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Dantza nuestra que estás en los cielos

Del Arin-Arin a la Espatadantza, desde el Aurresku de Begoña hasta la músicos de Bizkaiko Gaiteroak, la sala BBK vibró en los I. Dantza Tradizionalaren Esker Onak

Egilea
Jon Mujika
Komunikabidea
Deia
Mota
Kronika
Data
2017/11/24
Lotura
Deia

Aquí, desde la tierra que pisan, los músicos y dan-tzaris que en la noche del miércoles participaron en el escenario de los I Dantza Tradizionalaren Esker Onak, llevaron a los presentes a los cielos. No por nada, aquella bailarina inmortal llamada Martha Graham nos lo advirtió tiempo atrás: nuestros brazos comienzan en la espalda porque una vez fueron alas. Con ellos se baila, con ellos se extraen de la cuerda y el viento las melodías que nos llevan y nos traen. En fiestas y romerías, en solemnes celebraciones y en alegres biribilketas. “No quiero gente que quiera bailar, quiero gente que tenga qué bailar”, dijo George Balanchine, aquel bailarín de San Petersburgo que se hizo leyenda en el Mariinski. Soy incapaz de dar con una definición mejor del folclore, ese conjunto de tradiciones, leyendas, creencias y costumbres populares y mantenidos por la tradición. Ahí nace la dantza tradicional, ahí han puesto sus ojitos Bizkaiko Dantzariaren Biltzarra (Izaskun Llona, Javier Ortega, el presidente José Mari Oiarzabal, Kepa Ogiza e Iñigo Couto al frente...) y DEIA (Javier Andrés, Iñaki González, Kike Hermosilla, Iñigo Aspiunza e Idoia Gutiérrez, entre otros, a la cabeza...) para organizar un certamen que gasta vocación de perpetuidad. Los hombres y mujeres que aman esta tradición, que se nutren de estas raíces, lo celebraron por todo lo alto en la Sala BBK de la Gran Vía. También ellos, los financieros, se asomaron a los balcones del pueblo y su cultura popular, esa que no viene de la Academia sino que nace en la sangre de cada cual.

un hombre y una mujer Es un misterio el origen de la danza autóctona de Lanestosa, pero siglo tras siglo este vistoso baile ha tenido continuidad. Y cada 5 de agosto, con motivo de la festividad de la Virgen de las Nieves, se dibujan esos arcos floriodos con varas de avellano flexibles. Bajo ellos se celebró una gala, que, dicho sea con permiso de tanta y tan buena gente, tuvo a un hombre y una mujer como protagonistas de la noche: Karmele Goñi, una mujer entegada a la pasión euskaldun de las costumbres y las raíces (aún recuerdo una conversación, años atrás, en la que me contaba que le habían echado de un autobús... ¡por hablar euskera!) y Jon Pertika, recuperador del aurresku que cada 15 de agosto se baila a la Amatxu de Begoña, con los ezpatadantzaris en el interior de la basílica. Fueron dos de los catedráticos (los hijos de Karmele, Amaia y Mikel Mujika recogieron el galardón in memoriam...), premiados junto a Iruñeko Gaiteroak (José Luis Fraile y Javier Lacunza al aparato...), Txebi Arriaga, los dantzaris de Lanestosa, con Andoni Pérez y Ramón Pardo al frente, y los seis grupos de dantzas que atesoran más de sesenta años de vida cada uno. A saber, Edurre Euskal Dantza Taldea, Gaztedi Dantzari Taldea, Gernikako Elai Alai Dantzari Taldea, Eusko Lorak, Amaia Dan-tza Taldea y Laguntasuna.

A la cita no faltaron Lorea Bilbao, Koldo Narbaiza, Gonzalo Olabarria, Paco Cruz, Iñaki Irigoien, Peto Lezameta, Inma Abaunza, Garazi Arriaga, José Luis Abasolo, Sorkunde Aiarza, Andoni Busquets, Rafa Ibargüen, Nahia Otegi, Arantza Maza, Gurutze Maza, Joseba Ibarra, Nerea de Egurrola, Pili Castro, Javi Meabe, Asier Ijalba, Jesús Mayor, José Antonio Rodríguez, Paulino Azkue, Ana Santacoloma, Agustín Rasines, Pedro La Cruz, Borja Zubillaga, Miguel Luke y Andrés Luzuriaga, entre otros cientos.

