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Adiós al guardián de la memoria popular de Euskal Herria
Fallece en Tolosa Juan Garmendia Larrañaga tras toda una vida dedicada a la etnografía
El trabajo le ha acompañado hasta el final de sus días. El pasado verano todavía presentaba una nueva obra titulada Hamarrenak, una publicación con documentos sobre los diezmos, el tributo que en el Antiguo Régimen sostenía a la Iglesia. Deja tras de sí una vasta obra compuesta por 53 monografías y más de 300 artículos en los que aborda temáticas como la artesanía, la medicina popular, mitos y leyendas, el carnaval, las fiestas, los juegos, la etnografía, los ritos funerarios, el léxico etnógrafico, etcétera. Gracias a un acuerdo con Eusko Ikaskuntza, sociedad a la que estuvo estrechamente vinculado, toda su obra ha sido digitalizada y es accesible en Internet.
Garmendia Larrañaga además es miembro de honor de Euskaltzainzadia, Seme Kuttuna de Tolosa y premio Ondare de Gipuzkoa entre otras distinciones y reconocimientos. Conoció y entabló amistad con algunas de las principales figuras de la cultura vasca desde José Miguel de Barandiaran, que le dio el primer empujón en su carrera etnográfica, hasta Julio Caro Baroja, con el que compartió la dirección de la Revista Internacional de Estudios Vascos. También fue amigo de Oteiza, Mitxelena y Manuel Lekuona. De casi todos ellos deja también biografías publicadas.
entre velas y argizaiolas Garmendia Larrañaga, Juanito para sus amigos, nació el 12 de julio de 1926 en la calle mayor de Tolosa. Pese a que realizó estudios de peritaje mercantil, nunca ejerció como tal y pronto se puso a trabajar ayudando a su padre en la tienda de fabricación de velas y argizaiolas que tenía en Tolosa. Fue allí, siendo testigo de como se perdían las costumbres en los rituales fúnerarios, cuando comenzó a interesarse por los usos y las tradiciones del país.
A mediados de los años cincuenta contacta con Barandiaran durante la campaña que el antropólogo estaba llevando a cabo en el yacimiento de Leze-Txiki, en Arrasate. Barandiaran viendo el material que tenía recogido para entonces le animó a publicarlo, dando inicio a una carrera bibliográfica que salvó del olvido una parte de la memoria popular de Euskal Herria.
En la entrevista que Josemari Velez de Mendizabal le hizo para Eusko Ikaskuntza (Solasladian, 2005), Garmendia Larrañaga explica que la etnografía sirve, en lo que a Euskal Herria se refiere, para saber “qué han sido y qué son” los vascos. La investigación etnográfica, según Garmendia Larrañaga, muestra a Euskal Herria como una único pueblo, aunque con variantes. “Ni mucho menos es una unidad monolítica. Ni Bilbao es Tolosa, ni Bermeo Maule, cada uno tiene su personalidad y eso es lo que se analiza mediante la etnografía”.
Su método ha sido la del llanero solitario, trabajando por libre, sin adscripción a ningún grupo ni colectivo académico. “No tenía vocación ni de pastor ni de oveja”, se justificaba Garmendia Larrañaga que, según recordaba, Caro Baroja atribuía a esta cualidad suya la abundancia de su cosecha científica.
El etnógrafo fallecido fue un gran defensor y amante del euskera, idioma que utilizó sobre todo para la divulgación oral de sus conocimientos e investigaciones más que en sus escritos, cosa que lamentaba aunque reconocía que no manejaba los resortes imprescindibles para ello. Fue uno de los fundadores de la ikastola Laskurain de Tolosa y sobre el futuro del euskera estaba persuadido que pasaba por ganar espacio social, desenmascarando a los que mediante falsos argumentos tratan de frenar su expansión.
Los funerales por su alma tendrán lugar hoy en la parroquia Santa María de Tolosa, a las 19.00 horas.
Juan Garmendia Larrañagfa, en la biblioteca de su casa en Tolosa, en el año 2011.
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