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Valcarlos suena a cascabel
Igual que el ADN, el amor por los bolantes se transmite de generación en generación entre quienes desde pequeños se pierden entre las calles de Valcarlos. Bailaban los abuelos, siguen los padres, continúan los hijos y pronto empezarán los nietos. Un acto tradicional que tiene lugar solo un día al año, el Domingo de Pascua; una jornada que quienes son de Valcarlos definen como la más importante del año.
Y ayer fue ese día, el grande de los luzaidarras, en el que el tiempo permitió a cerca de 120 vecinos bailar, a mediodía, en la plaza de Santiago ante la atenta mirada de unas 2.000 personas llegadas de pueblos cercanos, del resto de Navarra, Iparralde, Gipuzkoa, Bizkaia y peregrinos de medio mundo. A la tarde fue el frontón el que vibró con los pasos de los dantzaris.
“Es el día más importante del año, mucho más que cualquiera de fiestas”, señaló con rotundidad Peio Ainciburu, que lleva 38 de sus 49 años bailando al son de los acordeones y la modesta banda. Este vecino de Villava, natural de Luzaide-Valcarlos, es un claro ejemplo de esta tradición: su abuelo y padre bailaban, hoy lo hace él acompañado por sus dos hijas, Amaia e Idoia, de 19 y 12 años respectivamente, y su hijo Iñaki. “En todas las casas se baila, es raro que un crío no aprenda a hacerlo”, comentó José Luis Jaurena Ainziburu, bolante de 51 años, con unos 45 de experiencia. Otros, como Julen Madurga, de 5 años, se estrenaban con el nervio metido en el cuerpo. Madurga hizo acto de presencia en el primer y último baile de cada tanda, siguiendo así los pasos de su padre, de su abuelo y abuela. “He ensayado mucho y los primeros días me dolían las piernas”, relató este pequeño vecino de Valcarlos, que junto a su hermano, primos y vecinos estuvo ensayando y aprendiendo los bailes durante unas cinco semanas, dos meses en el caso de los mayores porque, si no “acabas destrozado. Se baila todo el rato de puntillas y carga mucho los gemelos”, explicó Jaurena. Estas tres son historias que se repiten entre los demás vecinos de este pueblo fronterizo, entrada de los peregrinos que llegan de Francia.
Precisamente fueron los que se dirigían a Santiago de Compostela quienes empezaron a cruzarse en su recorrido con personajes desconocidos, a los que miraban con una mezcla de extrañeza y admiración: zapurrak, ataviados con barbas, traje blanco y un hacha; cuatro gorris, vestidos con chaqueta roja, boina a juego y pantalones blancos, dos a caballo y el resto a pie; makilariak, con la misma chaqueta que los gorris pero un alto sombrero y un palo o makila que hacían bailar entre su cuerpo y volar; y los dantzaris o bolantes, que ganaban en número al resto de participantes.
Después de un Sábado Santo con pasacalles, talos y música para los de Valcarlos, ayer el día comenzó con bailes en diferentes barrios de la zona. Después de la misa, la calle Elizaldea empezó a llenarse de color y el ruido de los cascabeles que cuelgan de las cintas que adornan los pantalones de los bolantes. Las chicas, ataviadas con faldas y blusas blancas, más un chaleco granate o verde, encabezaron, de menor a mayor altura, las dos filas que se extendían a lo largo de la vía. Después, los hombres y, en medio, los makilariak. Los gorris a caballo o zaldiak y dos muñecas gigantes marcaban el camino.
Ya en la plaza de Santiago comenzó la música, que se prolongó durante una hora y 10 minutos. Por la tarde, a partir de las 17.00 horas, el desfile y las coreografías se repitieron en el frontón. Después, muchos hicieron un paréntesis para descansar antes de la cena y fiesta de esta noche, que pone punto y final a un evento declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Navarra en 2012.
DE CERCA
Los bailes matutinos. Se interpretaron 15 bailes: La Martxa, Bolant-dantza, Erdizka Lauetan, Muxikoak, Azkaindarrak, Lapurtar Motxak, Makilaris txikis, Euskaldunak, Sorginak, Makilaris grandes, Egi, Ostalerrak, Zazpi lauziak, Kontradantzas (con trajes de caseros) y la Martxa final.
Los vespertinos. Por la tarde fueron 20: los mismos que por la mañana, salvo Azkaindarrak, a los que se sumaron Antzoriz, Xibandiarrak, Gau Iñarak, Atzo ta Tupinak y Makilaris.
Al gusto. Los colores de las cintas de los varones van al gusto de quien viste el traje, aunque predominan el verde y rojo. Durante la dictadura, era obligatorio llevarlas en rojo y amarillo.
LA FRASE
JOSE LUIS JAURENA: “Los txikis volverán a aprender a bailar con la manera tradicional”
“Cuando éramos pequeños, aprendíamos a bailar paso a paso sin música, después nos cantaban los bailes y después ponían la melodía”, relató Jose Luis Jaurena. Ahora, los pequeños aprenden mirando, “están perdiendo los detalles, por cada paso hay otros cuatro y se les escapan”. Por eso barajan que desde agosto se vuelva al método con el que Jaurena y los de su generación aprendieron a bailar.
Las chicas bolantes saltan al ritmo de la música. (Beroiz)
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