Fe renovada

La obra reflexiona sobre algunos dogmas del cristianismo y su obsolescencia en los tiempos actuales. Sin ofrecer respuestas, sino más bien poniendo sobre la palestra las preguntas esenciales, desde el prisma de un niño, a veces, con ciertos planteamientos de Perogrullo, pero no exentos de resquicios de verdad. '¿Para qué sirven las guerras?', pregunta un intérprete. 'Vietnam, América del Sur, Corea, Afganistán, Irán. para que en EE UU aprendan geografía', contesta otro. Respuesta no tan cándida y sí cargada de mucha intencionalidad.

La propuesta de Zabaleta aúna danza y teatro, siendo uno de los logros más destacados la elección de Ander Lipus para la dirección actoral. Se percibe el acierto de contar con el punto de vista externo que revaloriza el resultado final. La coreografía del creador ezkiotarra ofrece otros dos hallazgos importantes en relación a trabajos precedentes: el tono mesurado de la obra y la tendencia hacia la homogeneización entre las muy diferentes calidades de movimiento de los cuatro intérpretes. Los dúos y las escenas corales han sido depurados intentando evitar los vicios achacables a las influencias estilísticas de cada participante -danza tradicional, gimnasia rítmica, lenguaje contemporáneo-, en pos de una buscada simetría. Los dúos fuerzan la tensión máxima de los cuerpos de los intérpretes, hasta llegar al máximo en estiramiento o escorzo, para luego dejarse vencer por el peso. Y ello con un cierto punto de lirismo.

Desde su debut profesional como bailarín en 1994 en la producción 'Amets beroak' de Arteszena, hasta su etapa en la compañía suiza Alias (1999-2004), mucho ha evolucionado Asier Zabaleta sobre el escenario, en el conocimiento de su calidad de movimiento. Ello le llevó, en su momento, a plantearse el paso al otro lado, la coreografía, presentando su opera prima 'Danada' en 1998. El primer gran éxito le vino de la mano del premiado solo 'Ego' (2003) y, con luces y sombras, el guipuzcoano ha ido trazando su camino, cada vez más internacional. Este 'Act of God', sin duda, emerge como su mejor trabajo en los últimos tiempos, un notable estreno que renueva la fe en la creatividad de Zabaleta y obtuvo cuatro meritorios minutos de aplausos.