AQUÍ, desde la tierra que pisan, los músicos y dan-tzaris que en la noche del miércoles participaron en el escenario de los I Dantza Tradizionalaren Esker Onak, llevaron a los presentes a los cielos. No por nada, aquella bailarina inmortal llamada Martha Graham nos lo advirtió tiempo atrás: nuestros brazos comienzan en la espalda porque una vez fueron alas. Con ellos se baila, con ellos se extraen de la cuerda y el viento las melodías que nos llevan y nos traen. En fiestas y romerías, en solemnes celebraciones y en alegres biribilketas. “No quiero gente que quiera bailar, quiero gente que tenga qué bailar”, dijo George Balanchine, aquel bailarín de San Petersburgo que se hizo leyenda en el Mariinski. Soy incapaz de dar con una definición mejor del folclore, ese conjunto de tradiciones, leyendas, creencias y costumbres populares y mantenidos por la tradición. Ahí nace la dantza tradicional, ahí han puesto sus ojitos Bizkaiko Dantzariaren Biltzarra (Izaskun Llona, Javier Ortega, el presidente José Mari Oiarzabal, Kepa Ogiza e Iñigo Couto al frente...) y DEIA (Javier Andrés, Iñaki González, Kike Hermosilla, Iñigo Aspiunza e Idoia Gutiérrez, entre otros, a la cabeza...) para organizar un certamen que gasta vocación de perpetuidad. Los hombres y mujeres que aman esta tradición, que se nutren de estas raíces, lo celebraron por todo lo alto en la Sala BBK de la Gran Vía. También ellos, los financieros, se asomaron a los balcones del pueblo y su cultura popular, esa que no viene de la Academia sino que nace en la sangre de cada cual.

un hombre y una mujer Es un misterio el origen de la danza autóctona de Lanestosa, pero siglo tras siglo este vistoso baile ha tenido continuidad. Y cada 5 de agosto, con motivo de la festividad de la Virgen de las Nieves, se dibujan esos arcos floriodos con varas de avellano flexibles. Bajo ellos se celebró una gala, que, dicho sea con permiso de tanta y tan buena gente, tuvo a un hombre y una mujer como protagonistas de la noche: Karmele Goñi, una mujer entegada a la pasión euskaldun de las costumbres y las raíces (aún recuerdo una conversación, años atrás, en la que me contaba que le habían echado de un autobús... ¡por hablar euskera!) y Jon Pertika, recuperador del aurresku que cada 15 de agosto se baila a la Amatxu de Begoña, con los ezpatadantzaris en el interior de la basílica. Fueron dos de los catedráticos (los hijos de Karmele, Amaia y Mikel Mujika recogieron el galardón in memoriam...), premiados junto a Iruñeko Gaiteroak (José Luis Fraile y Javier Lacunza al aparato...), Txebi Arriaga, los dantzaris de Lanestosa, con Andoni Pérez y Ramón Pardo al frente, y los seis grupos de dantzas que atesoran más de sesenta años de vida cada uno. A saber, Edurre Euskal Dantza Taldea, Gaztedi Dantzari Taldea, Gernikako Elai Alai Dantzari Taldea, Eusko Lorak, Amaia Dan-tza Taldea y Laguntasuna.

A la cita no faltaron Lorea Bilbao, Koldo Narbaiza, Gonzalo Olabarria, Paco Cruz, Iñaki Irigoien, Peto Lezameta, Inma Abaunza, Garazi Arriaga, José Luis Abasolo, Sorkunde Aiarza, Andoni Busquets, Rafa Ibargüen, Nahia Otegi, Arantza Maza, Gurutze Maza, Joseba Ibarra, Nerea de Egurrola, Pili Castro, Javi Meabe, Asier Ijalba, Jesús Mayor, José Antonio Rodríguez, Paulino Azkue, Ana Santacoloma, Agustín Rasines, Pedro La Cruz, Borja Zubillaga, Miguel Luke y Andrés Luzuriaga, entre otros cientos.

