El triple salto mortal del ballet vasco

Un libro documenta la historia de la familia Olaeta, que lo arriesgó todo para mantener viva la danza

Este coleccionista, Segundo de Olaeta, director de la Banda Municipal de Música de Gernika, era un individuo inquieto que entendió que su labor no se debía circunscribir a los ensayos y al concierto en el kiosco los domingos. Por el contrario, pensaba que era necesario llevar a cabo una labor pedagógica que formara nuevos músicos para asegurar el futuro de la orquesta. Con esa finalidad, creó una academia donde no sólo se ofrecía la oportunidad de aprender solfeo, sino también danza y declamación.

Así comienza la historia del ballet vasco, que no podría entenderse sin conocer la biografía de Segundo Olaeta y sus descendientes. Hace dos años, la familia Olaeta Torrezuri donó a la Diputación Foral de Bizkaia una colección patrimonial de importante valor cultural. Ayer, el periodista y escritor Alberto López Echevarrieta presentó, acompañado de Jon Iñaki Zarraga, director de Cultura de la Diputación, el libro Ballets Olaeta, que documenta en euskera y castellano la historia del ballet vasco.

"El libro recoge la historia del ballet vasco, que va unida a la historia de una saga familiar. Por supuesto que hubo alumnos que con el tiempo crearon sus propios grupos, pero la raíz de todos estos movimientos están ahí. Segundo Olaeta Mugartegi (Gernika, 1836-Bilbao, 1971) fue quien recopiló canciones y danzas que estaban desapareciendo y gracias a él conservamos esos tesoros", explica Alberto López.

El autor compendia los ochenta años de historia de Ballets Olaeta, que tienen su origen en la creación del grupo Elai-Alai de Gernika en el año 1926, que significó el nacimiento del primer grupo coreográfico de Euskadi. La Guerra Civil, el bombardeo de Gernika, el exilio de la familia Olaeta y el retorno en la época de Franco forman también parte de la historia de la compañía.

"Lo curioso es que cuando Segundo Olaeta regresó del exilio, Franco le ofreció el mismo trabajo que había desempeñado con el Gobierno vasco, pero esta vez con los coros y las danzas de la sección femenina", cuenta Alberto López, que tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Segundo. "Él arriesgó, quiso ser independiente. Fue un trabajador nato en pro de las danzas vascas y del euskera, fue una hormiguita, y por supuesto contó con la ayuda de su hijo Víctor, uno de los coreógrafos más importantes que ha existido en la historia universal". Con el empuje de Víctor, Ballets Olaeta recorrió en 1967 los Estados Unidos de costa a costa dejando tras de sí un reguero de éxitos, una gira que repitieron en dos ocasiones más.

"Así como la comunidad académica se había sentido atraída por la peculiaridad del idioma, los Olaeta se fijaron en el mundo de la danza popular. En este sentido, son nuestros primeros filólogos de la búsqueda de ese pueblo que baila al pie de los Pirineos descrito por Voltaire a principios del siglo XVIII", afirma Kosme de Barañano, prologuista del libro.

Entre las voces deudoras de la academia, por la que se calcula que pasaron diez mil alumnos, se encuentran desde Juan Antonio Urbeltz, maestro de la recopilación y la escenificación de las danzas antiguas y su reinterpretación, hasta otros ex alumnos más jóvenes como Jon Beitia. De la escuela salió también uno de los investigadores más ligados a la búsqueda de la tradición pura, Sabin Egiguren, dedicado a la fiel conservación de las ejecuciones y los pasos de las danzas populares.

El libro Ballets Olaeta es sólo el punto de partida, o al menos debería serlo, según su autor. "Aquí no está todo, hay muchísimo más que contar, pero esa será tarea de futuros investigadores que quieran ampliar la historia", asegura. Son muchas las personas que participaron en la compañía y que construyeron una historia que por fin puede leerse en un libro.

Salto del baile ‘Jauntzis’ en una de las giras americanas de Ballets Olaeta. Se trata de una de las imágenes de la historia de la compañía recopiladas en el libro editado por Bassarai.