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Llega a Donostia el bailarín Lander Cerrillo evacuado desde Israel

«Por fin voy a poder dormir tranquilo y descansar», ha declarado este donostiarra de 24 años que trabaja desde algo más de un año en Kamea Dance Company
Komunikabidea
Donostiatik
Mota
Albistea
Data
2023/10/11
Lotura
Donostiatik

El bailarín Lander Cerrillo ha llegado esta madrugada, en el primer avión militar español con evacuados de Israel, y está «tranquilo y feliz» con su familia en San Sebastián, después de pasar 4 días de «miedo» e «incertidumbre» recluido en su piso de la ciudad de Beerseba, la mayor parte del tiempo en una habitación bunquerizada.

Al aterrizar sobre las 5:00 horas de este miércoles en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, Cerrillo ha respirado aliviado. De ahí, siguiendo indicaciones del personal militar, se ha trasladado al aeropuerto comercial de Barajas y, en uno de los primeros vuelos del día, ha llegado a la terminal de Hondarribia, donde poco antes de las 9:00 se reencontraba con su madre y su hermana.

«Por fin voy a poder dormir tranquilo y descansar», ha declarado a EFE este donostiarra de 24 años, bailarín profesional que llevaba algo más de un año, desde septiembre de 2022, trabajando para Kamea Dance Company, una «prestigiosa compañía de danza contemporánea» israelí.

Compartía piso con dos compañeros de trabajo, «una pareja formada por un bailarín chileno y una estadounidense», y cuando «las alarmas y bombas» les «despertaron sobre las seis y pico de la mañana» del pasado sábado, se «encerraron en la habitación bunquerizada».

Se trata de una pieza de la casa «reforzada por fuera con placas de aluminio, puerta y ventana metálicas» que suele haber en muchas viviendas, explica el joven, que asegura que fueron «más de cuatro horas muy muy duras».

«Había continuos bombardeos. Cada tres o cuatro minutos oíamos diez o doce explosiones … lo pasamos muy mal», narra el joven, que precisa que Beerseba está ubicada a unos 45 kilómetros de la franja de Gaza. «En nuestra ciudad no cayó ninguna bomba -agrega-, parece que las defensas israelís las neutralizaron».

A ellos se sumaron el domingo otros tres bailarines de la misma compañía, naturales de México e Italia, porque «estaban asustados y no tenían búnker» en su piso.

Las jornadas del domingo y el lunes las pasaron entre la habitación reforzada, cuando las alarmas lo indicaban, y el resto de las dependencias del piso, y todos esperando noticias de sus respectivas embajadas.

Para Lander fue «bastante angustioso» ver cómo a sus colegas les iban comunicando de sus países que fletaban aviones para sacarlos y a él no se lo indicaron hasta ayer, martes, cuando «sobre las tres de la tarde, por fin», recibió un email de la embajada española que le anunciaba que «había sido incluido en la lista de evacuación y debía estar» antes de las 20.00 horas en el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv.

Como ninguno de los bailarines tenía vehículo, entre todos «pudimos contactar con una amiga israelí que tiene familiares taxistas y conseguimos que vinieran a buscarnos a los seis con dos taxis».

El trayecto en coche para recorrer los poco más de cien kilómetros que separan Beerseba de la capital duró la misma hora y cuarto que otras veces, pero el panorama era muy distinto. «El viaje ayer por la tarde fue muy impactante; veíamos camiones que llevaban tanques, vehículos y militares armados por todas partes. Me sentí por un lado seguro, porque sabía que no nos atacarían, pero por otro muy asustado».

La situación en el aeropuerto de Tel Aviv tampoco era la habitual. Aunque se tranquilizó mucho al ver personal de la embajada bien identificado en las instalaciones, que le atendió y guió de inmediato, la espera hasta que despegó, al filo ya de la medianoche, el A330 militar del Ministerio de Defensa español, fue tensa.

El aeropuerto de la capital israelí estaba «repleto, lleno de gente nerviosa y de personas desesperadas que llevaban dos días esperando vuelo, sobre todo extranjeros y judíos quizás de otras nacionalidades» que quieren macharse.

El bailarín Lander Cerrillo ha llegado sólo con una mochila con «lo más importante» y ha dejado todas sus pertenencias y su puesto de trabajo allí. «Tengo contrato hasta julio de 2024 y seguro que tendré que volver, como mínimo a recoger mis cosas, pero el resto… a ver qué pasa».

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