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La peor pesadilla danzada de Bush
Crítica, The Forsythe Company en Paris-"Three atmospheric studies"
La práctica totalidad de The Forsythe Company se adueña de la primera parte del espectáculo. Ataviada con un vestido rosa, la bailarina donostiarra Jone San Martin Astigarraga expresa a viva voz: “This is my son” (éste es mi hijo). A partir de ahí, la escena se vuelve una locura colectiva, un caos danzado, un intenso combate. La coreografía tiene un sabor a fresco, a directo, a improvisación estudiada. Y así es. Los bailarines cuentan con unas pautas escénicas, pero, con el deseo de dotar de mayor tensión al cuadro escénico –mercado rural bombardeado- se mueven y danzan como si la desesperación más profunda se hubiera apoderado de ellos. Como contraste a toda la agitación inicial, la segunda parte presenta un cuadro casi teatral, salpicado por breves retazos de danza. Aquí, William Forsythe se inspira en el lienzo “Crucifixión” (1503) del pintor Lucas Cranach, para establecer la analogía entre una llorosa Virgen María y una angustiada madre que busca a su hijo desaparecido en el ataque bélico. El análisis comparativo incluye un estudio del ángulo de las miradas de los personajes –representado a través de numerosas cuerdas que seccionan el escenario- y del empleo de la perspectiva en el cuadro. Tres son los intérpretes que participan en la parte II. Mientras David Kern se desgañita diseccionando los diferentes elementos del lienzo de Cranach ‘El Viejo’, los bailarines vascos Jone San Martin y Amancio González escenifican la ineficacia del aparato burocrático. En un monólogo trilingüe –francés, inglés y árabe-, el portugalujo González muestra la cerrazón del sistema funcionarial, ante la denuncia desesperante de la donostiarra San Martin, que encarna a la madre angustiada. La incomunicación va creciendo, hasta el punto de que la intérprete guipuzcoana eclosiona en un grito desgarrador y danzado. Así, el solo de Jone San Martin, en el que introduce el uso de la voz, es corto, pero de una intensidad inusitada.
Dana Caspersen, ataviada con un neutro traje de chaqueta, se asemeja un diplomático con su retórica de grandes palabras huecas. Junto a ella, David Kern y Ander Zabala sustentan el peso principal del tercer acto. Con una estética propia de un militar, el bilbaíno representa a las fuerzas de ocupación. Por ello, sus movimientos, su actitud, su altiva posesión del micrófono generan gran tensión y violencia en el colectivo al que domina. De esta manera, la última parte de la obra vuelve a ser una gran explosión de energía danzada. Sin ningún lugar a dudas, “Three atmospheric studies” ofrece en sus tres cuadros una feroz sátira sobre la política internacional. Incluso la buscada similitud entre el lienzo de tema bíblico de Cranach y una imagen de un bombardeo en Oriente Medio –fotografía de la agencia Reuters- fácilmente puede ser interpretada como una comparación irreverente, provocadora, a la par que sugerente. El coreógrafo neoyorquino William Forsythe no deja lugar a medias tintas, con un espectáculo de gran contundencia. Pintura, música, voz y danza se unen en este tríptico, estrenado en su versión final en el Festival Spielzeiteuropa de Berlín (13-Mayo-2006). La coreografía tiene un sabor a fresco, a directo, a jam session, jugando con los límites del movimiento en el cuerpo humano, desestructurandolos. “Three atmospheric studies” no es el tipo de espectáculo que deja indiferente al espectador, más bien al contrario, ya que se queda petrificado por la intensidad del argumento y de la danza. Hubo un tiempo en el que el director de cine Michael Moore era la peor pesadilla del presidente Bush. Quizás, con esta pieza, el creador William Forsythe también ocupe un espacio en los inquietantes sueños del presidente norteamericano. De momento, el propio Forsythe admite que ve poco probable mostrar esta obra en EE.UU. ¿Por qué será?
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