El músico irlandés Liam Ó Maonlaí sigue, tras más de cuatro décadas de carrera, enamorado de su profesión y embarcándose en nuevos proyectos. Ahora vuelve a Gipuzkoa para crear, junto a la bailarina Amaia Elizaran, la segunda parte de Arima, el espectáculo que presentaron al inicio de este 2022. El cantante, en presencia de la artista tolosarra, habla con este periódico en vísperas del concierto que ofrecerá este miércoles, 28 de septiembre, en la sala Altxerri de Donostia.

Están preparando la segunda parte de ‘Arima’. ¿Qué les llevó a ello? 

Simplemente, porque es la naturaleza del espectáculo que siga evolucionando. El número de actuaciones que hicimos no fue suficiente; el show en sí mismo está pidiendo que haya más, porque es una relación muy interesante entre un músico y una bailarina, donde, de hecho, creamos. Cada vez que actuamos juntos, creamos. Es como una improvisación, aunque haya movimientos muy definidos tanto en la música como en el baile. Cada vez es una actuación diferente, necesita más. Necesita mantenerse viva.

Se conocieron en Galway (Irlanda) hace un par de años. ¿Cómo se les ocurrió la idea de colaborar? 

Básicamente, éramos un grupo de músicos, actores y artistas. Cada uno llevábamos nuestro propio don, nuestro propio talento a ese lugar, una especie de fábrica vacía. La idea era que creáramos un espectáculo juntos, a través de nuestra improvisación y trabajo colectivos. Todos nos reconocíamos creativamente entre sí; reconocí el talento de Amaia y creo que ella reconoció el mío (ríen los dos). Un día, el director dijo Amaia y tú tenéis tenéis que hacer algo juntos ahora. Todos los días era así; tú, tú y tú, id y haced algo. Este día en particular, fuimos Amaia y yo quienes hicimos algo y, de inmediato, pensé esto va a ser bueno. Sentí que habíamos conectado. Hasta ese momento, no me había expresado musicalmente del todo. Era un toque aquí y otro allá y, de repente, había una oportunidad de realmente poder verter mi arte. Algo pasó; en ese primer momento en el que actuamos, todo el mundo se concentró en ello: los chicos de iluminación comenzaron a mover las luces alrededor y se convirtió en algo. Pensamos hay algo aquí; realmente, tenemos algo aquí. Creo que era el corazón; se convirtió en el corazón de ese show. Pero luego, Amaia dijo, quiero que vengas a mi país; tenemos que hacer algo, tenemos que hacer un espectáculo juntos. Y dije de acuerdo

¿Cómo será el nuevo espectáculo? 

Estamos jugando con la duración del show, si tiene que ser largo o corto. Toco el arpa y creo que nos concentraremos en eso. El trabajo de Amaia es… Evoluciona desde una posición y durante un período de tiempo; empieza en una especie de movimiento y ese movimiento se transforma en otra cosa, y en otra, y en otra, y en otra, hasta que se vuelve un movimiento en pie. Mi música responde a eso y también lo anima. Lo que ves es una evolución del movimiento.

¿Cómo es el proceso creativo? 

Bueno, no hablamos mucho; principalmente hacemos. Y eso está siendo genial; solo tomamos pequeñas decisiones. Hemos tenido mucho tiempo para realizar lo que hemos hecho hasta ahora. Nos hemos pasado dos meses en ello, yendo todos los días a Errenteria (a Dantzagunea) y pasando allí toda la jornada; simplemente tocando, bailando y estando allí. Ese trabajo está hecho; es casi como si en ese espacio pudieran ver la luz cualquier tipo de piezas. Allí nació Arima y ahora nacerá algo más.

Además, va a dar un concierto en Donostia este miércoles. ¿Qué puede esperar el público de este show? 

Cuando entro en un espacio, me enfrento a él. Llevo toda la vida en la música; soy un cantante tradicional irlandés y tenemos una manera muy, muy antigua de cantar. Es casi árabe; suena a árabe, tiene un toque antiguo. Pero luego también me encantan el jazz, el blues, el soul y el rock&roll. Me muevo entre todos estos géneros diferentes. Tengo canciones, pero también improviso.

El cantante irlandés Liam Ó Maonlaí

El cantante irlandés Liam Ó Maonlaí Ruben Plaza

¿Había tenido contacto con Euskal Herria anteriormente? 

Conocí a un poeta vasco una vez, cuando estaba en Salamanca; hicimos buenas migas. Pero eso fue todo, una primera toma de contacto. Y mi amigo Ronan ha traducido una canción que originalmente está escrita en euskera, sobre un hombre protegiendo la casa de su madre, que representa el hecho de proteger su país.

¿Cómo está siendo su experiencia en Gipuzkoa? 

Me encanta, realmente me encanta. Me encanta Tolosa; me encanta la manera en la que la gente vive en el pueblo. El pueblo está vivo. Me encanta el río; me encanta la arquitectura, la vieja y la nueva. Y la gente y los diferentes lugares a los que puedes ir. Simplemente me gusta la manera en la que están diseñadas las cosas.