AQUÍ, desde la tierra que pisan, los músicos y dan-tzaris que en la noche del miércoles participaron en el escenario de los I Dantza Tradizionalaren Esker Onak, llevaron a los presentes a los cielos. No por nada, aquella bailarina inmortal llamada Martha Graham nos lo advirtió tiempo atrás: nuestros brazos comienzan en la espalda porque una vez fueron alas. Con ellos se baila, con ellos se extraen de la cuerda y el viento las melodías que nos llevan y nos traen. En fiestas y romerías, en solemnes celebraciones y en alegres biribilketas. “No quiero gente que quiera bailar, quiero gente que tenga qué bailar”, dijo George Balanchine, aquel bailarín de San Petersburgo que se hizo leyenda en el Mariinski. Soy incapaz de dar con una definición mejor del folclore, ese conjunto de tradiciones, leyendas, creencias y costumbres populares y mantenidos por la tradición. Ahí nace la dantza tradicional, ahí han puesto sus ojitos Bizkaiko Dantzariaren Biltzarra (Izaskun Llona, Javier Ortega, el presidente José Mari Oiarzabal, Kepa Ogiza e Iñigo Couto al frente...) y DEIA (Javier Andrés, Iñaki González, Kike Hermosilla, Iñigo Aspiunza e Idoia Gutiérrez, entre otros, a la cabeza...) para organizar un certamen que gasta vocación de perpetuidad. Los hombres y mujeres que aman esta tradición, que se nutren de estas raíces, lo celebraron por todo lo alto en la Sala BBK de la Gran Vía. También ellos, los financieros, se asomaron a los balcones del pueblo y su cultura popular, esa que no viene de la Academia sino que nace en la sangre de cada cual.

un hombre y una mujer Es un misterio el origen de la danza autóctona de Lanestosa, pero siglo tras siglo este vistoso baile ha tenido continuidad. Y cada 5 de agosto, con motivo de la festividad de la Virgen de las Nieves, se dibujan esos arcos floriodos con varas de avellano flexibles. Bajo ellos se celebró una gala, que, dicho sea con permiso de tanta y tan buena gente, tuvo a un hombre y una mujer como protagonistas de la noche: Karmele Goñi, una mujer entegada a la pasión euskaldun de las costumbres y las raíces (aún recuerdo una conversación, años atrás, en la que me contaba que le habían echado de un autobús... ¡por hablar euskera!) y Jon Pertika, recuperador del aurresku que cada 15 de agosto se baila a la Amatxu de Begoña, con los ezpatadantzaris en el interior de la basílica. Fueron dos de los catedráticos (los hijos de Karmele, Amaia y Mikel Mujika recogieron el galardón in memoriam...), premiados junto a Iruñeko Gaiteroak (José Luis Fraile y Javier Lacunza al aparato...), Txebi Arriaga, los dantzaris de Lanestosa, con Andoni Pérez y Ramón Pardo al frente, y los seis grupos de dantzas que atesoran más de sesenta años de vida cada uno. A saber, Edurre Euskal Dantza Taldea, Gaztedi Dantzari Taldea, Gernikako Elai Alai Dantzari Taldea, Eusko Lorak, Amaia Dan-tza Taldea y Laguntasuna.

A la cita no faltaron Lorea Bilbao, Koldo Narbaiza, Gonzalo Olabarria, Paco Cruz, Iñaki Irigoien, Peto Lezameta, Inma Abaunza, Garazi Arriaga, José Luis Abasolo, Sorkunde Aiarza, Andoni Busquets, Rafa Ibargüen, Nahia Otegi, Arantza Maza, Gurutze Maza, Joseba Ibarra, Nerea de Egurrola, Pili Castro, Javi Meabe, Asier Ijalba, Jesús Mayor, José Antonio Rodríguez, Paulino Azkue, Ana Santacoloma, Agustín Rasines, Pedro La Cruz, Borja Zubillaga, Miguel Luke y Andrés Luzuriaga, entre otros cientos.

