Espectacular naturalidad

Crítica, Compañia Mudances

La veterana compañía de danza contemporánea Mudances, dirigida por Ángels Margarit, presentó ayer en San Sebastián su último espectáculo, titulado Origami.



Se trata de un espectáculo para público juvenil; el primero que realiza esta compañía, y en él se han reutilizado materiales coreográficos pertenecientes otros espectáculos de la compañía articulándolos en torno a la ventana, que, en su propuesta, describen como idea de espacio para recortar y seleccionar, mirar y ver, salir y entrar, sugerir e imaginar. Nos proponen viajar por un juego de laberinto escénico sin perder en ningún momento el hilo.



El espectáculo ofrece una enorme calidad en su puesta en escena. Maneja varios lenguajes a la vez, el lenguaje corporal, la proyección de imágenes, y un elaboradísimo tratamiento de la luz y del color.



Los bailarines aportan también una grandísma calidad en la ejecución con una excepcional limpieza en el movimiento, así como un magistral uso del peso del cuerpo.



En la obra se van sucediendo diversas y sencillas situaciones que dan lugar a interesantísimos juegos coreográficos, a veces manipulando objetos, a veces sólo con el movimiento, guiadas por un finísimo pero eficaz hilo conductor.



Resulta de gran interés el juego que se establece con los objetos. Estos son introducidos de tal manera en el movimiento danzado que finalmente parecen una parte natural de él, incluso en los momentos más espectaculares como en la coreografía realizada con grandes planchas de madera, en la que los bailarines realizan movimientos inverosímiles.



La naturalidad en el movimiento es el rasgo más notable de esta danza junto a un enorme control. El movimiento aparece limpio, trasparente, claro y sencillo, al igual que el talante de los bailarines, cuyos personajes reflejan iguales atributos.



Los juegos que se proponen también son de gran sencillez en su planteamiento, fácilmente comprensibles, lo que no impide en absoluto un desarrollo rico e interesante de cada uno de ellos.



El vestuario aporta imágenes sumamente originales y de gran impacto visual y los juegos de sombras, las imágenes proyectadas y las luces se interrelacionan constantemente con la danza proporcionandole una gran riqueza visual. La polivaletne sala Gazteszena, ubicada en el donostiarra barrio de Egia, estuvo repleta de público de todas las edades que agradeció el espectáculo con generosos aplausos.