entre otros, Beñat Achiary, Joseba Tapia, Miren Zeberio, Iñaki Salvador y Benito Lertxundi; voces como las de Amaia Zubiria, Leire Berasaluze, Mertxe Oliden y Angel Irigaray; y letras de Joannes Leizarraga, Gaspar Gómez o Joxe Zaparain.

La obra ha contado con Idoia Ibarzabal como maestra de danza y figuración e Inma Irazustabarrena como diseñadora de iluminación y tendrá su estreno el día 9 en la Biteri Kultur Etxea de Hernani a partir de las 19.30 horas. Tras ello, el espectáculo girará por toda Euskadi con fechas que irán desvelando próximamente.