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Treinta bailarines a ritmo de la imperecedera música de Tchaikovsky

Beatriz Uhalte Cisneros (Pamplona, 1982) afronta su 7ª temporada en Les Ballets de Monte-Carlo, compañía con la que lleva a escena esta tarde (20 horas) en Baluarte ‘Lac’, una actualización del clásico ‘El lago de los cisnes’

Esta tarde aportará su expresión y su color genuinos en el cuerpo de baile de los cisnes. Y es que Beatriz Uhalte Cisneros tiene claro que, en escena, más allá de lograr la técnica deseada, y ante todo, se trata de contar una historia, de emocionar. De hacer soñar al público.
Egilea
P. Echeverría
Komunikabidea
Noticias de Navarra
Tokia
Pamplona
Mota
Elkarrizketa
Data
2014/11/26
Lotura
Noticias de Navarra

Ya ha pasado tiempo desde que se fue a Suiza con una beca del Gobierno de Navarra. Entonces comenzó su trayectoria a nivel internacional. En todos estos años de recorrido, ¿ha cambiado la visión que tiene sobre la danza? ¿Qué ha aprendido?

-Cuando eres joven todo es urgente, no conoces los funcionamientos ni los mecanismos, no te conoces a ti misma como bailarina, lo que puedes y quieres aportar... Por un lado es maravilloso, porque te puedes comer el mundo pero a la vez no tienes ni idea de cómo. Tienes esa ambición y esa ingenuidad que te hacen arriesgarte a todo. No tienes límites ni prejuicios, vas allí de donde te llaman, y donde ves que hay buenos proyectos. Y ya a partir de los 30 eres más selectiva, has hecho y acumulado más cosas en tu carrera y ves la danza con una perspectiva de estabilidad que quizá antes no tenías, analizas la danza de una forma diferente, tienes una conciencia de tu cuerpo mucho mayor, mucho más desarrollada, y eso hace que, artísticamente, el lado de interpretación cobre mayor importancia. Te investigas mucho más a ti misma como artista. En todo caso, lo que nunca cambia es esa pasión por bailar, eso lo tienes desde que empiezas y se mantiene para siempre.

¿Qué quedan hoy de las enseñanzas de José Lainez en la Escuela de Danza del Gobierno de Navarra?

-Mucho. Que siendo tan joven te arrojen tantos conocimientos y experiencias que te hacen ponerte a ti misma en cuestión, marca mucho. Desde muy pequeña, él siempre me educó en la técnica clásica, con toda la disciplina que conlleva, pero sobre todo en la importancia fundamental de aportar algo personal, que te va a hacer única. Ese color tuyo que a veces gusta, a veces no, pero que hace la experiencia de bailar en el escenario todavía más personal. No se trata solo de buscar esa figura o ese movimiento bien realizados, sino de sumarle esa experiencia tuya, ese sentimiento tuyo, esa pequeña improvisación tuya. Y esa visión genuina del bailarín la he llevado conmigo toda mi carrera.

¿Ese es el reto, lograr un equilibrio entre la perfección técnica y la naturalidad, el disfrute en escena?

-Al final, se trata de contar una historia, de interpretar. Luego cada bailarín tiene su manera, hay gente increíble técnicamente y hay otros intérpretes en los que casi te olvidas de lo técnico porque su transmisión de la emoción es tan fuerte que con eso basta...

¿Qué siente al bailar en casa?

-Me siento afortunada. He tenido mucha suerte porque esta es la segunda vez que vengo con Les Ballets de Monte-Carlo, y cuando estaba con Nacho Duato vine al Gayarre. En una carrera, venir 3 años a casa habiendo salido del país a los 18, es único. Aquí tengo a mi familia y a amigos, y no solo me ven como bailarina, me conocen como persona, y el reencuentro es muy emocionante.

¿Cree que el público de Pamplona está lo suficientemente acostumbrado a ver danza?

-Yo diría que sí porque cada vez que hay danza, el teatro se llena con mucha antelación. Hay un deseo palpable y físico de querer ver danza. Las iniciativas culturales en Navarra siempre tienen una gran acogida. Pero creo que se deben potenciar más para que venga más gente, para que se dé más opción, y haya más diversidad de oferta. Las administraciones, instituciones culturales, etcétera, podrían arriesgar más. Porque el público navarro es culto y tiene ganas de ilusionarse y de soñar con la danza.

¿Cómo ve desde fuera los recortes en España a la cultura, a las artes?

-Con tristeza y frustración. Siempre que hay recortes la primera cosa que sistemáticamente cae es la cultura, cuando es el motor que hace a la gente seguir soñando, seguir creyendo, seguir teniendo iniciativas, seguir queriendo cambiar las cosas, tener un pensamiento propio y tener momentos consigo misma.

¿En qué países se valora la danza profesionalmente más que aquí?

