Enseñar a bailar

La escuela está ubicada en el colegio Valle Inclán y pretende captar jóvenes aspirantes a bailarines de otras provincias. El aprendizaje de la danza es arduo, supone una dedicación exhaustiva y sólo está al alcance de las vocaciones irrefrenables, pero cuando esa vocación no tiene vuelta atrás puede llegar a fronteras dignas de la más rendida de las admiraciones. Y es bueno que todo comience desde las más tiernas edades, lo cual ya está previsto en el caso que nos ocupa. También está previsto que haya renuncias por el camino, pero eso es tan normal como tantas renuncias en esta vida: uno cree que puede ser un genio de la danza, del piano o de la literatura y un buen día se da cuenta de que soñaba despierto. Reconocer lo que tenía de quimera ilusoria su pretensión es triste, pero también revela una buena dosis de lucidez práctica. No siempre se da. He conocido personas que, evidente fracaso tras evidente fracaso, han seguido en sus trece hasta la llegada de la Parca.



Volviendo a lo que nos ocupa, ojalá el conservatorio de danza funcione al máximo. Será un orgullo para esta ciudad aunque haya sectores de la población que prefieran cosas menos delicadas. Resuélvanse los problemas pendientes, entre los cuales no es el menor el que obliga a compaginar los horarios de formación académica con los estudios de ballet, y propáguese como se debe la oferta. Después ya podremos disfrutar de 'El lago de los cisnes', que cito porque es mi favorito de siempre.