El frontón Arretxe resguardó de la lluvia a los 'bolantes' de Valcarlos

Dedicaron su primer baile a Miguel Ángel Sagaseta, autor de un libro sobre estas danzas

Unos bailes que se iniciaron con un recuerdo especial para Miguel Ángel Sagaseta Ariztegi, sacerdote, antiguo párroco y profesor de música del pueblo, autor además de un libro sobre los bolantes, que no pudo asistir ayer a los bailes al estar enfermo.

Cientos de personas, visitantes y locales, aguardaban ya en el frontón cuando pasado el mediodía, bolantes mayores y pequeños entraban en el frontón al ritmo marcado por la tradicional martxa después de recorrer toda la calle Elizaldea.

Dantzaris, makilaris, gorris, zaldikos, ziantapekos y las dos muñecas componían una formación de lo más colorida, con las cadenas y botones dorados, casacas rojas, cintas de colores y pañuelos estampados, diseñados por la vecina Elena Goñi Mendaza, que adornan la indumentaria blanca de los bolantes.

"Antaño los bolantes salían por carnaval y eran trajes que se hacían con mucho colorido, como los de los pueblos vecinos, para ahuyentar a brujas y fantasmas. Después, las danzas tuvieron que trasladarse al domingo de Pascua y este es el día más importante en Valcarlos", reconocía el pasado domingo entre el público, la vecina Maialen Etchegoin.

Por la mañana y por la tarde, la banda de música Alartza, junto con músicos de Valcarlos y algunos llegados desde Pamplona interpretó las danzas tradicionales: Bolant Dantza, Erdizka Lauetan, Azkaindarrak, Euskaldunak, egi, Sorginak, Lapurtar Motxak, Zazpi Lauziak..., etc. Los Atxetatupines pusieron el punto y final a las danzas para las que casi el centenar de dantzaris habían estado ensayando meses antes. "Para alguien de Valcarlos, esta es una jornada muy emocionante", comentaba el vecino Pedro Vélez.

De padres a hijos

Unos bailes que son parte de la tradición familiar, generación tras generación. César Etxeberri Tapia, de 43 años, iba a coincidir en el frontón bailando junto con sus hijos, Urko Etxeberri González, de 8 años, y Alba, de 11. "Es la junta de dantzaris, los mayores, los que enseñamos a bailar a los pequeños.

Es una tradición", señalaba César Etxeberri. Y para Aimar Alzón Eguinoa, el de ayer iba a ser un día muy importante, con el traje que le había confeccionado su amatxi (abuela), Encarna Aldabe, iba a bailar por primera vez. También lo haría su padre, Martín Alzón Aldabe. "Lo más difícil es saltar y hacer a la vez las ante santas" , comentaba el chico.

De la mano de su tía, Arantxa Goñi Arricaberri, también era día de estreno para la pequeña Oihane Goñi Luzuriaga, de 5 años, que iba a bailar la martxa. Amaia Luro Etxegaray, de 24 años, lleva en el grupo desde que tenía 8 y ayer esperaba junto a la iglesia de Santiago para iniciar el pasacalles.

"Para mí bailar un día como hoy lo es todo. Llevo muchos años y cuando entro ahí a la plaza y veo toda la gente se ha congregado, se me ponen los pelos de punta", reconoce. Ataviados con el traje de los bolantes, Josu, de 6 años, y Ellande Barber Ducay, de 8, iban a ver las danzas de la mano de su padre, Jesús Barber Roda. "Mi mujer es de aquí y solemos venir todos los años este día", explica.

Uno de los makilaris de los bolantes, antes de iniciar el pasacalles. Detrás, los gorris (guardias) de la formación. Jesús Caso