AQUÍ, desde la tierra que pisan, los músicos y dan-tzaris que en la noche del miércoles participaron en el escenario de los I Dantza Tradizionalaren Esker Onak, llevaron a los presentes a los cielos. No por nada, aquella bailarina inmortal llamada Martha Graham nos lo advirtió tiempo atrás: nuestros brazos comienzan en la espalda porque una vez fueron alas. Con ellos se baila, con ellos se extraen de la cuerda y el viento las melodías que nos llevan y nos traen. En fiestas y romerías, en solemnes celebraciones y en alegres biribilketas. “No quiero gente que quiera bailar, quiero gente que tenga qué bailar”, dijo George Balanchine, aquel bailarín de San Petersburgo que se hizo leyenda en el Mariinski. Soy incapaz de dar con una definición mejor del folclore, ese conjunto de tradiciones, leyendas, creencias y costumbres populares y mantenidos por la tradición. Ahí nace la dantza tradicional, ahí han puesto sus ojitos Bizkaiko Dantzariaren Biltzarra (Izaskun Llona, Javier Ortega, el presidente José Mari Oiarzabal, Kepa Ogiza e Iñigo Couto al frente...) y DEIA (Javier Andrés, Iñaki González, Kike Hermosilla, Iñigo Aspiunza e Idoia Gutiérrez, entre otros, a la cabeza...) para organizar un certamen que gasta vocación de perpetuidad. Los hombres y mujeres que aman esta tradición, que se nutren de estas raíces, lo celebraron por todo lo alto en la Sala BBK de la Gran Vía. También ellos, los financieros, se asomaron a los balcones del pueblo y su cultura popular, esa que no viene de la Academia sino que nace en la sangre de cada cual.

un hombre y una mujer Es un misterio el origen de la danza autóctona de Lanestosa, pero siglo tras siglo este vistoso baile ha tenido continuidad. Y cada 5 de agosto, con motivo de la festividad de la Virgen de las Nieves, se dibujan esos arcos floriodos con varas de avellano flexibles. Bajo ellos se celebró una gala, que, dicho sea con permiso de tanta y tan buena gente, tuvo a un hombre y una mujer como protagonistas de la noche: Karmele Goñi, una mujer entegada a la pasión euskaldun de las costumbres y las raíces (aún recuerdo una conversación, años atrás, en la que me contaba que le habían echado de un autobús... ¡por hablar euskera!) y Jon Pertika, recuperador del aurresku que cada 15 de agosto se baila a la Amatxu de Begoña, con los ezpatadantzaris en el interior de la basílica. Fueron dos de los catedráticos (los hijos de Karmele, Amaia y Mikel Mujika recogieron el galardón in memoriam...), premiados junto a Iruñeko Gaiteroak (José Luis Fraile y Javier Lacunza al aparato...), Txebi Arriaga, los dantzaris de Lanestosa, con Andoni Pérez y Ramón Pardo al frente, y los seis grupos de dantzas que atesoran más de sesenta años de vida cada uno. A saber, Edurre Euskal Dantza Taldea, Gaztedi Dantzari Taldea, Gernikako Elai Alai Dantzari Taldea, Eusko Lorak, Amaia Dan-tza Taldea y Laguntasuna.

A la cita no faltaron Lorea Bilbao, Koldo Narbaiza, Gonzalo Olabarria, Paco Cruz, Iñaki Irigoien, Peto Lezameta, Inma Abaunza, Garazi Arriaga, José Luis Abasolo, Sorkunde Aiarza, Andoni Busquets, Rafa Ibargüen, Nahia Otegi, Arantza Maza, Gurutze Maza, Joseba Ibarra, Nerea de Egurrola, Pili Castro, Javi Meabe, Asier Ijalba, Jesús Mayor, José Antonio Rodríguez, Paulino Azkue, Ana Santacoloma, Agustín Rasines, Pedro La Cruz, Borja Zubillaga, Miguel Luke y Andrés Luzuriaga, entre otros cientos.

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Koldo Narbaiza, Iñaki Gonzalez, Idoia Gutierrez, Jose Maria Oiarzabal, Lorea Bilbao, Iñigo Couto y Javier Andres. (Foto: Jose Maria Martinez y Pablo Viñas)

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