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Puntas y maillots diminutos para un gran teatro

del 26 al 28 de diciembre

El bailarín Igor Yebra estrena en el Arriaga el ballet ‘Pipi Bailarina’ con la participación de cuarenta alumnos de su escuela de danza
Egilea
Araitz Garmendia
Komunikabidea
Deia
Tokia
Bilbao
Mota
Albistea
Data
2014/12/12
Lotura
Deia

Cuarenta pares de puntas diminutas se moverán por el Teatro Arriaga estas navidades. Cuarenta tutús de artistas que todavía danzan a espaldas de los grandes nombres del ballet, pero que ya sueñan con subirse a los mejores escenarios del mundo. Minúsculos maillots de unos pequeños bailarines que acompañarán a Igor Yebra y a Oxana Kucheruk, dos de las estrellas de la Ópera de Burdeos, en el estreno absoluto de la obra Pipi Bailarina,

El espectáculo, producido por el Teatro Arriaga junto a Ametsa Producciones Artísticas, ha sido creado por el propio bailarín bilbaino junto a la ucraniana Kucheruk para que participen los alumnos de la escuela de Yebra, tanto jóvenes promesas como algunos que ya han conseguido actuar internacionalmente. “Cuando realizamos El Cascanueces se llevaron a cabo cinco representaciones con un 98% de ocupación, y este año esperamos continuar de la misma manera”, explicó Igor Yebra durante la presentación, acompañado de Daniel Bianco, director artístico adjunto del Teatro Arriaga. Fue Bianco quien definió Pipi Bailarina como una obra “muy dinámica, llena de color, que a través de la danza ensalza una serie de valores tan importantes como la amistad, el compromiso y la libertad”. Concretamente será los días 26 (a las 20.00 horas), 27 (17.00 y 20.00 horas) y 28 (19.00 horas) de este mes cuando el teatro bilbaino ofrecerá esta propuesta escénica en la que la música juega un papel destacado de la mano de piezas de Gaetano Donizetti, Karen Khachaturian, Jules Massenet e incluso El olé de la curra.

La coreografía ha sido creada por Georgii Kovtun, un prestigioso artista ucraniano que ha trabajado en los mejores teatros de Rusia. “Cuando le hablé a Kovtun de este proyecto le pareció maravilloso. De hecho él ya había hecho cosas para niños, ya que en Rusia y Ucrania hay una tradición enorme de este tipo de espectáculos con niños”, explicó Yebra, quien ya ha trabajado con el ucraniano en 2011 en Armen dream. En esta ocasión, los creadores de Pipi Bailarina han querido dirigirse con esta obra tanto a pequeños como a mayores. Es un espectáculo abierto, concebido para los amantes del ballet clásico pero también para aquellos que nunca han asistido a una función de danza.

Niños profesionales Igor Yebra quiso dejar claro que Pipi Bailarina no es “una función de fin de curso ni un espectáculo de escuela”. “Esta obra comenzó a gestarse en los meses de junio y julio, y los niños han trabajado durante todas sus vacaciones , durante los días de descanso, y este mismo puente. Ahora van a trabajar durante todas las navidades. Quiero decir que son verdaderos profesionales, en pequeño, pero profesionales, y eso es digno de destacar”, resaltó el creador, que pretende continuar con este espectáculo tras su paso por el Teatro Arriaga. “Tenemos citas cerradas en Santurtzi y Basauri, y hay otras funciones en vista. Quiero que sea algo que se vaya moviendo. Es para todos los públicos, pero principalmente está dirigida a los más jóvenes, porque van a ver a más de 40 bailarines, que en su mayoría tienen a partir de 8 años aunque hay participantes desde los 5 años. Es digno de ver”, añadió Yebra.

El guiño a Pipi

Durante la presentación del espectáculo, Igor Yebra destacó que Pipi Bailarina es un guiño al famoso personaje Pippi Calzaslargas, “pero no es la Pipi de la serie televisiva”. “Cuando empezamos a montar la obra sabíamos que tendríamos que adaptar la idea. Queríamos hacer algo totalmente fantasioso, y ella nos sirvió como excusa. Nuestra Pipi es una niña alegre, extrovertida y sin disciplina, y en eso se parece al personaje televisivo”, argumentó Yebra.

Sin embargo, la ilusión de la Pipi de Yebra y Kucheruk es bailar. Ellos han construido un personaje de alma noble, alegre y extrovertida que perdió a su madre siendo muy pequeña pero que, en forma de hada protectora, siempre está para ayudarla. Su padre ha dejado que Pipi crezca libre, hasta que un día decide que eso tiene que cambiar y debe esforzarse y escuchar para aprender y lograr ser bailarina. “Ese es el mensaje del espectáculo: que hay que trabajar, tener disciplina y escuchar al maestro y a los mayores” agregó Yebra.

Escuela de sueños

Hace ya nueve años que Igor Yebra abrió las puertas de su Escuela de Danza en Bilbao. El bailarín, que marchó al extranjero para realizar su carrera, siempre tuvo claro que quería volver a casa y ofrecer la oportunidad a los niños de que pudieran formarse lo más cerca posible de su familia. Y en septiembre de 2006 hizo realidad su sueño.

“Afortunadamente, las expectativas que puse en la Escuela se van cumpliendo poco a poco. Este año ya tenemos bailarines fuera terminando sus estudios en grandes escuelas y en ciudades como Moscú, Londres, San Francisco...”, comentó. El siguiente paso para Yebra era poder ir haciendo espectáculos en los que participen los bailarines de su escuela, “quienes se tienen que ir fuera a trabajar, aunque afortunadamente ya pueden empezar al menos sus estudios aquí”. Para el bailarín bilbaino volver a casa y compartir su experiencia era muy importante: “desgraciadamente mi abuelo no llegó a saber cómo era el Igor Yebra bailarín”, argumentó.

Además, el artista recordó durante la presentación de Pipi Bailarina cuándo exactamente nació ese sueño: “durante el 11 de septiembre, el día de la caída de las Torres Gemelas, yo estaba haciendo El Lago de los Cisnes en Venezuela, y justo ese día vi un ensayo de la Orquesta de Jóvenes de Venezuela, que es una maravilla. Aquello me marcó muchísimo y pensé: ojalá podamos hacer algo así con la danza. Eso es lo que intento hacer, y sé que estos niños ponen fuerzas y ganas en ello”.

Para Yebra “no hay mayor recompensa que ver a los niños trabajar y sus sonrisas en el escenario”, por eso aseguró que “la cultura tiene futuro, y por eso hay que luchar por ella, y más en estos momentos en los que parece que la cultura es algo de capa caída o algo que hay que eliminar. Estos niños demuestran que quieren ser participes de la danza profesional”. “Oxana Kucheruk y yo somos la guinda del pastel en este espectáculo, pero lo que vale la pena es el pastel. Al igual que en El Cascanueces nosotros éramos el pastel y ellos la guinda, en esta ocasión nosotros somos solamente un adorno”.

El bailarín Igor Yebra en el Teatro Arriaga de Bilbao.

El bailarín Igor Yebra en el Teatro Arriaga de Bilbao. (Pablo Viñas)

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