¿Siente que las culturas irlandesa y vasca tienen conexiones entre sí, algún tipo de similitud?

Sí. Creo que todo el mundo tiene similitudes; todos tenemos dos ojos, dos orejas, una nariz, dos agujeros en cada nariz, una boca… Normalmente. Y hacemos sonidos. Como músico, oigo música de Okinawa, en Japón, y oigo una melodía que es como una melodía de Connemara (en Irlanda). Y digo wow. No hay una razón en cuanto a la superficie de por qué debería ocurrir, así que debe haber un estímulo diferente que cause esa melodía. Veo conexiones entre todo el mundo. Oyes música de Mali, de Marruecos, de Andalucía, de Bretaña, o música de las montañas, del desierto, de todos estos lugares distintos. Oyes las diferencias, escuchas lo que hace a cada persona diferente, pero también oyes lo que las hace iguales.

¿Cree que el hecho de que un idioma minoritario sea parte de su propia identidad le da una visión diferente a la hora de crear? 

Sí. De hecho, me da una visión diferente en la vida; una comprensión acerca de lo que acabo de decir. Porque vengo de una cultura que fue casi destruida; intentaron destruir nuestra cultura. Por eso, siempre la estoy observando en cada sitio al que voy.

¿Dónde ha encontrado inspiración a lo largo de su carrera musical? ¿Qué le ha influenciado?

Una vez más, fue mi propia cultura la inspiración fundacional. Me convertí en artista siendo niño. Tenía nueve años cuando empecé a tocar el silbato (una especie de flauta) y me convertí en mi propio profesor, buscando sintonías de música ancestral. Si tocaba lo suficientemente bien en mi ciudad, podía pasar a la siguiente fase de la competición e ir a otro lugar. Y si tocaba lo suficientemente bien allí, podía ir a otro pueblo del país. Y para un niño el hecho de esto me está haciendo viajar, es una experiencia que cambia la vida. Creo que eso fue lo más grande. Además, hay músicos en Irlanda que son una gran influencia para mí, también músicos alrededor del mundo. Crecí en los setenta y llegó el punk-rock y era muy emocionante. Vimos a una industria entera colapsar; era muy disruptivo, pero creativo. Cogió la música de quien estaba al mando y se la devolvió a la gente. En la música punk, muchas personas empezaron a tocar música que puede que no hubieran escogido nunca. Porque la esencia del punk era ser tan malo como bueno. Era ser una molestia, ser disruptivo. Pero disruptivo en un sentido muy importante de la evolución humana, en mi opinión.

¿Cómo ha sido ese viaje profesional?

Ha sido genial, y continúa. Como soy un músico tradicional, me encanta la música tradicional de todos los países y la busco. Intento tener y busco oportunidades de tocar con músicos de diferentes países. Esa es la columna vertebral. Pero también tengo una banda de rock&roll y hemos visto lo mejor y lo peor de cada uno en la vida. Hemos sido manipulados por gente de negocios y hemos sobrevivido a ello. Nos han preparado para ser un tipo concreto de grupo y hemos sobrevivido a ello. Estamos todavía juntos y seguimos buscando; todavía hay algo esperándonos, así lo siento. 

Se viven tiempos turbulentos. ¿Tiene la cultura algo que decir?

Creo de verdad que vivimos en un mundo donde las palabras están siendo usadas y abusadas. Están siendo utilizadas para manipular; nos manipulan para gastar dinero, ponerlo en un banco, para que no nos guste alguien, para que nos guste, para que no nos guste este país, para que nos guste este otro… Las palabras están evolucionando constantemente para mantener a la gente apartada del negocio. Creo que la belleza de la música es que no son palabras, sino vibraciones. Así que sí; creo que el hecho de que la gente sea cultural, fiel a su propia naturaleza, es lo que genera cultura. Tenemos todas estas culturas maravillosas, una amalgama de culturas; desde África Occidental a Norteamérica, Mongolia Oriental, las estepas rusas. Hay música en todas partes. Y hay cultura nueva y antigua; a veces, la nueva es tan importante como la antigua, y se encuentran, crean y avanzan. En el trabajo que hago, entro en una estancia y hago un sonido y la gente responde a ese sonido; se mueven, o cantan, o escuchan, o zapatean con sus pies… Para mí, si vivo en un mundo en el que eso puede ocurrir, también vivo en un mundo en el que cualquier cosa puede pasar, en cualquier lugar. Creo que todos tenemos que empezar a bailar.

¿Qué espera del futuro? ¿Tiene nuevos proyectos en mente?

No lo sé. Estos últimos dos años he estado realmente ocupado y pienso que voy a tener que echar el freno un poco a estar tan ocupado. Pero no sé si puedo permitirme hacer eso. Creo que va a haber tanto cambio que quiero estar tan preparado como pueda para ello. Ese es mi objetivo principal. Y simplemente seguir cantando, haciendo música y siendo parte de esta celebración que es la vida.