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Una barra y un sueño al salir de clase

La danza clásica ha dado un paso de gigante en Vitoria que va a estrenar la única escuela oficial del País Vasco, una oportunidad para crear una compañía profesional

Egilea
Francisco Góngora
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Vitoria
Mota
Albistea
Data
2004/05/23

Sin embargo, sólo ella y sus cien compañeros del Conservatorio Municipal de Danza José Uruñuela saben lo duro que es cada salto, cada pirueta, cada 'plié', cada 'ronde de jambe'-los pasos suenan más elegantes en francés-. Son muchas horas de entrenamiento y de sudor para lograr un segundo de virtuosismo. Hace falta la fortaleza mental de un boxeador para continuar con el pie dolorido dentro de una zapatilla de puntas y mantener la sonrisa, como hizo Raquel, el pasado jueves, mientras la Banda Municipal de Música tocaba 'La Tarantela'. Era el ensayo general de la actuación que el próximo 26 de mayo, en el Teatro Principal, cerrará el último curso de la vieja escuela, todavía compartiendo espacio con en el Conservatorio de Música Jesús Guridi. La danza se hace visible. No hay entradas desde hace semanas para el festival.

No hay secretos en el ballet. La disciplina a la que hay que someter un cuerpo durante los ensayos no se ve sobre el estrado del teatro. Allí deben encarnar sobre las puntas de los pies a un cisne, deben volar alto y expresar sentimientos como el amor o los celos. ¿Cómo se llega a eso? «Sé que cada día tengo que trabajar muy duro, pero sé a dónde quiero llegar», subraya una vocacional Raquel. ¿Se acuerdan de la serie 'Fama'? Había una frase de la profesora que todos recuerdan. «La fama cuesta muy cara y vais a empezar ahora a pagar: con sudor».

'Colocar' el cuerpo

Raquel Santamarta lleva ocho años de barra y espejo, aprendiendo a 'colocar' el cuerpo, los hombros, el vientre, las caderas, las manos, las piernas. «Primero, la técnica. El baile viene después», precisa Carmen Tercero, la directora de la escuela, que ha visto cumplido el sueño de su vida que tanto ha perseguido: el primer conservatorio oficial de danza del País Vasco. Además de la apuesta del Ayuntamiento de Vitoria que ha remozado el antiguo centro escolar de Valle Inclán, en el barrio de Arana, el proyecto ha recibido otro empuje del Departamento de Educación. Los alumnos de grado medio de ballet sólo tendrán que estudiar por las mañanas en sus respectivos institutos y así dedicar la tarde a la danza en exclusiva. No deberán asistir a clase de gimnasia ni a algunas optativas. Avances que parecían imposibles hace poco.

Al fin, la victoria

Los alumnos bailarines podrán salir con un título que los coloque en el difícil mundo profesional. «Vitoria será la capital vasca de la danza. Todos tendrán que venir aquí», afirma satisfecha Carmen Tercero, como el soldado que coloca una bandera en una colina que ha costado mucho ganar.

Mientras llega el momento del cambio, Oier Escalonilla, de 16 años como Raquel, sigue entrenando su cuerpo para emocionar al público. Él es la excepción, el reflejo de un vacío cultural de generaciones. «Los chicos ya no bailan ni en las discotecas. ¿Bailarín? Eso es de chicas, se oye en los patios de los colegios», denuncia Carmen Tercero, apenada porque las coreografías sufren la falta de la fuerza que aportan los hombres. «Será difícil de creer, pero la danza es para la gente fuerte. Mucho más dura que el fútbol», advierte Oier.

Este muchacho que llegó a la danza clásica un poco a la fuerza está tan convencido ahora de que quiere ser alguien en este mundo de elegidos que basta cruzar unas palabras o verle volar sobre la tarima para saber que lo conseguirá. Se levanta cada día a las siete menos cuarto de la mañana y a las ocho y cuarto atraviesa el umbral de Jesús Obrero para estudiar cuarto de la ESO. A partir de las cinco y veinte de la tarde, asoma por las aulas del conservatorio. Hasta las diez menos cuarto de la noche. Cuando tiene que estudiar le pueden dar las dos de la madrugada ante los libros. Da por bueno tanto esfuerzo físico y mental por un aplauso en el teatro. «Me encanta que me vean bailar y que aprecien mi trabajo. Para eso estoy aquí todo el año», dice Oier, que al contrario del famoso personaje de la película inglesa Billy Elliot se siente completamente apoyado por su entorno y su familia durante su aprendizaje.

Basta un pequeño dato para darse cuenta de que la danza a partir de ahora tiene un futuro prometedor en Vitoria: «Teníamos un aula de 116 metros cuadrados. El próximo curso contaremos con 6 aulas de 105 metros cuadrados, diáfanas, y el mejor suelo para ensayar: linóleo», cuenta Carmen.

Grandes bailarines que empezaron aquí como Arantza Susunaga, Ekaitz Espino o Leire Cabrera, cuyas fotos cuelgan de las paredes del conservatorio, no tendrán que marcharse. La compañía profesional está más cerca.

HISTORIA DE 17 AÑOS

1986: El Ayuntamiento encarga a Carmen Tercero la creación de una escuela superior de danza. Nunca se la reconoce oficialmente.

2004-2005: Se abre la única escuela oficial del País Vasco con grado elemental y medio. En el tercer ciclo, los alumnos tendrán 26 horas de clases y título profesional.

Alumnos: de 100 se pasará a 190.

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