-En casi todos. En Alemania hay una cultura de la danza muy muy arraigada, hay un teatro por cada ciudad chiquitita con su compañía de teatro, su compañía de danza, de marionetas, con su orquesta, es increíble. Y la familia entera tiene esa costumbre de ir al teatro. En Francia también hay una relación especial con la cultura y muchas ganas de hacer evolucionar las cosas... En España, ganarse la vida con la danza es infinitamente más complicado que en otros países de Europa. Y de esta lógica se deriva que hay un montón de bailarines españoles que están obligados a irse si quieren realmente dedicarse a esto y tener una oportunidad de crecer, de evolucionar.

Nacho Duato, otro de sus maestros, también se fue.

-Es que él ha luchado mucho, y ha hecho evolucionar no solo la danza sino el pensamiento del público sobre la danza, porque él descubrió la danza a todos los públicos, y dijo: atención, que esto no es solo para el señor con la corbata y para ir una vez al mes porque da una imagen divina; esto es para todos, para un momento de evasión, para que te cuenten una historia y tú sueñes con lo que te evoca. Nacho Duato hizo evolucionar el público, primero en Madrid y luego en todo el mundo.

Siempre nos fijamos en el cuerpo del bailarín, pero somos cuerpo y mente, un todo en ese sentido. ¿Qué aspectos de la mente se trabajan con la danza?

-Bueno, mi padre siempre me dice: la gente no se da cuenta pero ser bailarina es como ser un deportista de élite. La fuerza mental es tan importante como la potencia física, o quizá más. Porque es un mundo difícil y te toca afrontar muchas cosas sola, o siendo muy joven, y necesitas una fuerza mental importante para que los fracasos, que los hay, no te destruyan. Para mantener a pesar de todo esa disciplina y, como se dice en francés, esa mente de hierro, para continuar.

Las claves

Jean-Christophe Maillot firma la coreografía de la que se disfrutará hoy en Baluarte, con entradas a 32, 24 y 20 €

Pamplona - La compañía de danza Les Ballets de Monte-Carlo visita esta tarde (20.00 horas) Baluarte por tercera vez y lo hace con Lac, una actualización de El lago de los cisnes firmada por el coreógrafo Jean-Christophe Maillot. Una revisión moderna de este gran título del repertorio clásico, que se acerca así al siglo actual. El director de Les Ballets de Monte-Carlo desde 1993 enriquece la esencia y la historia original con una interpretación tenebrosa que gira sobre personajes atormentados.

Apoyado en la imperecedera música de P.I. Tchaikovsky y en unos personajes universales, Maillot aparca la coreografía de Petipa e Ivanov y apuesta por distorsionar el clásico para crear un ballet protagonizado por hombres y mujeres contemporáneos con sus miedos, anhelos y contradicciones, que se debaten entre la razón humana y el instinto animal. Las entradas para disfrutar de este espectáculo, que interpretarán una treintena de bailarines en escena, cuestan 32, 24 y 20 euros, según zona -con el Programa Baluarte Joven, 6 euros-. - Paula Echeverría

Beatriz Uhalte Cisneros, bailarina de Les Ballets de Monte-Carlo

“En la danza es tan importante la fuerza mental como la potencia física”

“El público navarro es culto y, cada vez que hay aquí un espectáculo, se palpan sus ganas de ilusionarse y de soñar con la danza”

“En escena no se trata solo de lograr un movimiento bien realizado, sino de interpretar, de contar una historia, y aportar un color personal”

EN CORTO

Trayectoria. Beatriz Uhalte empezó a bailar a los 8 años en Pamplona, en la Escuela de Danza del Gobierno de Navarra, con José Lainez, y estuvo allí hasta casi cumplir los 18, edad a la que se fue dos años a Suiza a la escuela de Rudra-Béjart, con Maurice Béjart. De ahí pasó a firmar su primer contrato en Marsella, luego volvió a España dos años, a Madrid con Nacho Duato, y después pasó por “una compañía pequeñita en Alemania”, antes de estabilizarse en Mónaco.

Día a día. El día a día en Les Ballets de Monte-Carlo, compañía que integran unos 40 bailarines, arranca a las 10.30 horas; hasta las 12 horas, de lunes a sábado, ambos días incluidos, los bailarines asisten a una clase de danza obligatoria para mantenerse en forma, para mantener la técnica y evolucionar. Y de 12 a 14 y de 15 a 18.30 horas hay ensayos. Las giras, muy frecuentes, pueden durar de 1 a 3 semanas.

Proyectos. Con Les Ballets de Monte-Carlo, la bailarina pamplonesa prepara ahora Faust, que bailará en Navidad en Mónaco, y en enero viajará a Dubai con Romeo y Julieta. “Luego nos vamos a China y a Japón, donde haremos Cenicienta. Este año es bastante completo a nivel de giras y de repertorio, porque tenemos varios ballets al mismo tiempo”, cuenta Beatriz Uhalte.

La bailarina pamplonesa, ejercitándose en una clase ayer en Baluarte.

La bailarina pamplonesa, ejercitándose en una clase ayer en Baluarte. Fotografía Patxi Cascante

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