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Ocho 'peonzas humanas' cumplen con la tradición en Anguiano
Como cada año, ocho jóvenes se lanzaron. Dos se cayeron casi al final de la cuesta, pero siguieron participando en esta tradición -cuyos primeros documentos escritos datan de 1603, aunque algunos estudios la sitúan en la época celta o precristiana- al no resultar heridos.
El exdanzador Ricardo Quintanar explicó que solo participan en esta tradición hombres, pero en la escuela en la que se preparan para ser danzadores ya hay varias chicas, por lo que no se descarta que, en una futuro, también puedan participar y bajar la cuesta sobre los zancos. Para ser danzador, «hay que llevarlo en la sangre», explicó. «Uno que lo ha sido no deja de serlo nunca porque, aunque dejes el traje a otros, se sigue viviendo con la misma intensidad y sintiendo el mismo hormigueo que cuando están a punto de bajar las escaleras y la cuesta», a cuyo fin son recogidos por el público.
El danzador Diego Martínez añadió que es «un orgullo danzar, recibir la tradición y mantenerla y cuidarla para la próxima generación». Juan María López, que se tiró por primera vez en 1999, destacó que siente «emoción, ilusión, adrenalina y nervios, pero no miedo», porque confía en el sistema para que los danzadores no se caigan al llegar al final.
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